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lunes, 4 de mayo de 2020

MADRES

Lunes. Un año más ha pasado el primer domingo de mayo. Un año más el día de la madre. Un año más, le he pedido a mi hijo: "digues felicitats, mama" y mi pieza TEA, dejando durante unos segundos sus quehaceres, me mira y me dice "feisias mamma". Y sonrío y le sacudo sus mechones locos.

Otro año más, felicitando a superabuelaTEA, por ser mi madre y por ser la mejor madre para mí. Este año, la nostalgia de tener toda la familia lejos y sin poder verlos, mi corazoncito se ha abierto a reconocer que hay otra madre en mi vida, mi tía. Y a las dos les hago mi sencillo homenaje en las redes, con una foto con ellas, explicándole al mundo que sí, tengo dos madres, y me siento afortunada por vivirlas cada vez que estamos juntas. 

Y leo. Mis amistades en las redes, felicitando a sus madres, a las que están y a las que la vida las dejó escapar. Y la historia y las frases se repiten. "Eres la mejor madre que podría haber tenido, tengo la suerte de tener una madre como tú, no te cambiaría por nada del mundo...". Y todos y cada uno de nosotros, creemos que nuestra madre es la mejor, incomparable a cualquier otra, aunque a veces nos discutamos, aunque muchas veces las hayamos disgustado, aunque nos hayan amenazado de pequeños en tirarnos los juguetes. Sólo esa mirada, única, la que conocemos bien, la que muchas veces hemos sido incapaces de aguantar y la que muchas otras veces deseamos observar y retener para siempre en nuestra retina. Nuestra madre, única para tí, pero la mía única para mí.

Y ayer, buscando entre mis entradas, encontré una de 2018 y publiqué un pequeño extracto.

Explicaba lo que era una madre ideal... O mejor dicho lo que se dice por ahí que es la madre ideal según muchos. Que si juega con el niño, que si lee cuentos, que si van aquí o allá, que les enriquecen con múltiples experiencias... Un sinfín de estereotipos que antes de tener a mi pieza TEA creía y soñaba con cumplir pero que el sueño se fundió cuando el diagnóstico llegó y empecé a caminar por una nueva realidad. 

superabuelaTEA siempre con sus frases inspiradoras, sus palabras positivas, no lo dudó... "Eres una gran madre". Mi respuesta. Una realidad. "Soy la madre que me ha pedido Arnau que sea".

Y es que señores, soy madre, de un niño, un niño hermoso con sus juegos divertidos y singulares, a los que me uno sin dudarlo no un segundo. Soy madre de un niño que no habla apenas pero con el que hablamos mil cosas, a su manera, a nuestra manera. Soy madre de un niño que no mira dibujos animados pero le flipan otras imágenes. Y yo, lo acepto y  las miramos juntos. Soy madre de un niño incapaz de bailar, pero que cantar... Eso se le da de miedo y si me lo pide, yo canto con él lo que haga falta.

Mi pieza TEA me ha hecho la madre que soy, la versión de mamá que sé que ella no cambiaría por nada del mundo.  Y es así como todas y cada una de las mamis de este mundo se han hecho las madres perfectas para sus hijos. Porque todas queremos ver esas sonrisas dibujadas en sus caritas redondas, porque solo queremos que sepan qué es ser feliz. No hay más.



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