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lunes, 18 de octubre de 2021

Y AHORA, ¿QUÉ?


La pendiente cada vez es más abrupta. No quise creérmelo cuando me decían que todo es muy duro, quise vivir en un mundo de rosas medio marchitas, pero rosas al fin y al cabo. 
Y es que es así. Mientras era pequeño, todo parecía fluir, lenta o rápidamente, eso no importaba, el caso era avanzar. 

Y ahora me encuentro en un momento de bajada sin frenos. Mi pieza TEA, inocente y feliz como nadie, ajeno al paso del tiempo, ajeno a la entrada de la prepubertad, ajeno a los rifirafes de sus compañeros. Yo ciega ante el paso del tiempo, sin ver que la inocencia en los demás se va perdiendo, que crecen y los no principios aparecen en ellos. El que quiere ser líder a costa de burlarse y pisotear a los demás, el que lucha por hacerse un hueco, el que empieza a soñar con el amor... No tienen ni diez años, pero ahora es así.
 Mi pieza TEA buscando su felicidad mirando coches pasar por badenes, observando las marcas de los coches, columpiándose alegre en su columpio infantil. No crece. Físicamente sí, pero en su cabecita nada crece más allá de sus simples intereses.

Nos alejamos a pasos agigantados de la sociedad. Me lo advirtieron y no quise verlo. Un miedo atroz se está apoderando de mi. No veo futuro. Ni bueno ni malo. La incertidumbre me mata. Aunque sé que está Más fuera que dentro de esta sociedad elitista.

Me siento triste muchos días pensando en eso. No hay manera de detener el tiempo, no hay manera de apretar un botón mágico para que mi pieza TEA se convierta en uno más. En un pueblo donde los niños pueden ir a la plaza y jugar la futbol, pelearse o jugar a juegos online, mi pieza TEA se queda fuera. 

Me rompe el corazón. Es así. Y debo recomponerme. Y entender que mi pieza TEA sigue su propio camino, el que a ella le hace feliz. Nada tiene que ver con el camino tan transitado del resto del mundo, pero no por eso más Bonito. Toca trabajar con mi mente, construir muros y fortalezas para lo que viene, aceptar que llorar y compadecerse por los rincones es un sinsentido y que hay que seguir acompañando a mi pieza TEA en esta selva. 

Son etapas, lo sé. Pero esta la esperaba más tarde. El viaje por la infancia ha sido duro, sí, pero lleno de logros que parecían imposibles. En este nuevo comienzo, no sé que logros espero, no sé que logros conseguirá. Solo sé que atrás quedan esos días de esperanza y celebraciones por lo conseguido.

Aun así, seguiré celebrando cuando toque, llorando cuando mi cuerpo no pueda más y sobretodo cogiendo de la mano a mi pieza TEA para seguir andando, pa'lante, siempre pa'lante.