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jueves, 18 de agosto de 2022

NO HAY RESPUESTA

(Escrito cuando el día termina y el silencio se impone ante mi pieza TEA dormida)

Definitivamente no hay respuesta. Mirando hacia el pasado, desde que mi uso de razón adolescente apareció, lo he intentado. He buscado por todas partes, he observado, he leído, he preguntado, pero no. No hay respuesta. O quizás no es la que quería, no es la que buscaba o quizás... quizás esa respuesta no encaje con mi realidad. 

Desengañada. Porque no esperaba que la vida fuera eso, un día me rio otros tres son jodidos. No me esperaba que aun teniendo expectativas sobre la vida de lo más normales, sintiera tal desengaño. Quizás soy yo. Que disfruto de lo que disfruto, pero me falta compartirlo. Que no miro al futuro, que vivo el presente, pero recuerdo demasiado un pasado que un día fue bonito pero que también me dolió. Hablo de autismo, hablo de relaciones, hablo de decepciones, hablo de desengaños inesperados... Un huracán perfecto de sentimientos y emociones que soporto pero que cuesta olvidar, pasar página y mirar con amabilidad la vida. Entender y aceptar el sentido de la vida con todo este amasijo de vivencias cada vez más duras, cada vez más crueles (y las que quedan por venir) no se puede, o yo no puedo, eso da igual. ¿será mi actitud? ¿será la actitud de aquellos que me acompañan en mi vagón particular? ¿serán ambas actitudes?

Leo frases de misión en la vida, disfrutarla, degustarla, catarla... De las que todo el mundo debería creerse a pies juntillas y cada vez estoy más convencida de qué menudo puto engaño. Anda ya! la vida son momentos. Y esos los tengo todos bien ordenados en mi cabeza. Los buenos, los mejores, los que valen la pena en una su carpetita, los malos, los que rompen por dentro, también ahí en esa otra carpetita. Lo ideal sería poder seleccionar ese enorme carpesano y mandarlo a la papelera. Incluso es más, no esperar a que se vacíe sola, sino poder pulsar la opción "vaciar ahora". Que no duelan más, que no se merecen ser recordados, que no se merecen ser dolidos una y otra vez, que no se les permita construir un muro que tape la luz del sol que da vida para matarnos a fuego lento.

Pero mi misión en la vida. Sólo sé que tengo una. Mi pieza TEA. No me gusta esa misión, porque requiere esfuerzo, requiere decepciones, requiere derramar lágrimas, perder mucho de lo que tenía y esperar ganar algún día. Es demasiado lento, demasiado cansado, demasiado frustrante, demasiado todo. Una misión en la que me gustaría sentirme más acompañada y no tan sola. Una misión que desde fuera se entendiera y se apoyara al cien por cien. Sé que tengo el apoyo de más personas de las que creo, sé que más o menos lo estoy haciendo bien y todo ese agotamiento físico y mental da sus frutos. Sin embargo, esa puta misión en la vida, me la ha jodido. 

No me gusta destriparme así porque sé que hago sufrir a quien no quiero que sufra. Pero lo sé de siempre. Soltar lastre escribiendo me alivia, me vacía de las miserias cotidianas, que normalmente me dan igual pero que estos días me comen por dentro. 

Así que si habéis leído hasta aquí, gracias por soportar tanta negatividad. No os preocupéis, mañana volveré a sonreír, a degustar y hacerme mía la alegría de vivir de mi pieza TEA. Hoy, como muchas otras veces, me permito tener un mal día.