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jueves, 10 de junio de 2021

DISTORSIONES

No es fácil. Para nada. Un futuro incierto, que vamos vislumbrando a medida que caminamos. Arenas movedizas que quieren engullirnos. Una rama en la que agarrarnos. Una mano que de vez en cuando nos estira para no hundirnos. Una luz tènue que nos quiere guiar y animar a seguir. Y la sensación es que avanzamos, con un tremendo esfuerzo, desgastándonos lentamente aunque no queramos acceptarlo. Sonreímos con gusto cuando los pasos son livianos y los logros parecen mayores que las derrotas. Nos lo creemos a pies juntillas y respiramos aliviados porque nada indica que algo va mal. Que todo sigue un curso pacífico, que no hay corrientes traicioneras que, como las arenas movedizas, te harán dar pasos hacia atrás.

Hoy, lo que yo creía que era un lugar seguro, donde el día a día fluía con optimismo, de repente parece que no.

El cole, su cole, su vida. Lugar donde mi pieza TEA se siente como pez en el agua, donde siempre he pensado que avanzaba y que el trabajo que realizaban con ella era increíble, donde sus profes se enorgullecían de lo que iba consiguiendo, se ha convertido de un plumazo en otra cosa.

Hoy un baño hirviendo de realidad. Bofetada va, bofetada viene. Nunca en seis años habían hablado cosas tan negativas de mi pieza TEA. Jamás me había planteado que mi pieza TEA fuera un problema allí. 

Pero hoy, hoy he oído tantas cosas, y tan poco constructivas que ni mi voz era capaz de salir. Sólo tímidas lágrimas que no quería soltar. 

Se hace mayor... No hace lo que hacen los demás, sus canturreos distorsionan las clases, ese levantarse de la silla perturba el buen hacer de una clase. El siempre tirar de ella para que haga, cada vez más lejos de sus compañeros, no tiene sentido que esté con sus compañeros, está haciendo un aprendizaje paralelo en un entorno que perjudica el aprendizaje de los demás. 

Primera vez que se abre la posibilidad de sacarlo del cole y que vaya donde aprenda lo que de verdad necesita... Y una losa, y otra y otra más. M. que ve mi cada vez más evidente caída al abismo, intenta apartar una. Habla en positivo y yo con mis ojos llorosos se lo agradezco.

Sensación de "nos lo queremos quitar de encima". Demasiados recursos para uno solo. Y yo pequeñita, y yo desengañada, y yo que alzo la voz y le digo a quien no ha tenido ningún tacto conmigo que deberían recordar siempre que frente a ellos hay unos padres que sufren, que la vida les ha hecho la gran putada del autismo y que ese dolor no se cura. Empatía. Hay maneras y maneras. 

Sé que tienen razón, sé que mi pieza TEA saldrá tarde O temprano de la normalidad de una sociedad en la que molesta, pero ¿Hacía falta decirlo de buenas a primeras? ¿Hacía falta solo hablar de las cosas más problemáticas? ¿Obviar sus avances como algo sin importancia? 

No, mi pieza TEA no ha llegado a su límite. No, mi pieza TEA no es una molestia ni un problema. No, mi pieza TEA no es como los demás, pero no por eso es menos. 
Hoy me permito la rabia. Hoy me permito saber que también nosotros nos hemos topado con la exclusión. 

Nada parece querer cambiar, porque el sistema montado ya está bien. Porque no hay ideas para cambiarlo, porque no reparten oportunidades más allá de la tierna infancia. Y ésta se nos está acabando. Con 9 años. 

Intuyo un último año de tregua. Un último año en ese entorno protector del cole. Intuyo un futuro cercano lleno de cambios que sabía que se harían realidad pero no tan pronto.

Hoy me permito enfadarme con el mundo, con los profesionales que trabajan cada día con mi pieza TEA. Hoy me permito arrepentirme de haber sido madre para darle una vida tan puta a mi pieza TEA. Me permito esas lágrimas facilonas que alivian y duelen a partes iguales. Hoy me permito insultar de viva voz a la vida y gritar pidiendo pararlo todo.

Mañana la calma volverá a mí. Observaré el mundo y seguiré andando. No queda otra.