Ya son nueve. Nueve años escribiendo desde el corazón, reflexionando sobre lo que vivo con mi pieza TEA, destripando mis emociones ante cada suceso del camino. Hay veces que cuesta poner palabras a sentimientos encontrados. Pero al final de un modo u otro las encuentro y empiezan a salir a borbotones. Y así, pongo orden a mi cabeza, a mis pensamientos, a mis decisiones.
Sé que lo digo cada año. Que de una idea tonta nació "mi pieza TEA". Que gracias a este espacio tan íntimo y a la vez tan público, he conocido a mi hijo, he aprendido que a pesar del odio que le tengo al autismo, adoro muchas de las cosas que conlleva. He crecido como persona, he hecho introspección y también he dado que pensar a quien se anima a leerme.
Mi mirada amable del autismo quizás no guste, por edulcorado a veces, por simple otras. Por esconder realidades duras que guarda el autismo. Pero me da igual. Y me da igual porque ha sido, es y será la mejor manera que he encontrado para convivir con ello. Disfrutando y valorando esas pequeñas cosas. Admirando las ocurrencias que mi pieza TEA tiene e intentando comprender su manera de ser y hacer.
Y me gusta tener siempre un guiño hacia todas las personas que me acompañan en este camino. Porque sin ellos el camino no sería tan llano. Se merecen pequeños homenajes, por querer a mi pieza TEA tal cual es, por apoyarme y tener siempre palabras de aliento, por ayudarme en mis bajadas a los infiernos.
Hoy, después de nueve años, sigo pensando que este espacio es lo más bonito que he creado. Soy yo. Es mi esencia.
Y aunque mis palabras sean leídas por pocos, al menos, sé seguro que a estos pocos les importa mi pieza TEA y desean lo mejor para ella.
Así que seguiré siendo pesada. Seguiré contando aventuras y desventuras, seguiré llorando a través de las palabras y seguiré andando intentado disfrutar de este camino que me tocó.