MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR NUESTRO BLOG

sábado, 24 de septiembre de 2022

EXCURSIÓN NO, VACACIONES

Y vuelta al ruedo. Vuelta a la normalidad, a lo cotidiano del día a día, a la llegada de nuevo de un invierno largo y oscuro, que quiero que se acabe antes de empezar y sin embargo temo cuando se acerca el final. Porque cuando empieza sé que el verano queda lejos, que los días gloriosos de playa aún les queda por llegar, pero cuando termina sé que cada vez queda menos para enfrentarnos a un nuevo futuro, al igual que también toca romperse la cabeza para conciliar casi tres meses de vacaciones con el trabajo.

Ese temor tan genuino mío esperando lo mejor pero sabiendo que quizás mi pieza TEA no aguante tanto tiempo sin su querida rutina escolar.

Porque las opciones para ver disfrutar a mi pieza TEA cada vez parecen menos. La playa mola, pero al final aburre, la piscina es genial, pero al final aburre. Paseos, imposible, el calor inhumano de este verano ha hecho imposible tener ganas de caminar. Los parques mientras no entiendan que son necesarias grandes sombras, son lugares vacíos e infernales... Vueltas en coche, compras en el super, algún que otro puzzle y poco más.

Así que este verano decidimos probar suerte y huir del calor yendo hacia el norte. Cinco días con sus cuatro noches. En la montaña, con sus caminos llenos de verdor y humedad. Planificando rutas cortas que seguro sería capaz de hacer mi pieza TEA. Optimismo ante esa escapada, tan diferente a 1lo habitual de cada verano. 

Organizando todos los enseres de mi pieza TEA, puzzles, plastilina, sus bólidos tut tut, que a última hora resurgieron de sus cenizas, el patinete, su tablet y sus viejos móviles. Planificando la comida para las ocho horas de viaje, algo fácil y que le muy encantara a mi pieza TEA. Explicándole que íbamos de excursión a la montaña y haríamos paseos por el bosque. Todo idílico, todo de 10, expectativas acordes a mi pieza TEA... O no. 

Y es que de entrada se nos olvida que a pesar de su rudimentario lenguaje, mi pieza TEA es literal, y si la mama dice de excursión pues eso sabe lo que es, lo mismo que se hace en el cole pero esta vez en coche. Salir del cole coger transporte, visitar algo, volver al cole y dormir en casa. Así que solo llegar a destino y después de investigar el apartamento jugar con todo lo que llevamos para ella, su tímida voz expresó lo que quería: "a casa".

SuperpapáTEA y yo nos miramos. Casi al borde de la derrota antes de empezar esas vacaciones tan ídealmente imaginadas. Evidentemente no cedimos. Insistimos que hasta el domingo no volvíamos. A regañadientes lo fue entendiendo y a partir de ahí, mucho de lo programado se esfumó. Se negaba a caminar mucho trecho, odiaba pasear por los pueblecitos hasta que entendimos que las salidas debían ser a su gusto. Caminar 15 minutos a los sumo e ir al parque cercano. Ir a una gran ciudad a 80 km de nuestro alojamiento para encontrar un parque enorme en el que mi pieza TEA pudiera ir patinete arriba patinete abajo y si encima tenía toboganes y columpios, mejor. Repetir dos veces más nuestro rato en el parque del pueblecito cercano, conducir por carreteritas de aquí para allá, escuchando cada día ese: "a casa". Sorteando dificultades, consiguiendo un rato de paseo, verla sonreír y ser feliz como siempre, descubrir cómo le sorprendían esas vacas enormes que campaban libres por la carretera, a dos metros de su cara. Y finalmente, decidir probar suerte en un restaurante y salir hinchados de orgullo por lo bien que estuvo, por lo bien que se portó, por la paciencia de estar sentada y esperar a que pagáramos.

Las cuatro noches pasaron. La vuelta fue ardua porque mi pieza TEA quería llegar a casa a los diez minutos de salir. Pero lo conseguimos.

Un viaje con sabor raro, agridulce quizás, pero no amargo. Un poco de tristeza por no haber cumplido expectativas, pero con esa alegría de saber que a pesar de todo, estuvo bien, se divirtió y pudimos compartir días en familia.

Ahora ya sabemos que nunca más diremos a unos días fuera, excursión, nos planteamos nuevas escapadas cortas para que se acostumbre de nuevo a salir y hacer cosas nuevas, a planificar lugares en los que pueda gozar, ya sean parques, paseos en patinete o caminatas cortas por la montaña.

Una vez más aprendo a seguir conviviendo con mi pieza TEA, con su autismo que corta alas, pero que nos va guiando por el camino. 

Unas vacaciones que definitivamente, NO son para olvidar.