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sábado, 16 de mayo de 2020

PERO A TU LADO

Tu primer contacto sin saberlo con el autismo de mi pieza TEA fue en su segundo cumpleaños. Experta en niños porque tenías tres y yo era madre primeriza, cogiste a mi llorosa pieza TEA y le fuiste a lavar la cara "eso le hará reaccionar"... Todos pensábamos que era un berrinche normal en un niño de dos años, superado por la emoción de celebrar con tantísimas personas su cumpleaños. No sabíamos, o mejor dicho, no sabíais que detrás de esos lagrimones descontrolados se escondía un autismo que derrumbó mi día a día.

Han pasado los años. Poco a poco hemos normalizado las peculiaridades de mi pieza TEA, como hemos podido. Algunos han tardado más en aceptar y comprender, otros han disfrazado la pena distanciándose y otros, como tú (al menos yo lo vivo así), hemos aceptado su manera de ser y estar. Desde pequeño Ju he visto cómo has tratado a mi pieza TEA, cómo sin pedir nada a cambio le has dado cariño y valor a las pequeñas cosas bonitas de este pequeño torbellino. Has quitado importancia a todas las camas desmontadas que mi pieza TEA ha convertido en divertidos toboganes, has hecho fácil el poder estar tranquilos durante cenas, comidas y celebraciones varias, preocupándote por que tuviera su comida favorita, diferente muchas veces a lo que teníamos los demás para comer. Has buscado, junto a ETB, un canguro esporádico para que pudiéramos disfrutar de un ratito de serenidad, liberados de la constante vigilancia que necesita mi pieza TEA. Incluso has aceptado jugar a pasearla por tu casa sentada en una silla de despacho. Parriba y pabajo, obedeciendo a las demandas de "sigue que voy muy cómodo". 

Mi Arnauet, como le llamas siempre tú, es feliz cuando os viene a ver, sabe que no es terreno hostil y que hay margen para ser niño sin que os enfadéis con él. Y yo os agradezco que hagáis la vista gorda con el asilvestramiento de mi pieza TEA.

Pero es que Ju, a parte de ese aceptar sin peros a mi pieza TEA, has cuidado y cuidas de las otras dos personas que más quiero en el mundo. Quien entra en nuestra familia sabe que vamos en pack. Que no tan solo habrá unos suegros sino que habrá unos "tiets" que siempre estarán ahí. Y los has mimado, los has querido y los has tenido en cuenta sí o sí. Reído con ellos, llorado por ellos, bailado con ellos... Mis padres, tus otros tiets, porque no has dos sin tres ni tres sin cuatro. Y a mi en la distancia me tranquiliza que estén tan bien arropados. 

Y es que Ju, son tantos años con nosotros. Llegaste hace mil años. Yo era una niña todavía, con sus incipientes paranoias adolescentes, con sus reticencias ante esa chiquita de cara buena que ETB traía a la familia convencido que sería para quedarse, sin peros, sin excusas. Hablar de lo que significabas para mí en aquel momento la verdad es que no vale la pena. Para mí era complicado tratarte, por mi timidez, por el estar acostumbrada a estar rodeada de niños y ninguna niña... Para mí había un abismo entre tú y yo... Pero forma parte del pasado, de pensamientos de niña insegura que el tiempo se ha encargado de derrumbar y desmentir.

Desde siempre, he sido como una especie de pegote. Me habéis llevado de excursión, a la playa, a las verbenas de San Juan, a esquiar, a comer por ahí. Alguna vez os lo he puesto complicado por esas paranoias mentales que me acompañaron durante mucho tiempo y que a pesar de que seguramente os jorobaba, capeábais el temporal a base de palabras y bromas asurdas.

Hemos vivido mil noches de primos. Esas noches eternas en el Tipi, o en vuestra casa. Nunca había prisa por irse a dormir. Había noches que las risas y las estupideces varias me daban vida, nos hacían eternos, vivos y libres. O esos días de cantar y bailar hasta no poder más en nuestra casa o en la vuestra, da igual, porque es necesario olvidarse de la realidad, vivir el aquí y ahora. 
Esas verbenas que suelen acabar con los cuatro de siempre, tú, ETB, S. y yo. Hasta el amanecer. Con un último gin, con un desayuno a las siete de la mañana, donde pasamos de reir a hablar de nuestros "miedos", de esas verdades que no contamos porque hay que ser fuertes. Ahí hemos llorado más de una vez. Quizás porque todo lo que llevamos en el cuerpo nos hace más livianos o quizás porque necesitamos soltar lastre. Y lo bueno es saber que todo lo hablado ahí se queda, quizás porque se olvida, quizás porque sabemos que eso son confidencias al amanecer, donde la confianza entre nosotros nos hace abrirnos.

Ju, para mí, estos años, en esta etapa de mami azul, has sido indispensable. A tu manera me has hecho sentir que lo hacemos bien, que la batalla que estoy librando es dura pero que vamos bien. La bondad y la sensatez que pones en tu vida, la transmites a las nuestras. No podías ser mejor para el soñador de ETB, ni para los pesimistas de la familia, ni para los indiferente. Eres indispensable en nuestra familia. Te lo has ganado a pulso.

Y sabes qué? que me da rabia no poder estar hoy. No poder felicitarte, no poder brindar con nuestras cervecitas bien frías, ni pasar al gin después de comer. Pero lo haremos, tarde o temprano, lo haremos. Porque la ocasión se lo merece. 

Por muchos días más, por muchas más canciones cantadas y muchos bailes imitados, por muchas  más risas compartidas, por menos lágrimas y por seguir disfrutando del aquí y ahora contigo y con la hermosa familia que has construido.

Te quiero Ju.




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