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viernes, 15 de enero de 2021

NOCHE DE REYES

Ya han pasado unos días del inicio del nuevo año. Atrás quedan esas vacaciones navideñas un tanto extrañas, un poco descafeinadas, con una pizca de tristeza y ese breve entusiasmo mezclado con algo de esperanza para un futuro mejor. 

El pasar de los años y el ver crecer a mi pieza TEA empieza a pesar en nuestras espaldas, no por nada en concreto en realidad. Sigo pensando y creyendo que tiene mucho camino por delante, que todavía puede demostrar más de lo que ya ha demostrado y que repartirá más collejas a los incrédulos que no creen en ella. Lo sé, estoy convencida. El límite, ese que tanto miedo nos da, aun no se avista en el horizonte. Así que como siempre, cogidos de la mano iremos hacia allí.

Sin embargo me pesa, me duele en el alma lo que ya no podrá ser nunca. Chorradas seguramente, pero el tiempo se escapa entre mis dedos, no puedo retenerlo para vivir lo que no he podido vivir con mi pieza TEA. Es un lío de sentimientos que se agudizan en Navidad. Son las fiestas de los niños, de la ilusión, de los nervios difícilmente controlables, de las noches que cuesta dormir esperando que se haga de día. Són épocas de escribir cartas a los Reyes Magos, de pedir un sueño que se haga realidad, de devorar los anuncios de juguetes e imaginarlos en propiedad. 

Es complicado. Sé que muchos me dirán que hace unos años era incapaz de hacer cagar el Tió, que por muchas cajas envueltas en papel de regalo brillante y hermoso que le pusiéramos delante daba igual, porque era como si no las viera, como si la curiosidad no existiera. Hace un par o tres de años coge caja por caja y desenvuelve con extremada concentración... Canta la canción del cagatió y pica como todos sus primos ese tronco que llega a casa envuelto en una manta para quedarse unos días. 

Sí, y por todos esos cambios estoy contenta, pero me gustaría más. Pienso que está entrando en el momento de contar ciertas verdades que rompen la magia de la Navidad, pero que para qué voy a hacerlo si tampoco lo vive como lo hacen los demás.  Es todo demasiado triste para mí. Aunque no pierda las ganas de hacer que participe, aunque me rompa la mollera para escribir su carta, deseando haber acertado, aunque mi voz suene alegre y expectante el día seis por la mañana para sorprender, para despertar su curiosidad... Sigue siendo triste.

La noche de Reyes recibí un escrito que me removió por dentro. Que me dio un baño de realidad de todo lo que el autismo nos ha robado y todavía no nos habíamos dado cuenta.. Porque yo quería que mi hijo tuviera los Reyes que yo tuve. Porque desde que supe que tendría un hijo alimenté sueños romanticones que  se rompieron al cabo de dos años de haber nacido. Soñaba con jugar juntos, a juegos distintos, a bailar toda canción que escuchásemos, a ayudarle con los interminables deberes del cole, a que viniera corriendo hacia mí cuando saliera del cole, tener nuestras conversaciones secretas, escuchar la incesante verborrea de los niños cuando empiezan a hablar... Soñaba... Pero no llegó y no sé si algo llegará.

Los reyes de mi pieza TEA intentan desde siempre que el día de Reyes sea un día mágico. El primer año acertaron con un precioso tobogán, la clavaron al siguiente con una cama elástica y a partir de ahí empezaron a ganar las derrotas ante los aciertos... Cada vez más. Pero sé que no se cansan de intentarlo. Me duele pensar que ese esfuerzo por probar y probar no signifique nada para mi pieza TEA como lo ha significado para mí lo que mis Reyes Magos hicieron para ver brillar mis ojos, para ver dibujada la mejor de las sonrisas ante ese comedor de sueños cumplidos. Me duele saber que los Reyes de mi pieza TEA jamás recibirán ese beso en la frente que yo, este pasado día de Reyes no pude evitar hacer a mis reyes particulares.

El tiempo pasa, no se detiene y hay que aceptar que no es como yo lo hubiera querido, pero ha sido. Y ha sido bonito. Y he sabido transmitirle felicidad a mi pieza TEA, no cuando es fácil, con regalos o excursiones deseadas. No, la he hecho, bueno no, la hemos hecho feliz día tras día, aprovechando sus demandas silenciosas, escuchando sus miradas, interpretando sus gestos.

No habrá beso en la frente, pero siempre estará su sonrisa eterna. 

Os dejo el escrito en cuestión. Desconozco el autor, pero agradezco que lo escribiera.

"Una vez vi los Reyes Magos. No eran tres, eran dos y eran los mejores magos que he visto nunca. Se las arreglaban para que siempre hubiera algo a los zapatos, el mínimo, lo que fuera. Aunque no tuvieran nada, ellos conseguían que hubiera lo que para nosotros era todo.

Al tercer nunca lo vi, pero seguro que estaba cuidando los camellos. Nunca, nunca olvidaré a los dos reyes magos que vi. Seguro que vosotros también los visteis y sabéis quiénes son y que eran más magos que reyes. Si ha dejado de creer, si esta noche no ponga los zapatos, ni la paja, ni el agua, acérquese a sus reyes, dales un beso en la frente (sabéis que los tiene cerca) y los que no les tiene, sabed que desde un cielo precioso siguen viajando para seguir entregando ilusiones y sonrisas...

Agradeciéndoles la herencia porque ahora muchos de vosotros os habéis convertido en reyes y en magos. Y tal puede dejar a sus hijos esa magia que los convertirán en reyes y en magos... Y tal vez, dentro de unos años, vosotros recibiréis el beso en la frente y así será hasta el fin de los tiempos...

Feliz noche por los Reyes de hoy, los de ayer y los Reyes del futuro, porque no hay mejor reino que el mágico, ni mejores Reyes que vosotros...

Feliz noche de reyes a todos !!!! "