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jueves, 27 de octubre de 2016

COMER, COCINAR, PARTICIPAR

Mi pieza TEA es un fan del comer bien. Del comer comida casera, hecha con mimo y con sabor. Le gusta la comida de cuchara, algo muchas veces raro de ver en niños pequeños. Come lentejas y garbanzos con sus salchichillas y su chorizito todo bien guisado. Disfruta con ese sabor fuerte y lleno de historia de las cocinas de la abuela. Le chifla comer macarrones hechos con un buen sofrito de cebolla y tomate. Y la sopa, la sopa también le gusta, pero tiene que ser con fideos (pequeños, medianos o grandes, da igual) o con maravilla, si no, se niega a probar bocado. Los canelones son su debilidad. En eso ha salido a su padre y a mí. A superpapáTEA le encantan y yo desde muy pequeñita digo que es mi plato favorito. De hecho, cuentan que para Navidad, concretamente en San Esteban, cuando tradicionalmente comemos sí o sí los canelones de superabuelaTEA, estando todos en la mesa y yo con la edad de mi pieza TEA (4 añitos) dije una de las frases que pasará a la posteridad.

Año 81. La primera cadena puesta de fondo, actuaban grupos de la época hasta que apareció Mecano, con sus canciones ochenteras tipo "maquíllate" u " hoy no me puedo levantar". Yo me las sabía todas porque mi primo mayor me las enseñaba y yo las cantaba, quizás si entender algunas cosas pero era el grupo del momento  y eran canciones pegadizas. Todos sentados en la mesa, en aquella época éramos nueve porque mi abuelo vivía. Mi madre, sacando la tremenda bandeja de 80 canelones recién gratinados y repartiendo... "4 para tí, 3 para tí, tú que comes más 5... va sí que se tienen que acabar" y mientras miraba mi plato escuché los primeros compases de una canción de Mecano y sin más lo solté: "a mi m'agrada Mecano com els canelons" (a mi me gusta Mecano como los canelones). Ojos como platos de todos los adultos y acto seguido risas. Pero era así. Supongo que lo sentía así, tal cual. Mi plato favorito mi grupo favorito... pues me gustan por igual. Y es que no había ni hay canelones tan buenos como los de superabuelaTEA. 

Mi pieza TEA se come todos los canelones que pasan por sus manos. Le gustan tanto que da igual si alguna vez tienen un gusto más fuerte de lo normal o saben diferente. Creo que sería capaz de vivir exclusivamente de comer canelones. En cambio, no es como los demás niños. Mi pieza TEA es incapaz de ponerse una patata frita crujiente a la boca, ni se mira los ganchitos. Tampoco le gustan los nuggets, ni las fantas, ni los zumitos, ni las natillas, ni los helados. Antes, hace un año quizás, me daba rabia que todo lo que gusta a los niños a él le dieran arcadas, hasta que comprendí que tiene un abanico enorme de platos que le gustan, de comidas que podemos encontrar fácilmente en un restaurante,  o que en casa de cualquier amigo se puede hacer. 
Pero lo que más gracia me hace, aunque en realidad, un día podría ser un problema, es ver casi como se le hace la boca agua cuando ve a superpapáTEA trasteando en la cocina. Y es que es papi quien le cocina esos platos tan y tan rebuenos. Me gusta ver cómo se acerca a los fogones y de puntitas mira por encima de la nariz lo que se está cociendo. De hecho, al principio le pedía a superpapáTEA que lo subiera en brazos (desde arriba se ve mejor), después de puntitas y ahora coge el taburete y se lo planta al lado de su padre para mirar a ver que hay (se lo enseñó superpapáTEA). 
Explico esto porque visto el interés por la comida y la cocina, un día decidí cocinar un bizcocho de esos de yogur con mi pieza TEA. Pensé: "con que eche los yogures de harina y azúcar ya seré feliz". Y la verdad es que empezó todo bien. Se subió al taburete y por una vez en la vida estaba atento a lo que íbamos a hacer.... Hasta que casqué el primer huevo y cayó clara y yema en el bol. Fue ver esa cosa viscosa caer y a mi pieza TEA le empezaron a venir arcadas... Se bajó del taburete y no volvió. Fue frustante. Muy frustante. 
La siguiente vez que decidí contactar a mi pieza TEA con la cocina fue dejándole un plato con harina. Y ahí sí. Ahí tocó, manipuló, chafó, tiró la harina a la mesa, la esparció por toda la mesa como si fuera a amasar pizza y cuando se cansó se largó. La cocina hecha un asco, pero yo feliz. Porque sé que disfrutó, que exploró, y que quizás, sólo quizás, cuando esparcía la harina por la mesa imitaba a su padre cuando hace masa de pizza.


Y ahora, como cada año desde que va a la guardería, en época de castañas y boniatos, manda la tradición catalana hacer panellets. Tanto en la guardería como en el cole, los niños hacen las bolitas de mazapan y las decoran. Mi pieza TEA siempre lleva su bol y su delantal por si quizás le diera por participar. La esperanza nunca se pierde, o al menos se intenta.  Pero tanto en los dos años de guardería como en el primero de cole, Arnau decidió no hacer nada. Estar  dos minutos medio obligado y marcharse a otra cosa mariposa. 
Este, el cole, que cada día me sorprende más con el gran esfuerzo y trabajo que hacen con mi pieza TEA, anticipó la actividad de hacer panellets con una secuencia de pictogramas, que me plastificaron y me dieron para que yo también le fuera contando lo que iban a hacer. Y se lo expliqué, una, dos, tres y mil veces, como quien no quiere la cosa.

 

Y llegó el día. Y se lo volví a explicar. Y lo dejé en el cole, con la esperanza de que ojalá quisiera participar. Y volví a buscarlo. Con la esperanza de oír una voz que me decía que sí, que había hecho la actividad, que no se había enfadado. Y sí. Como siempre siempre, mi pieza TEA me sorprendió. Mi pieza TEA fue capaz de sentarse con los demás, toquetear la masa, probar la masa, estrujarla entre sus manos. Sí, mi pieza TEA, participó, a su manera, a la manera que yo aspiro por ahora. Y estoy muy feliz, y me lleno de satisfacción porque sí, porque mi hijo, lo ha hecho... a su manera, pero se ha iniciado en el camino de la cocina.




  
 

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