MUCHAS GRACIAS POR SEGUIR NUESTRO BLOG

sábado, 31 de mayo de 2025

NUEVOS COMIENZOS

Es curioso cómo la vorágine de los primeros años de mi pieza TEA daban tanto de sí. Tantas cosas por contar, tantos detalles a los que prestarles atención. Siempre tenía algo que explicar. Todo parecía importante. Se sucedían los avances, lentos pero seguros, con alguna caída que pronto olvidaba. 

Estamos en una época de cierto sosiego, de cierto ir paseando sin mucho que decir. Como a la expectativa. Los cambios de este último año, han sido grandes. Por un lado, el cambio de colegio, de gente con la que relacionarse, el entorno. Todo muy diferente a lo que era totalmente conocido por mi pieza TEA. Ha sido una sorpresa. Para bien. Porque es feliz como una perdiz. Habla mucho más y es como más persona. Sé que queda feo decirlo, pero su bondad gana adeptos y eso, eso es más que bonito.

Los cambios siguen. Ahora toca cambiar de hogar. Cerrar puertas para abrir otras. Es como cerrar la última página de un libro del cual sabemos que hay una segunda parte. Quizás haya personajes que desaparezcan en esta segunda entrega, porque ya nada tienen que ver con los protagonistas, mi pieza TEA y yo, o porque escogieron caminos antagónicos al nuestro. Quizás tomen importancia personajes de relleno que había en la primera parte. Tal vez hayan giros inesperados que ni en sueños yo podría imaginar. O tal vez sí. ¿Quién sabe? ¿Y si en esta segunda entrega aparece el famoso clic de mi pieza TEA? ¿Y si el autismo va convirtiéndose en menos autismo? O en mi propia senda, ¿y si cambio mi rumbo? ¿y si aparece (cosa que no está en mis planes) un compañero para el resto de mi vida? 

Como en las novelas, en la vida, puede pasar cualquier cosa. La lástima es que no hay escritor que decida. No hay quien tiene el poder de movernos como marionetas. Porque, al fin y al cabo, quien escribe es un titiritero magistral que lleva a los personajes de aquí para allá a su antojo. Que puede ser benevolente, pero puede ser cruel y frío. Puede dar felicidad o dejar que la desgracia inunde las vidas de los actores escritos. ¿Destino? No lo sé. Creo, eso sí, que todo pasa por algo, que todo tiene un por qué, a corto o largo plazo. Que aunque los sucesos sean malos, después serán compensados. Que esto o aquello tenía que suceder para que eso o eso otro llegara. 

Así que el giro radical de hace algo más de un año tenía una misión. En realidad no sé cual, pero de momento, ha forzado un cambio de hogar. Antagónico a lo vivido hasta ahora. No casa, piso. No pueblo, ciudad. No aislamiento, jolgorio. 

Da un poco de vértigo. Pero está hecho pensando única y exclusivamente para mi pieza TEA. Para que en un futuro tenga todo lo indispensable cerca, que pueda ir andando a por el pan, que podamos ir pasear sin necesidad de coger el coche, que pueda ver gente, interactuar con esta gente si es menester, no sé. Hay muchas esperanzas puestas en este nuevo comienzo. Pero también hay miedos. La vida de mi pieza TEA ha girado en torno a un pueblo que lo acogió como uno más, una casa grande en la que correr arriba y abajo, pasillo va, pasillo viene, un jardín en el que fue libre y en el que hace más de un año que no quiere ni salir. Conoce todos los rincones de la única casa que ha conocido como hogar. Pero mientras hemos vivido aquí, también ha habido cambios. Uno bien grande, pasar de ser tres a ser dos (al menos bajo el mismo techo). Lo ha llevado más que bien. Ha ganado más que ha perdido, en realidad. Así que me convenzo a mí misma que, ¿por qué no va a llevar bien la nueva andadura?

Hace un par de días, mi pieza TEA dio el primer paso. Él mismo fue quien propuso ir a dormir al nuevo hogar. No me lo creía. No podía ser tan fácil. Le pregunté como cincuenta veces durante el día dónde dormiríamos aquella noche. La respuesta, siempre la misma. Y lo hicimos. Y cenamos sentados en dos sillas plegables, en un comedor todavía vacío de vida, pero con más vida que nunca. Alrededor de una vieja mesa que en breve terminará sus días en el vertedero. Y dormimos, cada uno en su habitación, no sin antes verlo dormirse cogiéndome la mano como si no quisiera que me escapara. Y nos despertamos. Y desayunamos. Y nos fuimos. Cada uno a sus quehaceres. Yo a mi trabajo, él a dar guerra y risas a su cole. 



miércoles, 30 de abril de 2025

Y SE FUE LA LUZ

 Sí yo también.

Pero no lo hago para decir lo mismo que otros. No elucubro hipótesis terroristas, ni guerras futuras, ni caos mundial.

Eso ya lo explican otros. La evidencia no es que estamos vivos porque vivimos enchufados a la electricidad. La evidencia es que hemos creado un mundo dependiente de algo artificial y nos volvemos locos de atar sin ello.

El ser humano se destruye a sí mismo. El ser pensante, al final, no sé cuándo, destruirá lo construido en un círculo que apenas ve vicioso.

Pero tampoco quería hablar de esto. No. Quería y quiero hablar de la oscuridad y de mi pieza TEA.

No se habla del caos de los enanos con (dis)capacidad, acostumbrados a pulsar el interruptor y, sin preguntarse mucho más, ven luz. Creen que tienen el poder. Ahora apago, ahora enciendo. Ahora veo, ahora dejo de ver. Es magia. Y la magia siempre triunfa. Menos ayer. Y no comprender que pulsar el interruptor no es sinónimo de luz fue infierno. Para mí, pero sobretodo para él.

Pero lo peor no fue esa negruzca tarde-noche. Lo peor fue no estar conectado. No poder utilizar sus viajes por google maps para descubrir por enésima vez enormes torres eléctricas (tiene su guasa, adorando torres rotas).

Lo peor fue que aceptara que debíamos estar a dos velas, nunca mejor dicho, sin luz y sin conexión a internet.

Lo peor fue que perdiera un diminuto papel plastificado que pone 2017, que forma parte de una serie de diminutos papeles plastificados que van del 2000 al 2024, y que yo no pudiera encontrarlo porque nada me iluminaba bien. Y el caos mundial, se convirtió en caos hogaril. Chillidos, rabia, lágrimas, insomnio…

Se durmió, ayudado por esa sustancia natural llamada melatonina. Sin haber podido ver la luz, sin haber podido viajar por sus carreteras llenas de coches inmortalizados en Google maps.

Y a la una de la madrugada… Magia. La casa casa se iluminó. El ruido de los cacharros eléctricos cantaban joyosos y mi pieza TEA despertó con una simple palabra: “llum”.

Y se fue directo al ordenador. Y lo encendió. Y pudo viajar. Dos minutos porque lo mandé a la cama.

Dos horas más tarde, sus ojos decidieron que esta harto de tanta luz.



domingo, 20 de abril de 2025

SÉ FELIZ EN LA LUNA, BLAU

Llegó un 15 de agosto de 2016. Nos dejó un 8 de abril. Hace apenas doce días. Soñaba que aquel cachorro y mi pieza TEA llegaran a ser inseparables. Imaginaba dos pequeños seres, uno peludo y el otro con rizos indomables. Dos pequeños unidos por el juego. Soñaba con verlos a los dos dormidos juntos. Uno dentro de la cama, el otro a sus pies, calentándolos en invierno.

Deseaba con todo mi corazón que aquel cachorrito, al que llamamos Blau, se convirtiera en el amigo fiel que necesitaba mi pieza TEA. Como cuando yo, siendo pequeña y jovencita tuve a mis otros dos perros. Creía con firmeza que Blau sería un apoyo real para mi hijo. Soñaba tantas cosas, que la realidad fue incapaz de alcanzar esos sueños. 

Mi pieza TEA aceptaba a su perro. Crecían uno al lado del otro, pero creo que nunca llegaron a conectar, en realidad. Blau, a su manera perruna, se esforzaba por ganarse los mimitos de esa criatura tosca y loca que lo apartaba si le molestaba. Blau agradecía aquellos intentos de caricias que mi pieza TEA, algo obligada, le arreaba en el lomo y, alguna que otra vez, en su cabecita peluda.

Conseguimos que le lanzara la pelota varias veces. Sin ninguna fuerza por parte de mi pieza TEA, con gran alegría por parte de Blau, que dejaba la pelota a los pies de un niño reacio a cualquier animal. 

Blau quería ser uno más de la familia. Blau quería ser un niño más cuando jugábamos con mi pieza TEA. De hecho, creo que Blau estaba convencido que el juego iba con él a la vez que iba con mi pieza TEA. 

Lo que sí hizo nuestro peludo favorito, fue despertar la curiosidad de mi pieza TEA. Descubrió su lengua rosada y larga, se deleitó con la suave y larga cola del perro. Tocaba las pezuñas del  pobre perro porque eran mulliditas. Y Blau se dejaba hacer. Mi pieza TEA era capaz de cogerle el morro y abrirle el hocico solo con la intención de ver su larga lengua rosada. No se enfadaba si Arnau le tiraba de la cola y tampoco decía nada cuando cogía con fuerza su patita para tocarla.

Pero lo que más le gustaba a Blau era cuando mi pieza TEA, siempre descalza, nunca con calcetines puestos, le empezaba a toquetear el pelo con los pies. Era el paraíso para Blau. Panza arriba, dejaba que los pies de mi pieza TEA fueran de aquí para allá, pelo arriba pelo abajo. En un momento de tremenda delicadeza, donde el tacto se agudizaba al sentir el suave pelo de nuestro peludo. 

No sé. Blau ha dejado un vacío dentro de mí. Me ha acompañado sin discusión durante este último año donde todo se giró del revés. Siempre a mi lado, siempre dándome un cariño más que incondicional, como si supiera que necesitaba de su compañía y su cariño perruno. No estaba previsto, no lo esperábamos. No sabíamos que nos dejaría tan pronto, con esa sensación de haberlo disfrutado menos de lo que hubiera querido. He tenido que guardar todo lo que había planeado con él. Quería salir a pasear con mi pieza TEA y con él, los tres, porque nunca me había atrevido. Quería llevarlo a correr por la playa en invierno, pasearlo por las mañanas de primavera y lucirlo al aterdecer en verano. Ya no podrá ser. 

Me quedo con todas la fotos que me cuentan que estaba equivocada. Que Blau y mi pieza TEA sí eran inseparables. Me quedo con la idea de que Blau fue el guardián número 1 de mi hijo. 

Mi pieza TEA, por su parte, sabe que Blau no está. Que lo dejamos en Barcelona, pero ahí tampoco está. Sin embargo, sabe que, si mira a la luna, verá como corre feliz mientras vigila que todo vaya bien. 

Blau, tu nombre que te lo dí por Mi pieza TEA y por ese azul que abandera en muchos casos el autismo. Blau, perro fiel, perro bueno, perro bonito. Blau, inolvidable. 



miércoles, 2 de abril de 2025

PER MOLTS ANYS SERGI!

 El tiempo pasa. Todos crecemos y hoy toca celebrar un cumpleaños. Porque uno más de mis 17 imprescindibles cumple años. 

Hoy el del pelo rizado, cumple sus 18 primaveras. Adulto también. Es Sergi, el segundo de los tres primos, los tres mosqueteros a cual más distinto. También es quizás el más desconocido para mí. Pero eso no quita que sea imprescindible. 

Y es que Sergi es, de los tres primos el que da los abrazos más fuertes, al que no le importa saludarme con un bonito abrazo, de los que llenan, de los que se agradecen porque no los esperas, pero que te hacen sentir energías renovadas. 

Sergi, con su morro desde bien pequeño, con su picardía heredada de su padre (lo sé seguro, puesto que he crecido con él). Con un desparpajo que arrasaba y casi desdibujaba a sus otros dos primos. 

Quizás la gracia de los tres primos es lo distintos que son. Sin embargo, es fantástico verlos juntos, disfrutarse mútuamente, desde bien pequeños. 

Ese recuerdo de los tres jugando en las fiestas de mis cumpleaños. Ese liderazgo que ejercía tan pequeño y que el tiempo ha moderado. El portavoz de las pelotas colgadas en la casa del vecino, o los silencios de cosas que se rompían de un mal balonazo. O cuando mi pieza TEA hacía algo no muy bueno, que raudo y veloz 

¿Y qué decir de su relación con mi pieza TEA? Pues, a parte de los rizos y del color del pelo (pues podrían pasar perfectamente por hermanos), desde que nació mi pieza TEA se acostumbró a vigilarlo, como los otros dos, pero siempre buscando ayudarme y ayudar al primo pequeño, aquel que tiene autismo. Aceptando, queriéndolo, sorprendiéndose de las rarezas de mi pieza TEA. Lo ha cuidado, como un hermano, me ha ayudado sin esperar nada a cambio. Y eso es bueno. Y eso es bonito. Y eso es lo que más puedo agradecerle. Porque como todos los demás, me han hecho más fácil el lidiar con mi pieza TEA cuando nos juntamos. 

Així que Sergi, només et puc dir que moltíssimes gràcies. Que desitjo que el camí que has triat, sigui el més bonic que pugui haver. Que segueixis sent tu mateix, fidel a la teva essència, estimant com estimes als teus i cuidant-los com sé que els cuides.

T'estimo moltíssim!

Arnau i Mon




domingo, 30 de marzo de 2025

PASAN 1, 2, 3... 10 AÑOS CAMINANDO CON MI PIEZA TEA

Los días se suceden de manera plácida. Con el despertar de la primavera, al parecer, mi pieza TEA también se vuelve primaveral. Estallidos de euforia casi descontrolada. Me parece bien. Si sólo fueran de día. Sin embargo, las noches amanecen llenas de risas locas a las tres de la madrugada. Las palabras infinitas surgen sin parar. Necesitan ser respondidas, ya que si no insisten y se repiten sin descanso. 

Los días son plácidos, sin mucho descanso pero con muchas risas. Sin pequeñas grandes historias, pero con muchos bravos merecidos. No es un ni fú ni fá. Es vivir, es caminar distraídamente pero con ganas de seguir avanzando. Y eso está bien. No hay grandes logros, es cierto, pero tampoco hay derrotas que llorar. 

Mi pieza TEA crece. Es un adolescente sin casi ninguna de las movidas de los adolescentes. Su carita de niño se va difuminando a pasos agigantados. Esa cara redonda, aunque sigue redonda, va angulándose por momentos. Esa piel suave, rosita, va tornándose piel peluda. Su altura, ya de por sí alta, sigue escalando hacia el cielo. Ya no lo miro desde arriba, sino que es él quien lo hace. Sus abrazos ya no son de koala, son de oso panda. Más fuertes, más envolventes y sanadores. Lavar su ropa ya no lo puedo hacer de una atacada, necesito dos o tres lavadoras, porque son muy grandes. 

Y yo. Yo también crezco. Ya no físicamente puesto que voy de bajada, lenta, faltaría más. Pero aparecen las primeras arrugas, se vislumbra alguna cana, el cuerpo se redondea donde menos gusta. Pero crezco. Como persona. Una versión pro. Lo tengo claro. Nunca antes me había mirado con tanto mimo, con tanta admiración. Nunca antes me había aplaudido a mí misma por ser como soy. Nunca me había querido tanto como lo hago ahora. 

Quizás por eso, por esa mirada amable hacia la vida, hacia mi pieza TEA y hacia mí, los días son plácidos. Es como aquello de celebrar la vida. Disfruto de mi hijo, quizás más que nunca, a pesar de que ya no hay juegos compartidos. Pero hay palabras, juegos de palabras y algún atisbo de diálogo. Me conformo con eso. Me conformo con ver que su sonrisa sigue intacta, que su manera genuina de vivir su vida sigue siendo igual de feliciana. Me conformo con lo que me da cada día.

Y así, andando por la vida. Sin pausa, pero sin prisa, hemos llegado a los 10 años del blog. Años escribiendo para mí, para quienes pierden dos minutos leyendo las idas y venidas de mi pieza TEA (y las mías).

Hemos crecido juntos. Mi pieza TEA y yo y los que estáis ahí detrás. Sé que de alguna manera Arnau es un poco vuestro. Habéis celebrado sus triunfos con nosotros, me habéis escrito palabras preciosas que me han emocionado e, incluso más de una vez, me han hecho llorar. Me he sentido arropada durante estos diez años por los míos, que nunca fallan, y por los que estáis ahí detrás, sin conocernos, pero conociéndome mucho a mí. 

Gracias de corazón. Compartir el camino de mi pieza TEA con vosotros ha sido y es lo mejor que me ha podido pasar en esta vida. ¡MUCHAS, MUCHAS GRACIAS!



domingo, 16 de marzo de 2025

HAN PASADO 3 MESES CASI... ¿Y ESAS EXPECTATIVAS?

A principios de año, en una plataforma muy chula de la que no diré el nombre para que no se intoxique demasiado, lanzaron una propuesta sobre escribir las expectativas para 2025.

No me acordaba que yo la hice. Que yo escribí mis expectativas. Muchas tienen que ver conmigo, otras con mi pieza TEA. 

Hoy toca releerlas y ver si vamos por buen camino (que ya adelanto que pse). Hay tiempo de enmendar la procrastinación para con este espacio. Lo reconozco, un poco polvoriento lo tengo, pero lo sigo queriendo como quiero a mi pieza TEA, porque de hecho este espacio y mi chico van de la mano siempre.

Sin mucho más que añadir, transcribo lo escrito a principios de año. (prometo volver con entradas dignas de este espacio).



DOS PREMISAS: DÓNDE ESTOY, DÓNDE QUIERO LLEGAR

Poner palabras a la premisa 1 dónde estoy creo que se me hace más que complicado. En un año 2024 que ha sido el punto de inflexión en mi vida, donde todo se ha ido al garete, menos mi trabajo y la publicación del precioso cuento de mi hijo “Las cajitas de Arnau”, me ha tocado recomponerme y ponerme modo paleta, ladrillos y cemento en mano, para alzar mi nuevo mundo.

Ahora mismo puedo decir que laboralmente me siento realizada, que mi trabajo, una sencilla educadora de guardería me llena más que me vacía. Es lo que durante el 2024 me hacía levantarme cada mañana y sonreír a una vida que quiso arrancármela de cuajo (la sonrisa claro). No niego sin embargo, que me gustaría tener más responsabilidades, cobrar un poquito más y aportar nuevas ideas para mis babies, pero por ahora no tengo mayor expectativa en esta parcela de mi vida que seguir disfrutando del trabajo de mi vida.

Parte económica. Ni para lanzar un petardo. Pero bueno, ahí vamos. ¿qué me gustaría que este año hubiera un cambio económico? Pues claro. No pido mucho, solo un pequeño aumento de sueldo (a poder ser más del 0’5% prometido). No quiero cambiar de trabajo. Me gusta demasiado. Los niños, el ambiente, el lugar, los papis y mamis… Así que sólo que la nómina variara de números, bailaría una sevillana cada mañana al levantarme.

Parte personal. Ahora mismo estoy en un proceso de autocrecimiento personal casi que forzado por las circunstancias del 2024, cosa de la cual me alegro. He aprendido a valorarme, a no tener miedo (bueno, a no tener muchísimo miedo) a todo, a luchar por lo que quiero, a no regocijarme en la mierda y salir de ella con buenas soluciones. Pero aún me falta crecer, así que espero para este año, encontrar el no miedo a nada, el ser auténticamente yo, sin censuras, sin pensar mucho en gustar a todo el mundo… porque al final a quien no le guste yo, se pierde una gran qué… o no, pero bueno, autoestima a tope siempre va bien. Priorizarme a mí misma siempre y a los que siempre han estado y están a mi vera, dándome cobijo emocional cuando lo necesito, sin pedir nada a cambio.

Seguir conociendo personas, disfrutar de cada día de mi vida, sacar provecho de los obstáculos que me encuentre y construir un nuevo hogar, para mí, para mi hijo y para mi perruno.

Y mi objetivo, mi gran objetivo es seguir escribiendo, reanimar mi blog, mi pieza teaque este año cumplirá 10 años. Miles de palabras escritas, aventuras y desventuras de mi hijo con autismo. Quiero que siga creciendo, no quiero dejarlo morir, porque es el diario personal de un niño que por ahora no es capaz de plasmar sus pensamientos ni todo lo que le ocurre. Y me encantaría poder ver en papel la recopilación de las entradas del blog. Lanzarme al vacío para ver en libro casi diez años de una historia más que extraña.

Deseo y espero seguir adentrándome en mi novela corta “Paparruchas de la abuela”, sin intención de que vea la luz, sólo hacerlo porque me lo marqué como objetivo el 2024 y ahí se quedó, cogiendo polvo, amarilleando páginas del cuaderno.

Y sobretodo quiero disfrutar de y con mi hijo. Ser capaz por fin de irnos los dos por ahí. Hacer una escapada, donde sea, un mano a mano lejos de todos, aunque sea a la montaña.

Y darle herramientas para que siga creciendo, siendo más autónomo, más hablador, más divertido, en definitiva, seguir creciendo juntos.

Ah! otro objetivo es hacer grande la asociación para (dis)capacidad de la que soy la secre. Muchas ideas y poco tiempo para hacerlas, pero las haremos. Lo sé.

Así que a por ti voy 2025

P.D. gracias a Gonzi en Persona por la idea que lanzó el otro día en Notes.




jueves, 27 de febrero de 2025

VACACIONES DE UNA NOCHE. NUEVO COLE, NUEVOS RETOS

Hoy, por primera vez en su vida, mi pieza TEA ha ido de colonias. Nada, dormir una noche fuera. con sus nuevos compis de cole, con sus nuevas maestras. Como madre, tenía, bueno tengo, un poco de miedo, a que quiera volver, a que se agobie, o que tenga un berrinche de los suyos.

Durante toda esta semana, le he ido explicando que iría de vacaciones con el cole (colonias no lo entiende, excursión entiende que es ida y vuelta el mismo día, así que vacaciones). Lo primero que me dijo cuando le dije que dormiría fuera de casa fue decirme:"Y la mama". Se me cayó el alma a los pies, pero seguí insistiendo y cada día casi a cada rato le contaba sus vacaciones. 

Esta mañana al despertarse, parecía nervioso. No paraba de ir arriba y abajo del pasillo, repitiendo el nombre del cole y diciendo que a dormir con la chica de prácticas. Sin embargo, cuando le he puesto la bolsa del saco al hombro y cuando le he hecho coger su maleta, no ha dicho nada. No lo ha soltado a mitad de camino del coche. Al contrario sonreía.

Como siempre que mi pieza TEA ha ido de excursión, he pedido llegar más tarde al trabajo para poder despedirme de él, siempre  con un abrazo, mil besos y un "passa-t'ho súper!". Pues bien. Hemos llegado pronto. Hemos esperado dentro del coche. Mi pieza TEA, ansioso por bajarse, ha apagado la radio. Yo observaba el empezar el día en un cole de educación especial. 

Con lentitud han ido llegando maestras. Una de ellas nos ha saludado. Le he preguntado a mi pieza TEA quien era, y sin dudarlo me ha dicho su nombre. Iban llegando coches, iban llegando papás con sus hijos, algunos en silla de ruedas, otros, bien cogidos de la mano para que no se desviaran del camino.

Han llegado los autobuses. Han bajado niños y niñas, chicos y chicas, todos con una alegría en su rostro que me ha emocionado. De fondo, se escuchaba música, canciones conocidas por todos de los grupos catalanes de ahora. Todos iban directos a la entrada del cole. Algunos se saludaban entre ellos, otros sin mirar a nadie, encaminaban sus pasos hacia sus clases. 

Hemos bajado del coche y, de nuevo, le he hecho coger todos sus trastos, maleta, mochila y saco. Sin rechistar y con una decisión envidiable, se ha dirigido a la entrada del cole. Me ha parado su nueva tutora, a la que no conocía. Muy bonica ella, muy amable y con un piropillo para mi pieza TEA "és molt bon nen". Y mientras hablaba con ella, mi pieza TEA, se iba sin decirme ni adiós. He corrido como una loca de punta a punta del patio porque necesitaba abrazarle, decirle adiós y darle los mil besos de mamá empalagosa. 

Una vez conseguido el objetivo, he subido al coche. No podía esperarme a que se fueran porque el deber me llamaba. Pero antes, me he encontrado una mamá que conocí en una de las terapias de mi pieza TEA. Un abrazo sentido de dos personas que se solían hablar diez minutos cada semana mientras no terminaban la sesión nuestros hijos. 

Sentada en el coche, no he podido irme. He tenido la necesidad de deleitarme observando desde fuera, el día a día del lugar donde mi pieza TEA parece estar feliz como una perdiz. Entretenerme mirando a esos papás y mamás a los que les ha tocado la misma suerte que a mí. Comprobar que, al final, aunque el dolor sea perenne, la sonrisa no la pierden, el amor por sus hijos menos. He sentido una paz extrema. Un ser consciente que fue el acierto más grande de mi vida para mi pieza TEA. Que está rodeado de buena gente, que adora su trabajo, que seguro que es vocación pura y dura. Un entorno seguro donde sé que mi pieza TEA crecerá lo que no está escrito. Porque ya ha hecho avances, ya he podido ver cambios. Y sé que habrá más.

Al arrancar el coche, he tenido la mala suerte de ver que mi pieza TEA había salido al patio. Se ha acercado a la cerca y ha visto mi coche. Mi instinto ha sido tirarle muchos besos volados (gracias por la expresión a quien corresponda, seguro que sabe quien es), para que le llegaran bien adentro, para que supiera que lo que más quiero en este mundo es a él. Sólo a él. 



sábado, 15 de febrero de 2025

DÉJATE LLEVAR POR LA CORRIENTE DEL RÍO

El tiempo pasa como una bocanada de aire fresco. Es fugaz. Y de tan rápido que pasa, nos olvidamos muchas veces de saborear los pequeños triunfos del día a día. A veces, somos tan tontos que nos paramos a regocijarnos en las pequeñas derrotas, en recordarlas una y otra vez, analizando cada punto, cada esquina, cada línea... ¿para qué? Realmente para nada.

Superabuela TEA siempre me lo decía: "déjate llevar por la corrente del río". Y yo por dentro pensaba "me voy a ahogar". Quizás porque siempre vivía ahogada por las derrotas absurdas que iban sucediéndose una detrás de otra. Sin embargo, lo que no sabía en esos momentos es que todo eso que me ahogaba no eran sino pequeñas curvas sinuosas donde no necesitas agarrarte a nada. 

Fue con mi pieza TEA, son su diagnóstico tan temprano, cuando empezaron las curvas de verdad. Las que mareaban, las que podían hacerme vomitar de tanto sacudirme a un lado y al otro. Sin un objetivo fui dando tumbos. Ahora izquierda, ahora derecha. El mundo del revés, mi vida del revés, yo sin ser persona. Más de un año regocijándome en un dolor que nunca se iría. Hasta que él, mi pieza TEA me dio las riendas de nuestras vidas y me hizo entender que el único objetivo era seguir, mirar pa'lante. Con un rumbo bien definido: vivir lo mejor de la vida. 

Y así, las curvas fueron siendo menos curvas, las rectas fueron felices toboganes por los que bajar, siempre de la mano, sin soltarnos, riendo juntos, cantando juntos. Disfrutarlo sin pensar para nada qué sería de él en el futuro. Porque, ¿quién sabe algo del futuro? Nadie. Seguro. 

Y entonces perdí el miedo a ahogarme. Perdí el miedo a dejarme llevar por la corriente del río. Aunque es cierto que solo lo hice con la corriente del río por la que iba mi pieza TEA. Las demás parcelas de mi vida, los distintos ríos por los que vagamos... esos, esos todavía me ahogan a días. Me fuerzo  a cogerme a cualquier pedrusco del río para evitar dejarme llevar. A veces suelto una mano, esperando ser arrastrada por la corriente, pero, al final, vuelvo a agarrarme, quizás con más fuerza. Eso es miedo. 

Y ahora, en breve nuestras vidas van a dar un cambio. Cambio de ciudad, cambio de casa, cambio de rutinas, cambios en lo que era conocido por los dos. Y da miedo. Da miedo por mi pieza TEA, que no se adapte, que no consiga hacer nuestro el hogar que voy a construir para nosotros. Sé que me tengo que soltar. Y ya he liberado una mano. Y se siente bien. Deja que el agua pase bailarina entre los dedos. Nota las cosquillas de los vaivenes de la corriente y se relaja. Llama a la otra mano animándose a soltarse. Se soltará, lo sé. No queda otra porque es mi futuro presente próximo. 

Sólo deseo que ese sueño de construir NUESTRO HOGAR (sí, en mayúsculas) se haga realidad. Por mí, pero, sobretodo, por mi querida pieza TEA. 


MI PIEZA TEA


martes, 28 de enero de 2025

DIVAGACIONES

Casi ya finiquitado este primer mes de 2025. Mi pieza TEA ya no es un niño. Los signos de la adolescencia son más que evidentes. Pelillos en el bigote, granitos y espinillas por toda el rostro (por suerte no se los toca ni se los deja tocar),  su cara empieza a angularse, menos redonda, menos niño. Pero para mí sigue siendo tan guapo, tan mi niño que hay días que me doy hasta vergüenza, como cuando es él quien me rodea con su brazo mis hombros y caminanos abrazados, como si fuéramos novietes. En breve tendré que alzar la cabeza para encontrarme con sus ojos y él me mirará con esa altivez de los poderosos, de los que mandan. Sólo espero que no quiera mandarme y siga respetando mi poder de madre, aunque muchas veces juegue al despiste haciéndose el gracioso, con esa risa que contagia. 

Se ha terminado la niñez. Una etapa donde no sé bien bien qué recordar. De la que no sé si odiar o dejar salir pena, porque crecer es casi como un alejarse de mi pieza TEA. Como un no volveremos a saltar en la cama elástica, no vovleremos a jugar al escondite, un ya no podré enseñarte a ir en bici, ya puedo guardar para siempre su patinete porque le ha quedado pequeño y uno eléctrico no lo sabría utilizar.

Han pasado los años volando. He danzado como he podido con el autismo, con lo que conlleva... Rigideces, chiliidos, berrinches, eternas noches peleando para que volviera el sueño.... Lo habitual que siempre he contado. Sin embargo, en esta nueva etapa no sé hacia dónde iremos. ¿Dónde está el techo de mi pieza TEA? ¿Será capaz de realizar algún trabajo por estúpido que sea? O, como dije en una ocasión, ¿se difuminará definitivamente de la sociedad?

Me gustaría no pensar en ello, como cuando mi pieza TEA era pequeño y esquivaba los pensamientos del futuro. Que era fácil, porque era pequeño y estaba aprendiendo. Había demasiadas cosas que superar, y las que no podía superar las dejábamos para más adelante. 

Sin embargo ahora parece que quedan menos retos que conseguir, o mejor dicho, sigue habiendo retos, pero no tengo esa confianza ciega en que los va a conseguir. Quizás porque ya no dependen tanto de él sino de mi esfuerzo por seguir enseñándole y porque a la larga dependeremos de lo que las administraciones hayan avanzado.

Hay días que me obsesiona saber qué lugar ocupará mi pieza TEA en el futuro. Si a la larga tendrá que permanecer en un centro o si conseguiremos que viva en un piso tutelado. O sencillamente seguirá a mi lado hasta que yo ya no pueda estar más con él. 

Días de divagar, de pensar en un futuro lejano, a pesar de estar construyendo un futuro cercano con ilusión. Quizás hacía demasiado tiempo que no pensaba con seriedad, impulsada por los giros de nuestras vidas, intentando no derrapar en las curvas cerradas y acelerando cuando vislumbrábamos largas rectas. Ha habido días que la sinuosidad del camino ha sido bello, porque girar a izquierda o derecha no necesitaba de demasiado esfuerzo, pero otras veces se unían curvas con cuesta y ahí, ahí, la cosa se nos complicó. Por suerte siempre hay remolcadores dispuestos a echar un cable y sacar su fuerza para que podamos superar ese tramo. 

Entonces, ¿por qué no confiar en que seguirán apareciendo remolcadores en el camino? ¿por qué no creer que al final saldremos medio airosos del futuro lejano? ¿por qué no?





lunes, 13 de enero de 2025

2025, A POR TI

A veces cuesta empezar. Empezar a arreglar la casa, empezar un libro, empezar a cocinar... Empezar es no procrastinar. Así de claro. 

Ahora me cuesta empezar a escribir. Quizás porque no hay nada que de ir, quizás porque hay mucho que contar pero no siento la necesidad.

Pero aquí estamos, con un 2025 ya arrancado, con unos recuerdos de Navidad que parecen querer irse más rápido de lo que querría. Pero el tiempo es así, nuestras vidas van tan rápido que es imposible pararse a recolectar los recuerdos y dejarlos a buen recaudo. 

Lo único que me queda de estas fiestas es ver a mi pieza TEA contento. Este año sin muchos aspavientos abriendo regalos. Pero es normal, va creciendo, y los regalos empiezan a ser regalos con utilidad, es decir, ropa, calzados, dinero para ropa de verano... Sin embargo todavía lo he podido ver sonreír al descubrir lo que había debajo de un papel de regalo bien navideño. Una calculadora. Y no una cualquiera, no. Una casio como la su maestra del cole a la que cada día se la roba e incluso la trae con cara inocente a casa. Un regalo simple pero que cubrió con creces esa necesidad de madre de ver ilusión en sus ojos.

Hubo comidas, hubo cenas y hubo paseos. Un paseo por las luces de Navidad de la ciudad. Mano a mano. Paseamos, nos subimos en el tiovivo, andamos, nos hicimos fotos y para rematar nos fuimos a merendar. Una cosa tan trivial, tan normal como un paseo con mi hijo, fue el regalo que me hizo mi pieza TEA. Él, feliz con su sonrisa eterna, yo, con esa ilusión de hacerle vivir la Navidad como lo hacía superabuelaTEA con nosotros. No me aburre estar con mi pieza TEA, aunque diga poco, aunque no se emocione por ver mil luces de colores, ni se sorprenda al ver un árbol de más de tres metros de alto. Lo he dicho muchas veces, compartir paseos, sin prestar atención a miradas, sin esforzarnos por ser como todo el mundo, sin necesidad de mucho más que nuestras manos cogidas... Todo eso me da paz. Somos él y yo, los demás, pues casi que da igual la verdad. Reír juntos, abrazarnos mientras el semáforo no se pone verde, negociar cuánto debemos andar, aceptar lo pesada que es mamá con sus fotos y quedarse quieto donde yo le digo mientras repite:"foto la mama". 

Es la sencillez dentro de todo lo complicado de nuestras vidas, es disfrutar de lo simple, dejando de lado lo que podría ser y no es. Es lo que es y ya está. Sacarle la parte positiva, buscar lo bonito de vivir esta aventura llena de tropiezos que, como podemos, superamos cogidos siempre de la mano.

Siempre lo digo, no estamos solos, nos acompañan geniales guardaespaldas siempre dispuestos a echarnos una mano. Ya sabéis, la familia. Que si uno le corta la carne, que si otro está atento y lo vigila, que si otro le hace compañía en la escalera de superabuelosTEA mientras no se apaga la luz automática, que si sus tíos le guardan un platito de arroz o macarrones, que si la yaya le hace buena comida, que si l'avi le deja su ordenador... Todos parece que nos barran el camino para no encontrar piedras con las que tropezar.

Es un bálsamo para mí saber que puedo contar con tantísimas personas a nuestro alrededor. Es un alivio ser consciente que todos quieren a mi pieza TEA, que quieren su bienestar, su tranquilidad y su sonrisa.

Así que no puedo pedir nada más para empezar el año. Mi hijo feliz, yo bien y los dos arropados como príncipes del reino.