Los días se suceden de manera plácida. Con el despertar de la primavera, al parecer, mi pieza TEA también se vuelve primaveral. Estallidos de euforia casi descontrolada. Me parece bien. Si sólo fueran de día. Sin embargo, las noches amanecen llenas de risas locas a las tres de la madrugada. Las palabras infinitas surgen sin parar. Necesitan ser respondidas, ya que si no insisten y se repiten sin descanso.
Los días son plácidos, sin mucho descanso pero con muchas risas. Sin pequeñas grandes historias, pero con muchos bravos merecidos. No es un ni fú ni fá. Es vivir, es caminar distraídamente pero con ganas de seguir avanzando. Y eso está bien. No hay grandes logros, es cierto, pero tampoco hay derrotas que llorar.
Mi pieza TEA crece. Es un adolescente sin casi ninguna de las movidas de los adolescentes. Su carita de niño se va difuminando a pasos agigantados. Esa cara redonda, aunque sigue redonda, va angulándose por momentos. Esa piel suave, rosita, va tornándose piel peluda. Su altura, ya de por sí alta, sigue escalando hacia el cielo. Ya no lo miro desde arriba, sino que es él quien lo hace. Sus abrazos ya no son de koala, son de oso panda. Más fuertes, más envolventes y sanadores. Lavar su ropa ya no lo puedo hacer de una atacada, necesito dos o tres lavadoras, porque son muy grandes.
Y yo. Yo también crezco. Ya no físicamente puesto que voy de bajada, lenta, faltaría más. Pero aparecen las primeras arrugas, se vislumbra alguna cana, el cuerpo se redondea donde menos gusta. Pero crezco. Como persona. Una versión pro. Lo tengo claro. Nunca antes me había mirado con tanto mimo, con tanta admiración. Nunca antes me había aplaudido a mí misma por ser como soy. Nunca me había querido tanto como lo hago ahora.
Quizás por eso, por esa mirada amable hacia la vida, hacia mi pieza TEA y hacia mí, los días son plácidos. Es como aquello de celebrar la vida. Disfruto de mi hijo, quizás más que nunca, a pesar de que ya no hay juegos compartidos. Pero hay palabras, juegos de palabras y algún atisbo de diálogo. Me conformo con eso. Me conformo con ver que su sonrisa sigue intacta, que su manera genuina de vivir su vida sigue siendo igual de feliciana. Me conformo con lo que me da cada día.
Y así, andando por la vida. Sin pausa, pero sin prisa, hemos llegado a los 10 años del blog. Años escribiendo para mí, para quienes pierden dos minutos leyendo las idas y venidas de mi pieza TEA (y las mías).
Hemos crecido juntos. Mi pieza TEA y yo y los que estáis ahí detrás. Sé que de alguna manera Arnau es un poco vuestro. Habéis celebrado sus triunfos con nosotros, me habéis escrito palabras preciosas que me han emocionado e, incluso más de una vez, me han hecho llorar. Me he sentido arropada durante estos diez años por los míos, que nunca fallan, y por los que estáis ahí detrás, sin conocernos, pero conociéndome mucho a mí.
Gracias de corazón. Compartir el camino de mi pieza TEA con vosotros ha sido y es lo mejor que me ha podido pasar en esta vida. ¡MUCHAS, MUCHAS GRACIAS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario