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lunes, 11 de enero de 2016

DIARIO DE UNAS VACACIONES TEA.

Ya ha llegado el final de las tan temidas vacaciones de Navidad. Época de luz, colores, alegría desmesurada por las calles (para comprar muchas veces), niños que no paran de ver juguetes asombrosos que sí o sí pedirán a los Reyes Magos o quizás lo pidan a Papá Noel, así tendrán más días para disfrutarlo. Y comidas, el día de Nochebuena aquí, comida de Navidad allá, volvemos en San Esteban aquí, pero para fin de año volveremos allá... No te preocupes aquí, que para Año Nevo repetimos y ya para Reyes nos despediremos de allá. Un exceso de movimiento que en nuestro caso se convierte en unos cuantos quilómetros de idas y venidas a diferentes casas que por suerte mi pieza TEA domina a la perfección.
Pero además de todo este trajín, días antes debemos decorar nuestra casa. Es cierto que lo hacemos porque queremos, es cierto que lo hacemos por los niños, para que noten que son días especiales, para que aprendan y prosigan las tradiciones... Poner el árbol de Navidad y decorarlo con brillantes bolas de diferentes tamaños y colores, o con figuritas que sólo se pueden asociar a estas fechas: renos, papanoeles, calcetines, muñecos de nieve, regalitos... y en la punta nunca puede faltar la estrella, grande, plateada o dorada acorde al resto de la decoración. O el Belén. Hay gente que hace maravillas, que disfruta creando esta escena religiosa, que mima los detalles, como musgo fresco o arena de colores, o incluso se atreve con un molino de agua de verdad... Hay otros que lo prefieren bonito pero funcional, que los pequeños puedan disfrutarlo, tocarlo, ayudar a poner las gallinas o las ovejas de los pastores que van al portal... Y finalmente, aquí en Cataluña, nuestro Tió, un tronco con cara y sonrisa picarona que todos los niños tiene que ir alimentando cada día hasta el día de Navidad si quieren que, y perdón por la expresión, cague chuches y dulces varios. 
Además. son días de disfrutar de la calle, de las ferias de Navidad, los puestos llenos de objetos navideños, o los típicos parques de Navidad para los más pequeños. Son las fiestas por excelencia de los niños, aunque no sé si también para nuestros niños.

Decidí no hablar de estas fiestas hasta que no hubieran pasado. La razón es sencilla y sé que les ocurre lo mismo a muchas mamás TEA, y es que nuestras a nuestras piezas TEA les cuesta entender esta situación, participar en todos los preparativos, desear este o aquel juguete, soñar con que los Reyes Magos les traerán aquello que más desean. Incluso el temor a que los juguetes que lleguen a casa ni se los miren, ni los toquen, ni se emocionen al ver la cantidad de cosas que han dejado por ser buenos, nos oprime y nos paraliza. Y yo no fui una excepción. Semanas antes de las fiestas, no me apetecía nada adornar mi casa. Pensaba: "¿para qué? Lo haré yo sola, a Arnau le importan tres pimientos los árboles y las bolas de Navidad". Al menos así había sido en los años anteriores.
Sin embargo, y ya sabéis que es una de mis frases favoritas, la vida te da sorpresas. La primera fue cuando llevé a mi pieza TEA a la Fira de Santa Llúcia en Barcelona. No esperaba nada de ir a pasear por las paradas con Arnau, pero por primera vez en sus casi cuatro añitos, miró todo lo que allí se exponía, tocó los avetos anturales, miró con interés las luces de colores e incluso se miró y tocó la nariz de los Tiós allí expuestos. 

La segunda fue en casa de unos amigos que tenían todos los adornos puestos y un bonito árbol decorando el comedor. Arnau lo tocó, se lo miró e incluso cuando una bola se cayó la volvió a poner en su sitio. 
Así que finalmente, yo también me decidí a decorar nuestra casa. SuperabuelaTEA contribuyó con este hermoso Tió al cual Arnau le cedió una galleta, Y para mi alegría, mi pieza TEA contribuyó colocando dos bolas en el árbol, a la tercera, cogió la bolsa entera de las bolas y la colocó en el árbol... pero eso da igual. él me ayudó a decorar nuestro árbol. 

Y empezaron las fiestas. Y mi pieza TEA se portó como un campeón. Estuvo con la familia, sólo en algunos momentos desapareció porque había demasiado ruido y jolgorio. Por primera vez disfrutó jugando con sus primos, estuvo compartiendo espacio con ellos, se dejó querer por todos. Rió, disfrutó, hizo cagar el Tió (que por suerte para él dejó un paquete de galletas maría a su nombre), participó a su manera en el concurso de pijamas que organizamos para todas las edades e incluso jugó con los juguetes que le trajeron tanto Papá Noel como los Reyes Magos.



Ahora, visto en perspectiva, pienso que han sido unas bonitas fiestas de Navidad. Sé que hay un montón de cosas que quizás mi pieza TEA jamás entienda o sencillamente que le dé igual, pero he aprendido algo muy importante y es que debo hacerle vivir todo esto como lo haría con cualquier niño. Porque no es cierto que no se entera, no es cierto que no lo vive. Claro que sí, lo vive a su manera, lo disfruta a su manera y es tarea nuestra que las Navidades no sean unas Navidades cualquiera, sino unas NavidadesTEA, donde sepamos que hay cosas con las que disfrutará y otras en las que aceptemos que no va a estar. Y hablarle, explicarle con palabras, con fotografías e incluso con pictogramas todo lo que sucede durante estos días, hacerle partícipe de todo. Y estar tranquila, sobretodo eso, porque ahora sé que toda mi familia está conmigo en toda esta aventura TEA. 




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