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miércoles, 30 de abril de 2025

Y SE FUE LA LUZ

 Sí yo también.

Pero no lo hago para decir lo mismo que otros. No elucubro hipótesis terroristas, ni guerras futuras, ni caos mundial.

Eso ya lo explican otros. La evidencia no es que estamos vivos porque vivimos enchufados a la electricidad. La evidencia es que hemos creado un mundo dependiente de algo artificial y nos volvemos locos de atar sin ello.

El ser humano se destruye a sí mismo. El ser pensante, al final, no sé cuándo, destruirá lo construido en un círculo que apenas ve vicioso.

Pero tampoco quería hablar de esto. No. Quería y quiero hablar de la oscuridad y de mi pieza TEA.

No se habla del caos de los enanos con (dis)capacidad, acostumbrados a pulsar el interruptor y, sin preguntarse mucho más, ven luz. Creen que tienen el poder. Ahora apago, ahora enciendo. Ahora veo, ahora dejo de ver. Es magia. Y la magia siempre triunfa. Menos ayer. Y no comprender que pulsar el interruptor no es sinónimo de luz fue infierno. Para mí, pero sobretodo para él.

Pero lo peor no fue esa negruzca tarde-noche. Lo peor fue no estar conectado. No poder utilizar sus viajes por google maps para descubrir por enésima vez enormes torres eléctricas (tiene su guasa, adorando torres rotas).

Lo peor fue que aceptara que debíamos estar a dos velas, nunca mejor dicho, sin luz y sin conexión a internet.

Lo peor fue que perdiera un diminuto papel plastificado que pone 2017, que forma parte de una serie de diminutos papeles plastificados que van del 2000 al 2024, y que yo no pudiera encontrarlo porque nada me iluminaba bien. Y el caos mundial, se convirtió en caos hogaril. Chillidos, rabia, lágrimas, insomnio…

Se durmió, ayudado por esa sustancia natural llamada melatonina. Sin haber podido ver la luz, sin haber podido viajar por sus carreteras llenas de coches inmortalizados en Google maps.

Y a la una de la madrugada… Magia. La casa casa se iluminó. El ruido de los cacharros eléctricos cantaban joyosos y mi pieza TEA despertó con una simple palabra: “llum”.

Y se fue directo al ordenador. Y lo encendió. Y pudo viajar. Dos minutos porque lo mandé a la cama.

Dos horas más tarde, sus ojos decidieron que esta harto de tanta luz.



domingo, 20 de abril de 2025

SÉ FELIZ EN LA LUNA, BLAU

Llegó un 15 de agosto de 2016. Nos dejó un 8 de abril. Hace apenas doce días. Soñaba que aquel cachorro y mi pieza TEA llegaran a ser inseparables. Imaginaba dos pequeños seres, uno peludo y el otro con rizos indomables. Dos pequeños unidos por el juego. Soñaba con verlos a los dos dormidos juntos. Uno dentro de la cama, el otro a sus pies, calentándolos en invierno.

Deseaba con todo mi corazón que aquel cachorrito, al que llamamos Blau, se convirtiera en el amigo fiel que necesitaba mi pieza TEA. Como cuando yo, siendo pequeña y jovencita tuve a mis otros dos perros. Creía con firmeza que Blau sería un apoyo real para mi hijo. Soñaba tantas cosas, que la realidad fue incapaz de alcanzar esos sueños. 

Mi pieza TEA aceptaba a su perro. Crecían uno al lado del otro, pero creo que nunca llegaron a conectar, en realidad. Blau, a su manera perruna, se esforzaba por ganarse los mimitos de esa criatura tosca y loca que lo apartaba si le molestaba. Blau agradecía aquellos intentos de caricias que mi pieza TEA, algo obligada, le arreaba en el lomo y, alguna que otra vez, en su cabecita peluda.

Conseguimos que le lanzara la pelota varias veces. Sin ninguna fuerza por parte de mi pieza TEA, con gran alegría por parte de Blau, que dejaba la pelota a los pies de un niño reacio a cualquier animal. 

Blau quería ser uno más de la familia. Blau quería ser un niño más cuando jugábamos con mi pieza TEA. De hecho, creo que Blau estaba convencido que el juego iba con él a la vez que iba con mi pieza TEA. 

Lo que sí hizo nuestro peludo favorito, fue despertar la curiosidad de mi pieza TEA. Descubrió su lengua rosada y larga, se deleitó con la suave y larga cola del perro. Tocaba las pezuñas del  pobre perro porque eran mulliditas. Y Blau se dejaba hacer. Mi pieza TEA era capaz de cogerle el morro y abrirle el hocico solo con la intención de ver su larga lengua rosada. No se enfadaba si Arnau le tiraba de la cola y tampoco decía nada cuando cogía con fuerza su patita para tocarla.

Pero lo que más le gustaba a Blau era cuando mi pieza TEA, siempre descalza, nunca con calcetines puestos, le empezaba a toquetear el pelo con los pies. Era el paraíso para Blau. Panza arriba, dejaba que los pies de mi pieza TEA fueran de aquí para allá, pelo arriba pelo abajo. En un momento de tremenda delicadeza, donde el tacto se agudizaba al sentir el suave pelo de nuestro peludo. 

No sé. Blau ha dejado un vacío dentro de mí. Me ha acompañado sin discusión durante este último año donde todo se giró del revés. Siempre a mi lado, siempre dándome un cariño más que incondicional, como si supiera que necesitaba de su compañía y su cariño perruno. No estaba previsto, no lo esperábamos. No sabíamos que nos dejaría tan pronto, con esa sensación de haberlo disfrutado menos de lo que hubiera querido. He tenido que guardar todo lo que había planeado con él. Quería salir a pasear con mi pieza TEA y con él, los tres, porque nunca me había atrevido. Quería llevarlo a correr por la playa en invierno, pasearlo por las mañanas de primavera y lucirlo al aterdecer en verano. Ya no podrá ser. 

Me quedo con todas la fotos que me cuentan que estaba equivocada. Que Blau y mi pieza TEA sí eran inseparables. Me quedo con la idea de que Blau fue el guardián número 1 de mi hijo. 

Mi pieza TEA, por su parte, sabe que Blau no está. Que lo dejamos en Barcelona, pero ahí tampoco está. Sin embargo, sabe que, si mira a la luna, verá como corre feliz mientras vigila que todo vaya bien. 

Blau, tu nombre que te lo dí por Mi pieza TEA y por ese azul que abandera en muchos casos el autismo. Blau, perro fiel, perro bueno, perro bonito. Blau, inolvidable. 



miércoles, 2 de abril de 2025

PER MOLTS ANYS SERGI!

 El tiempo pasa. Todos crecemos y hoy toca celebrar un cumpleaños. Porque uno más de mis 17 imprescindibles cumple años. 

Hoy el del pelo rizado, cumple sus 18 primaveras. Adulto también. Es Sergi, el segundo de los tres primos, los tres mosqueteros a cual más distinto. También es quizás el más desconocido para mí. Pero eso no quita que sea imprescindible. 

Y es que Sergi es, de los tres primos el que da los abrazos más fuertes, al que no le importa saludarme con un bonito abrazo, de los que llenan, de los que se agradecen porque no los esperas, pero que te hacen sentir energías renovadas. 

Sergi, con su morro desde bien pequeño, con su picardía heredada de su padre (lo sé seguro, puesto que he crecido con él). Con un desparpajo que arrasaba y casi desdibujaba a sus otros dos primos. 

Quizás la gracia de los tres primos es lo distintos que son. Sin embargo, es fantástico verlos juntos, disfrutarse mútuamente, desde bien pequeños. 

Ese recuerdo de los tres jugando en las fiestas de mis cumpleaños. Ese liderazgo que ejercía tan pequeño y que el tiempo ha moderado. El portavoz de las pelotas colgadas en la casa del vecino, o los silencios de cosas que se rompían de un mal balonazo. O cuando mi pieza TEA hacía algo no muy bueno, que raudo y veloz 

¿Y qué decir de su relación con mi pieza TEA? Pues, a parte de los rizos y del color del pelo (pues podrían pasar perfectamente por hermanos), desde que nació mi pieza TEA se acostumbró a vigilarlo, como los otros dos, pero siempre buscando ayudarme y ayudar al primo pequeño, aquel que tiene autismo. Aceptando, queriéndolo, sorprendiéndose de las rarezas de mi pieza TEA. Lo ha cuidado, como un hermano, me ha ayudado sin esperar nada a cambio. Y eso es bueno. Y eso es bonito. Y eso es lo que más puedo agradecerle. Porque como todos los demás, me han hecho más fácil el lidiar con mi pieza TEA cuando nos juntamos. 

Així que Sergi, només et puc dir que moltíssimes gràcies. Que desitjo que el camí que has triat, sigui el més bonic que pugui haver. Que segueixis sent tu mateix, fidel a la teva essència, estimant com estimes als teus i cuidant-los com sé que els cuides.

T'estimo moltíssim!

Arnau i Mon