El tiempo pasa como una bocanada de aire fresco. Es fugaz. Y de tan rápido que pasa, nos olvidamos muchas veces de saborear los pequeños triunfos del día a día. A veces, somos tan tontos que nos paramos a regocijarnos en las pequeñas derrotas, en recordarlas una y otra vez, analizando cada punto, cada esquina, cada línea... ¿para qué? Realmente para nada.
Superabuela TEA siempre me lo decía: "déjate llevar por la corrente del río". Y yo por dentro pensaba "me voy a ahogar". Quizás porque siempre vivía ahogada por las derrotas absurdas que iban sucediéndose una detrás de otra. Sin embargo, lo que no sabía en esos momentos es que todo eso que me ahogaba no eran sino pequeñas curvas sinuosas donde no necesitas agarrarte a nada.
Fue con mi pieza TEA, son su diagnóstico tan temprano, cuando empezaron las curvas de verdad. Las que mareaban, las que podían hacerme vomitar de tanto sacudirme a un lado y al otro. Sin un objetivo fui dando tumbos. Ahora izquierda, ahora derecha. El mundo del revés, mi vida del revés, yo sin ser persona. Más de un año regocijándome en un dolor que nunca se iría. Hasta que él, mi pieza TEA me dio las riendas de nuestras vidas y me hizo entender que el único objetivo era seguir, mirar pa'lante. Con un rumbo bien definido: vivir lo mejor de la vida.
Y así, las curvas fueron siendo menos curvas, las rectas fueron felices toboganes por los que bajar, siempre de la mano, sin soltarnos, riendo juntos, cantando juntos. Disfrutarlo sin pensar para nada qué sería de él en el futuro. Porque, ¿quién sabe algo del futuro? Nadie. Seguro.
Y entonces perdí el miedo a ahogarme. Perdí el miedo a dejarme llevar por la corriente del río. Aunque es cierto que solo lo hice con la corriente del río por la que iba mi pieza TEA. Las demás parcelas de mi vida, los distintos ríos por los que vagamos... esos, esos todavía me ahogan a días. Me fuerzo a cogerme a cualquier pedrusco del río para evitar dejarme llevar. A veces suelto una mano, esperando ser arrastrada por la corriente, pero, al final, vuelvo a agarrarme, quizás con más fuerza. Eso es miedo.
Y ahora, en breve nuestras vidas van a dar un cambio. Cambio de ciudad, cambio de casa, cambio de rutinas, cambios en lo que era conocido por los dos. Y da miedo. Da miedo por mi pieza TEA, que no se adapte, que no consiga hacer nuestro el hogar que voy a construir para nosotros. Sé que me tengo que soltar. Y ya he liberado una mano. Y se siente bien. Deja que el agua pase bailarina entre los dedos. Nota las cosquillas de los vaivenes de la corriente y se relaja. Llama a la otra mano animándose a soltarse. Se soltará, lo sé. No queda otra porque es mi futuro presente próximo.
Sólo deseo que ese sueño de construir NUESTRO HOGAR (sí, en mayúsculas) se haga realidad. Por mí, pero, sobretodo, por mi querida pieza TEA.
Tu fire dempre
ResponderEliminarTu dire sempre tu deixat porta pel riu de la vida pet molt que vulguis cambiar el curs del riu no podràs ...
ResponderEliminarJajjajajaajajajs aix mama!❤️❤️❤️❤️
ResponderEliminar