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lunes, 30 de diciembre de 2024

ADIÓS PARA SIEMPRE 2024

Un nuevo año que termina, que se despide para siempre de mi vida, que me ha traído alegrías, cambios y también lágrimas. Lágrimas de todo tipo, la verdad. No solo lágrimas negativas, rojas de dolor, no, también lágrimas de felicidad, lágrimas de consuelo, de liberar todo lo oscuro que había dentro de mí.

Un año plagado de silencio voluntario. De querer sólo ver lo bonito que ha sucedido durante estos 12 meses. Porque a lo malo no vale la pena darle voz. Y al final, lo pasado, pasado está. 

Mi pieza TEA terminó en su cole de siempre, empezó en un cole nuevo, de educación especial, porque mi corazón me decía siempre que ahí tenía que ir cuando acabara primaria. Con toda la pena de mi corazón previamente, con toda la alegría de mi ser ahora, que ya ha pasado su primer trimestre y lo veo feliz como una perdiz, como es él. Con su eterna sonrisa, con sus bromas absurdas y sus bucles continuos. Satisfecha del cambio, aun habiendo perdido para siempre ese contacto cotidiano con su lado más social. Donde se va desdibujando de la mente de los que fueron sus compañeros durante años. Mi pieza TEA sin olvidar a muchos de ellos, nombrándolos de vez en cuando y pidiéndome ver las fotos de la graduación.

Queda todo ya muy lejos, y sólo han pasado seis meses. Esa emoción de escuchar gritos de "ARNAU ARNAU", de aplausos que no se acaban y abrazos que se pelean entre ellos para ser los primeros. 

Sin embargo, durante estos primeros meses en el cole nuevo, me he dado cuenta de algo importante y es que se relaciona con sus compañeros. Los nombra, los mira, los abraza y... algún que otro mordisco se lleva. Pero es feliz. Sé que se ha ganado ya a muchos de sus profes. Y es que mi pieza TEA es un personaje tan genuino, tan bonachón que es difícil que caiga mal (amor de madre quizás, certezas seguramente). 

En cuanto a mí, mi primer cuento publicado. Sobre mi pieza TEA, ya lo sabéis. He podido hacer cuentacuentos con talleres y han sido las mejores experiencias de este año. He podido comprobar que todo el mundo entiende el mensaje, que no tan solo mi pieza TEA tiene cajas por abrir. Explicando el cuento he descubierto que todos tenemos cajas que nos cuestan. Que el mensaje se puede extender más allá de la (dis)capacidad. Me ha gustado escuchar cómo niños y niñas son capaces de verbalizar su caja resistencia. Y cómo más de uno lo plasmaba en el papel, dibujando, pintando... Ha sido maravilloso y ojalá pueda seguir contando este cuento y abriendo mentes. Y si no puede ser, al menos habrá personas a las que habré llegado. 

Me gustaría poder explicar mil cosas como cada fin de año. Rememorar un año repleto de anécdotas de mi pieza TEA, pero no puedo. He abandonado un poco mi espacio para los micropost y he dejado pasar buenas historias con mi pieza TEA. Centrada en mí, en mi camino particular, en editar mi propia película, olvidándome de grabar la película de Arnau.

Volveré a apretar el botón REC, a dirigir mi objetivo a grabar para siempre las pequeñas grandes historias de mi pieza TEA, porque mi película ha llegado al final de la primera parte y todavía no sé ni cómo será la segunda. En cambio mi pieza TEA tiene un largometraje que seguir protagonizando, y como él no puede contarlo, yo debo ser su voz, su narrador particular, que todo lo ve, pero no tiene ni la más remota idea de la que siente el protagonista. Así que es una peli de acción, de hechos y no palabras, que éstas, estoy segura, mi pieza TEA cree que se las lleva el viento, por eso mejor guardarlas.

Sólo deseo un 2025 de camino llano, de bosques frondosos y verdes salpicados de mil colores de pequeñas flores, y que si hay piedras en el camino, éstas sean tan insignificantes que saltito a saltito las podamos sortear. Como siempre, andaremos pa'lante, siempre pa'lante, y como siempre, lo haremos cogidos de la mano. 

FELIZ AÑO 2025




martes, 19 de noviembre de 2024

ME ACUERDO DE...

Me acuerdo de la primera vez que vi a mi hijo. Cómo parecía que me besaba con su boca hambrienta. Tenía hambre, tónica habitual desde aquel mismo día. Me acuerdo de su primer biberón. Cómo tragaba como si no hubiera mañana. Llevaba dos días sin comer, a pesar de intentar en vano que se agarrara a un pecho seco de leche. 

Recuerdo aquella noche en el hospital que dormía sobre su padre y casi se cae el bebé. Estábamos tan agotados que nos dejamos llevar por un merecido sueño. 

Y recuerdo aquella tarde en el Corteinglés. Su padre y yo. Yo todavía con los puntos de la cesárea y cómo tenía que parar si reía o me entraba tos porque los puntos me dolían.

Me acuerdo de esa alegría desmesurada de su padre y mía por aquel bebé que nos había cambiado la vida. Me acuerdo de cantarle siempre "Había una vez...", pero yo decía Arnauito y no circo. Me acuerdo de esas conversaciones de pedos matutinos entre padre e hijo, contestándose mútuamente a base de pedetes. 

Pero no me acuerdo de muchas vivenciascon mi hijo, como si muchos días de los doce años que llevamos convividos no existieran. Miro fotos y no recuerdo esos días de bebé. No recuerdo cómo pasó de bebé a niño. Sólo me viene flashes, pero ya no me acuerdo.

Me acuerdo de la felicidad de su primer cumpleaños. De toda una familia feliz. Grande. Llena de niños y niñas. De tíos y tías. De abuelos y abuelas. Y me acuerdo de pensar que teníamos una gran familia.

Me acuerdo de esa foto familiar cuando mi suegro cumplió sesenta años. Yo embarazada, pero poco. Toda esa familia unida, feliz. 

Me acuerdo de lo que le costaba dormir, de esas noches interminables cuando a media noche se despertaba y costaba Dios y ayuda que volviera a dormirse.

Me acuerdo de una foto de mi hijo bebé con mi mejor amiga y su hija. Una foto preciosa que se perdió para siempre. 

Me acuerdo de cómo le di la noticia de mi embarazo a mi hermano. Una llamada pidiéndole que mirara el whatsapp. Ahí le esperaba el resultado de una prueba de embarazo. Me acuerdo de la alegría que sentía por saber que, por fin, sería madre. Y también me acuerdo de cómo dió la noticia el padre de la criatura: "La Mon está preñada". Lo dijo tan así que nadie le creyó.

Sin embargo no recuerdo momentos memorables de los tres. No me acuerdo de muchas cosas compartidas. Quizás porque hubo tan pocas en realidad...

Me acuerdo de las vacaciones con los delfines. Fue un primer verano genial y un segundo verano que, ahora, visto en la distancia, no fue tan idílico.

En realidad creo que no me quiero acordar de un pasado que empezó siendo bonito. Que se fue enrareciendo al cabo de los años. No quiero acordarme de un pasado reciente que duele ni de un pasado muy muy cercano que destruyó para siempre lo que creía que estaba construyendo sólidamente.

Gracias a las fotos revivo y me acuerdo de pequeñas cosas de la infancia de mi hijo. Y es triste porque seguro qeu hay anécdotas preciosas que contar y sólo puedo revivir algo en función de lo que me cuentan esa infinidad de fotos. 

Suerte que hace casi diez años que escribo sobre mi hijo, mi pieza TEA. Sólo espero que él sí se acuerde de todas las cosas bonitas que, seguro, hemos vivido juntos. Que se acuerde de mí, de su madre, que no se paró a guardar en la memoria cada día compartido, cada gesto, cada risa, cada paseo juntos. 

Porque la vida va tan rápido que no nos da tiempo a parar para degustar cada momento. 



martes, 12 de noviembre de 2024

DORMIR A PIERNA SUELTA

Una vez más, las hojas caen de los árboles. Una vez más empiezan a aparecer esas camas de hojas secas, de colores ocres y marrones, y alguna verde hay que se ha escapado de ese árbol que no quiere liberarse jamás de sus raíces y lo ha hecho porque ya no siente suyas esas raíces que la alimentan para seguir viva. No quiere ese lugar, siente que no pertenece ahí, en la entrada de un pequeño pueblo de interior, o quizás de un parque lleno de ese bullicio infantil que lo tiñe de vida a ciertas horas del día o se aburre en el silencio de los días de lluvia. Una hoja verde que, sin venir a cuento, se siente desarraigada de donde le ha tocado brotar y respirar. Quizás es débil, sencillamente eso, y cualquier brizna de brisa la ha hecho caer, dejándose llevar por el remolino de las pisadas, del rebufo de los coches que le pasan de cerca, esperando cambiar ese verde frondoso por el marrón del resto de hojas marchitas que han corrido su misma suerte. Pero también podría ser que el árbol padre lo echara lentamente, dejándola sin su savia, desnutriéndola día tras día, maltratándola en silencio, a ojos ajenos de tal salvajada. 

Sinceramente, prefiero pensar que ha decidido vivir su propia vida, que no ha escapado, sino sencillamente se ha ido. Y prefiero pensar que el recuerdo de árbol padre es un recuerdo limpio, de aquellos que engrandecen el corazón cuando llaman a la puerta de la memoria. Alegre y vivo, sentido, porque él la hizo nacer, porque él, con sus profundas raíces bien arraigadas, la ha alimentado y la ha hecho crecer. Quizás sea de esas hojas que esconden pequeñas esporas que soltará para echar sus propias raíces y hacer nacer sus propias hojas.

Es otoño. Una vez más. Recta final de un año tremendamente convulso que me hace sentir como esa hoja verde. Pero no soy hoja solitaria, me arropa mi querida hoja TEA, tan feliz tan sonriente siempre. Brinca y brinca aprovechando la brisa que le viene por todos lados. El soplo de aire fresco y renovado del cole, el vendaval tan genuino de superabuelosTEA, ese viento tebio de quienes nos rodean y ese danzar los dos diario que ha traído nuevas rutinas.

Porque en eso no ha cambiado. Mi pieza TEA crea rutinas de la nada. De una casualidad, de un momento de debilidad ante sus demandas, de sus rigidices... De donde procedan, al final, no importa. Lo importante es que esas rutinas no entorpezcan ese brincar jovial que le caracteriza.

Y una de las nuevas rutinas es dormirse conmigo. Hace años, quizás no hace tantos como me parece a mi, cada noche, después de unos cuantos rituales con su padre, me tocaba una larga hora a su lado para que por fin llegara el sueño. Con sus cantinelas, con sus juegos locos de números y letras, con mi deseo ferviente de que parara, se relajara y cerrara los ojos de una santa vez. Años en los que me sentía agotada, cansada de que mi día terminara media hora antes de irme a dormir. No tener ese rato de calma para mí era matador. Sin embargo, he echado mucho de menos esos tiempos. Porque era nuestro momento, cuando la conexión con mi pieza TEA era tan brutal como lo es en los días de playa. Hablando los dos sin, en realidad, decirnos nada. Da igual, hablábamos y reíamos, abrazados los dos, porque aún era pequeño y cabíamos los dos bastante bien en su cama infantil. 

Esas noches terminaron cuando la medicación entró en nuestras vidas. A partir de ese momento, había días que él mismo se iba a la cama y se dormía sin darnos tiempo a desearle buenas noches y otras que, obediente, lo acompañábamos a su habitación, lo arropábamos, nos dábamos los besos de rigor y cerrábamos la luz sabiendo que hasta la mañana siguiente no sabríamos nada más de él. 

Los cambios en nuestra vida nos han convertido en familia de dos. Los primeros meses la rutina de irse a dormir siguió siendo la misma, acompañarlo, arroparlo, besarlo y ese eterno: "bona nit. T'estimo, te quiero ailooo... " y esperar a que esa voz todavía infantil diga: "I LOVE YOU". Como siempre, como debía ser con la edad que tiene mi pieza TEA. 

Un día, mi pieza TEA me hizo una petición mientras me cogía de la mano: " a dormir la mama". Sus deseos fueron órdenes. Nos metimos los dos en la cama, hablamos nuestras cosas repetitivas y pronto se dio la vuelta dándome la espalda y se quedó dormido. Desde aquel día, ha habido muchísimas peticiones, como si necesitara la seguridad de tenerme a su lado para dormirse en paz, tranquilo, sabiendo que estoy ahí, que seguiré ahí para cuidarle y arroparle, ya no tan sólo en la cama, sino en la vida.

Pero ha dado un paso más. Como si él quisiera devolverme ese cuidado, se duerme en mi cama, siempre con la petición de "a dormir la mama". Y no se da la vuelta para dormirse. Se arrebuja a mi cuerpo, busca mis pies fríos con sus pies calentitos y parece que quiera que entre en calor. Busca mi mano para entrelazarla con la suya y mientras nos miramos y nos decimos nuestras cosas, que son ni más ni menos que sus bucles infinitos y cansinos, va apareciendo el dulzor de la mirada que se va perdiendo, va oyéndose una respiración pausada, tranquila. Y paz, muchísima paz. La que él me da quedándose a mi lado toda la noche y la que le doy a él sabiendo que me tiene a su lado. 

Todo muy idílico, pero es lo que me imagino, lo que me gustaría que fuera. Pero sé que si viene a mi cama y no se queda en la suya es porque esa le va quedando pequeña y cuando uno duerme a pierna suelta que mejor que hacerlo en una cama amplia y con el aroma familiar de mami. ¡Qué más da! Sentirlo cerca de mí, a mi lado, me regala el sentirme en paz conmigo y querer hacer las paces con la vida, esa empeñada en no ponérmelo fácil. 




martes, 22 de octubre de 2024

NUEVOS CAMINOS

Ha pasado más de un mes desde que mi pieza TEA empezó su nueva aventura. Cole nuevo, lejos de los que siempre estuvieron a su lado. Alejado, ahora sí, de la vida normal de todo adolescente. En un colegio de Educación Especial. Tan diferente de todo lo que conocía, tan distinto de las rutinas que tenía. Nueva gente, nueva manera de hacer, nuevo lugar... Yo tenía miedo, miedo a que mi pieza TEA no entendiera este nuevo cambio en su vida. Sin embargo, ahí está. Feliz cada mañana para coger el autobús. Contento, con su mejor sonrisa puesta, se sube y ya sabe dónde debe sentarse, y que debe abrocharse el cinturón. Eso sí, sólo se sube si son las 8:28 o las 8:30, sino, hay que esperarse. Los papás que acompañan a sus hijos ya lo conocen y lo saben. Les hace muchísima gracia que sea tan exacto, ni un segundo más ni un segundo menos. A mí me desespera un poco, aunque en el fondo es algo tan suyo que es lo normal. 

Después está ahí en su cole nuevo, con otros cuatro niños. Están en petit comité. Y eso sé que es bueno. Sé que hacen cosas muy distintas a lo que ahora hacen sus excompañeros, pero sé que es lo que a mi pieza TEA le conviene. Y por ello soy feliz. Porque él es feliz, porque ríe todo el día, porque habla un poquito más. Pequeños detalles que me ensanchan por dentro, que me hacen quererlo todavía más de lo que ya lo quiero. 

Mi querida pieza TEA, que ya no es un niño. Que es grandullón y por la calle me coge como si fuera mi novio porque ya es más alto que yo. Mi querida pieza TEA que tanto bien me hace, que sin ella no habría muchas más razones para seguir andando, para no desistir en encontrar mi propio camino, que no hace mucho perdí. Quizás es que equivoqué la ruta, quizás tomé un desvío erróneo. No lo sé. 

Mi pieza TEA, camina con paso firme y alegre por la vida, por su vida. Ha aceptado todos los cambios que ha habido estos últimos meses, sin perder su sonrisa, sin manifestar enfado. Quizás porque es ajeno a una realidad oscura de la que me gustaría no ser partícipe, a pesar de no ser responsable. 

Es un nuevo inicio para los dos, ya lo dije. Mi pieza TEA me ha adelantado y ya ha salido del punto de partida, yo, mientras, voy un poco a remolque, a verlas venir, sabiendo qué quiero, teniendo un objetivo claro. Pero los pasos son lentos, muy lentos. Tan lentos que me agoto yo misma de intentar acelerarlos. Hay días que la imapciencia me puede y quisiera cerrar los ojos y volverlos a abrir viendo ante mí mi propio futuro, mi propia vida, creada por mí, para mi pieza TEA y para mí. Que el proceso hasta llegar al objetivo sólo lo tuviera que vivir de pasada, sin sus estragos, sin sus subidas ni sus desaceleraciones. O vivir el proceso como lo hace mi pieza TEA, viviendo según van pasando los días, disfrutando de esa flor que aparece de la nada, refrescarme durante un trecho sombrío, caminar con paso firme cuesta arriba, dejándome llevar por mis pies, sin pensar en posibles piedras en el camino. 

Me da pereza nuestro futuro incierto, aun sabiendo que saldremos victoriosos, que lo lograremos. Y me da pereza porque quiero que el tiempo corra, cabalgue como un caballo desbocado, y no es así. El tiempo ahora va a paso de tortuga, como hubiera querido cuando mi pieza TEA era pequeño, que hubiera dado lo que fuera para detener el tiempo y degustar su niñez mucho más de lo que lo hice.

Así que tocará amoldarme a ese ir deambulando, mientras los días transcurren a veces ociosos, a veces activos. En la gandulería de los días que no quieren avanzar como lo hacían antes. Sin dejarme avasallar por las prisas de querer a toda costa lograr mi objetivo. Porque como decían por ahí, las prisas no son buenas. Paso a paso, como una hormiguita que sabe que sus pasos en realidad son pasos de gigante.

Hoy me siento feliz por mi pieza TEA. Por verlo tan decidido caminando pa'lante, pero también me siento un poco decepcionada por no acabar de creerme mi siempre alabado pa'lante, siempre pa'lante. Y sé que debo confiar, porque estoy convencido que todo pasa por algo y que ese algo, seguro, será bueno. 







jueves, 17 de octubre de 2024

PER MOLTS ANYS XIXU

Nació de casualidad, cuando nadie lo esperaba y lo hizo con fuerza. Venía para hacer crecer a nuestra familia, para acompañar en un futuro a dos criaturas más que venían en camino y que formarían el trío de primos más peculiar nunca visto.

Nadie sabía, sin embargo, que ese chaval rubio y bonitos ojos marrones, tendría el camino un poquito más difícil que los demás. Y es que Enric (Chichu en confianza) tenía que lidiar con dos grandes: uno sus hermanas mayores y el otro su padre. 

Y es que en realidad Chichu me recuerda a mí. Tiene un padre vendaval como yo tengo una madre vendaval. Los dos hemos crecido queriendo, deseando ser un poco como ellos, sin darnos cuenta que cada uno es como es, que aceptar yo soy así o asá es lo mejor que nos puede ocurrir, para validarnos a nosotros mismos sin la necesidad de esperar aplausos de los demás. Con Chichu siempre he pensado lo mismo, que tenía de pequeño esa necesidad imperiosa de destacar, para contentar a su padre, que a pesar de quererlo con locura, le sacaba de quicio los arrebatos llorosos del pequeño mocosete, o el no ser tan avispado como otros niños. 

Pero ahora ese niño rubio de bonitos ojos marrones, ha crecido. Ha luchado y trabajado como nadie para demostrar a todo el mundo que puede y ahora toca creérselo, que la confianza ciega en el camino que ha elegido le dé alas para volar alto.

Chichu hoy cumple años. Adulto ya. Como en otras ocasiones, él también merece un pequeño homenaje en este espacio. Porque forma parte de mis 17, porque sin él no podríamos hablar de los tres primos, el rubio, el moreno y el del pelo rizado. Sin él, no podríamos celebrar conquistas, victorias futboleras, no habría momentos de risa por ocurrencias que, quizás no se nos hubieran ocurrido. Porque todos en esta familia aportamos algo. Y eso es lo importante. 

Chichu es de corazón grande y noble. Lo sé. Lo tengo muy muy claro. Es bueno por naturaleza, pero no encontraba su lugar entre dos hermanas un poco vendaval también. Hace años hablé de ellas, Maria y Martina. Pura ocurrencia, pura facilidad para hablar, amistades por todos lados, buenas bailarinas y una mejor cantante que la otra... Chichu, como yo, con poca facilidad de palabras, con amigos del fútbol, bailarín creo que no (porque no lo he visto nunca bailar) y cantar... mejor que no. Pero da igual. Chichu tiene otras cosas. Y quien quiere las descubre y quien no, como pasa con mi pieza TEA, pierde la oportunidad de conocer una gran persona.

Y Chichu, desde que nació mi pieza TEA se tomó como un encargo personal, con sus otros dos primos, el vigilarlo. Estar pendiente de mi pieza TEA, avisarme si ocurría algo que no debía ocurrir. Ha aceptado a mi pieza TEA como uno más, tal y como sus padres le inculcaron. Y ahora que ya es más mayor, más responsable, es él mismo quien se ofrece a estar un rato en la piscina con mi pieza TEA, para que yo pueda descansar un poco del trajín que llevo siempre con ella. Siempre cuidando de su bienestar, si se tiene que subir a un tobogán y perseguirlo lo hace, si se tiene que estar en remojo en la piscina, lo hace. Y eso, eso vale lo indecible. 

Así que Chichu merece estar en este rincón, hacerle protagonista de la historia de mi pieza TEA, mientras él va construyendo su propia historia.

Perquè Chichu, no t'ho he dit mai, però la manera en com m'ajudes amb l'Arnau em fa molt més fàcil tot plegat. Sé que per tu de vegades és un conyàs, però entens que és el que toca i m'agrada molt veure't pendent d'ell, d'entendre'l i esforçar-te per a que et faci cas. Mil gràcies de tot cor. 

Ets un supercampió, i segur que trobaràs el teu camí, construint un futur bonic. Perquè t'ho has de creure, ets genial, amb les teves coses, com tothom, però creu-me, sigues sempre tu mateix. I ara disfruta com mai de la teva nova aventura estudiantil, perquè Sé que has trobat el que t'agrada i triomfaràs!

T'estimo moltíssim rubiales!



lunes, 23 de septiembre de 2024

GUIÑOS DE LA VIDA

La vida son guiños. Cada vez lo tengo más claro. Y como guiños que son, son fugaces, instantáneos. Se necesita estar atento para verlos y saber apreciarlos. Abierto a descubrirlos, como un tesoro que no debe ser olvidado, que debe ser explicado y valorado.

Es como un abrir y cerrar de ojos. Casi inconscientes. Pero están ahí, pasan cada día. Uno, dos, diez... quizás no nos damos cuenta pero en 24 horas pueden aparecer tantos guiños que es por ello que debemos sí o sí abrir bien los ojos y despejar todos nuestros sentidos para encontrarlos escondidos dentro de la selva del día a día. 

Cada guiño es un soplo de aire fresco que nos empuja a dar un paso más, a hallar en nosotros mismos esa fuerza necesaria para seguir adelante... una sonrisa inesperada, una planta floreciendo, una nube blanca,  blanquísima, o un atardecer rosado, casi morado. El olor de la cena preparándose, los sonidos cotidianos de cacharros que se mueven, cubiertos que se ponen en el lavavajillas, platos que se ponen en la mesa, agua que cae alegre de la botella al vaso... no son ruidos, es el sonido de la cotidianidad del día a día, de lo que es seguro, de lo que no debe fallar. Y ese sonido, ese conjunto de pequeños ruidos que se mueven en armonía, es un guiño que valorar. 

Y este mes de setiembre, donde mi pieza TEA iniciaba una nueva etapa, era momento de estar atenta a todas estas pizcas de vida, de agradecerlas y saborearlas. El miedo a este nuevo inicio, lejos de todo lo ya conocido, duró lo que tardó mi pieza TEA en subir feliz al autobús que la llevaría a partir de ahora a nuevas aventuras. Decidida, se subió y se sentó donde le indicaron. Conoció a su nuevo amigo de viaje, que en dos minutos ya se sabía su nombre. En segundos vi alejarse ese autobús, tranquila, porque en redes me guiñaron el ojo y me tranquilizaron diciendo que iba supercontento (al parecer tengo espías sin contrato).

El siguiente guiño llegó a la vuelta del cole, cuando mi pieza TEA al verme bajada del autobús me animó a subir para seguir con esa excursión. Convencida que subiría y seguiríamos de ruta. Pero no era posible, así que se bajó y con esa eterna sonrisa suya y gritos de felicidad absoluta, nos encaminamos al coche. Y siguieron los guiños, porque me dijo lo que comió, sin inventar, sin mentir.

Y han ido pasando los días. Dos semanas ya de esta nueva aventura que va a durar varios años. Mi pieza TEA es feliz. Está a gusto en el cole nuevo. Hay días, que no he acabado yo de vestirme y aparece con la mochila colgada, sus pictos de carreteras en las manos y últimamente su tambor cantarín. Parece que tenga prisa por subirse al autobús, que necesite un poco huir de mí y de nuestra casa, buscar aires nuevos, y disfrutar de sus propios guiños. 

Me siento en paz. También feliz, ¿por qué no? ¿Por qué hay motas de polvo que de vez en cuando salpican mis ojos? sí, pero por descontado una vez las quito, puedo ver, puedo sentir la vida. A través de mi, a través de mi pieza TEA, que sigue avanzando por su sendero, sin prisas, cantando y sonriendo. 

A pesar de los pesares, a pesar de cierta nostalgia de esas mañanas dejándola en la puerta del cole, saludando a sus profes, escuchando anécdotas del día a día. Sé que mi pieza TEA ha encontrado un buen lugar, que estará cuidada y será querida, si no lo es ya. Que su esencia divertida y bonachona será el guiño que todas las personas que la están conociendo les haga sonreír cada mañana, cada tarde al salir. 

Mientras, yo seguiré observando y descubriendo mis propios guiños, los que me hacen querer seguir pa'lante, los que me dan vida. Los guiños de mi vida.  

 


jueves, 12 de septiembre de 2024

SEPTIEMBRE YA ESTÁS AQUÍ OTRA VEZ

Y de nuevo llega septiembre. Y de nuevo aparecen nuevos retos para mi pero sobretodo para mi pieza TEA, que este año se enfrenta a una nueva etapa escolar, lejos de los de siempre, lejos de todos aquesllos maestros y maestras que tanto lo mimaban.

Han pasado tres días desde que se inició el curso y parece que mi pieza TEA, de nuevo no defrauda y diría que va contenta a su cole nuevo. El valor añadido de ir  y volver cada día en autobús es de gran ayuda. Está feliz y eso me vale más que mil palabras.

Energías renovadas, esperanzas puestas en el nuevo cole. Pensando siempre en positivo porque negativo no nos dejaría vivir en paz. En realidad, no sé qué espero encontrarme. Sólo el deseo de seguir viéndola avanzar, aunque sean pequeños pasos, esos pasos de hormiga que tanto valoro habitualmente. 

Hay días que miro con cierta nostalgia los días pasados en su cole. Fueron años tranquilos, salvo cada septiembre donde me encontraba con ciertos obstáculos que entre unos y otros conseguía sortear y salir airosa. Era pequeña, mi querida pieza TEA, tenía mucho que aprender, mucho que pulir y mucho que mejorar. Y lo hizo, a su manera tan genuina. Querida por todos, animada por sus compañeros, trabajando duro sin ser consciente que conseguía mil cosas que nadie creyó que conseguiría... escribir, leer, saber estar, tener bastante vocabulario, tener cierta paciencia... Moldeado con manos expertas, puliendo pequeñas trabas por personas vocacionales, que creyeron en ella ciegamente como lo hago yo.

Ahora toca trabajar otras cosas. Aprender a ser más autónoma, ser capaz de expresarse usando más frases, caminar hacia la edad adulta de la mejor manera posible. Es un gran reto. No sé hasta dónde llegará. Pero ahí estaremos, dándolo todo, caminando como siempre con las manos entrelazadas. 

Estamos en un momento de grandes cambios para las dos. Camina con paso firme hacia la adolescencia. Una época en la que será ajena a las emociones convulsas de estos años. No se enamorará. No llorará por su primer amor, no irá por primera vez a la discoteca, no saldrá en pandilla, no hablará de chicas, no jugará a la play, no buscará cortarse el pelo al estilo de moda... Sé que será una adolescencia solitaria, infantil quizás. Yo estaré a su lado, sin tener que sufrir por las compañías, sin tener que negociar horarios, sin pensar en si es mejor una paga semanal o bien ir dándole dinero. No tendré necesidad de estarle encima para que estudie y entienda que le va su futuro... todo es un no.

Como cuando era pequeña, que no había extraescolar al que apuntarla, que no había deporte que practicar, ni partidos que animar. Que no hubo necesidad de enseñarle a ser responsable de sus estudios, que no hubo fiestas de pijamas con los amigos, que hubo miedo para que disfrutara de las ferias. No pude explicarle cuentos antes de dormirse, ni fiestas de cumpleaños para ella. No hubo tantas cosas...

Pero es la vida que nos ha tocado. Y con lo que tenemos debemos intentar ser felices. Gozar y valorar victorias... sus primeras palabras, utilizar bien los cubiertos, vestirse solo, descubrir capacidades como la orientación o la capacidad memorística. Bailar juntos con sus cuatro pasos rudimentarios, reír con sus bromas, saborear los abrazos sentidos, sentir esa paz cuando sus ojos se cierran mientras me coge de la mano...

Y ahora toca estar atenta. Descubrir nuevas victorias para valorarlas y sacar el máximo partido para la futura pieza TEA, que ya no es un niño, que quiere ser hombre, pero su autismo no se lo pondrá nada fácil. 

Seguiremos soñando con un futuro digno, seguiremos confiando en que tienen que venir cosas buenas y bonitas. Seguiremos pa'lante, siempre pa'lante. Por mi, pero sobretodo por mi pieza TEA.



martes, 13 de agosto de 2024

SILENCIO

Silencio. Hoja en blanco. Muda. Sé que hace mucho que callo. Quizás por quererme esconder de nuevo, quizás porque ya no hay nada que contar. Quizás va todo tan bien que no hay necesidad de soltar prenda.

Es verano. Dos meses de paréntesis, de olvidarse por ahora de lo que se avecina en septiembre. Un verano tranquilo de mi pieza TEA. Un verano que está siendo distinto al escenario de años atrás. Yo soy distinta, la compañía ya no es la misma. SuperabuelosTEA siguen al pie del cañón, empujando con todas sus fuerzas para que sigamos caminando con la cabeza bien alta y la sonrisa en los labios. 

Mi pieza TEA se divierte a su manera. Pocos berrinches, alguna novedad y unas minivacaciones familiares que me han dado un poco de confianza en la nueva dirección que ha tomado mi vida.

Silencio. Porque no tengo ganas de destripar mis historias mentales. Son pensamientos que van y vienen que a veces duelen y otras me dan la energía necesaria para dar un paso al frente y caminar con firmeza por este nuevo presente y dirigirme hacia ese futuro sin certezas.

Silencio. Porque mi pieza TEA sigue dando pequeños pasitos y eso me relaja, me alegra el alma y me convence para que confíe.

Silencio. Porque el tiempo vuela y hay proyectos y sueños en mente que me ocupan las horas.

Silencio. Porque de nuevo la paz de nuestra playa nos une mucho más a mi pieza TEA y a mí.

Mitad de verano, casi final ya. Ha sido fugaz. Ha pasado por el casal sin pena ni gloria, con poco deporte y mucha piscina. Mi pieza TEA ha descubierto que existen  las siestas y lleva hechas muchas más que en los últimos ocho años. Y aunque sé que dormir siestas atrasa la hora de dormirse y arriesga una noche plácida, me permite regocijarme en mi propa siesta. 

Ha redescubierto los puzzles, lo que le ocupa parte de las horas muertas y me ha sorprendido verla armándolo con cierto desorden. Ni de fila a fila ni del 1 al 100. Según veía piezas las colocaba. Quizás por fin ha entendido que montar puzzles sin tanto orden es mucho más fácil y rápido. Me lo tomo como un avance. 

O el simple hecho de ir a un restaurante y poder pedir otra coaa que no seab sus macarrones o canelones. Que esté sentada hasta que se paga la cuenta. Que se ensucie mucho menos comiendo y no haya tantas manchas que lavar.

Cosas sencillas, obvias en un chicarrón de 12 años cualquiera, pero no para mi pieza TEA, que con su cuerpo ya muy adolescente aun es un niño. Todavía se ríe de sus inocentes juegos de palabras y cambios de números o letras. Interesada en pocas cosas, demuestra que a pesar de eso, sigue queriendo aprender.

Un verano silencioso, que va pasando desapercibido, de puntillas, que nadie envidiará, carente de miles de fotos, lo contrario de lo que sucedía años atrás. 

Silencioso de imágenes, silencioso de bonitas anécdotas, silencioso de palabras dichas, pero muy ruidoso en mi cabeza. Ojalá en algún momento se apodere este silencio de mí y de paso a un sosiego agradecido. Ojalá.

sábado, 22 de junio de 2024

ESCOLA MARE DE DÉU DE LA ROCA, GRÀCIES!

Dos días llenos de emociones. Lágrimas agridulces que cuentan mil historias, mil vivencias. Lágrimas de felicidad por esos sentimientos tan evidentes hacia mi pieza TEA. Un respeto creciente al largo de nueve años. Un cariño y un querer a base de compartir día a día, de descubrirla y hacer que sea una más. Lágrimas de tristeza porque se acabó. Ya no habrá más mañanas caminando hacia la puerta verde. Todo son etapas. Todo tiene un principio y un final. Y ayer fue el final de esa etapa escolar que tanto le ha dado a mi pieza TEA. 

Estas palabras son para esa escuela, esos maestros y maestras, esos niños y niñas y esos papás y mamás que entendieron que autismo no es palabra nongrata, que autismo acompañaba a un niño y a su familia y que cogieron la mano de mi pieza TEA y decidieron ayudarnos en ese pa'lante, siempre pa'lante.

El texto está en catalán, pero, como siempre, lo tenéis después en castellano. 


"Miro l'escola buida encara de nens. Vaig caminant cada matí del món amb l'Arnau, que a dies va una mica cridaner i enfadat i d'altres amb aquell somriure tan "pillo" que com sabeu em té enamorada. I cada dia del món, tots els mestres i professionals de l'escola que ens creuem saluden l'Arnau amb un "bon dia guapo". De vegades cal insistir-li i dir-li:"què es diu?"... Pregunta trampa perquè per ell la resposta sol ser "gràcies"... Potser és realment el que vol dir. Potser, bé segur, ell també agraeix tot el que heu fet per ell tots aquests anys. No ho sé. El cas és que se li transforma la seva carona rodona cada cop que va camí del cole i això em fa saber que ell és feliç, molt feliç allà.

Però s'ha acabat. Sense quasi adonar-me han passat nou anys. Va començar amb tres anys, sense dir ni una sola paraula. Inquiet i perdut en un lloc que no coneixia, amb persones que encara no eren capaces d'entendre aquell petitet de cabells rinxolats que cridava i per qualsevol cosa es tirava a terra tot emprenyat. Que no parava quiet i no li interessava res del que les mestres proposaven. Van ser uns inicis durs per tots. Per vosaltres primer perquè teníeu davant un gran repte que havíeu assumit sense ser conscients de les dificultats que comportava. Per mi perquè no sabia exactament què esperava i perquè, com tota mare, volia el millor pel meu fill. i per ell, que estava acostumat a la llar d'infants on estava entre cotonets amb un referent potent que l'estimava i el comprenia. 

I ara, ha finalitzat aquí a l'escola, entre cotonets també. Ho sé. L'heu fet créixer com a persona, respectant les seves peculiaritats, llimant lentament aquells handicaps que no el permetien tirar endevant, modelant la seva personalitat i el seu caràcter afable però rondinaire molts cops. Heu sabut lidiar amb les seves rigideses, respectant-ne moltes i tallant d'altres, que estaven lluny de fer-li bé.

He vist el seus raconets al llarg dels anys. Una "oficina" per ell sol, ben muntada, ben organitzada, en la que ha treballat de valent, però també he vist com sempre ha tingut lloc entre els seus companys i companyes, sempre fent-lo partícep de tot... nadals, carnestoltes, excursions, tallers,... acceptant la seva manera de participar, buscant sempre la millor manera de fer-lo participar dins de les seves possibilitats. I ha estat brutal!

Aquells dies de protagonista a I3. Amb les seves cosetes que coneixia però era incapaç d'explicar. Aquell projecte d'oficis dels pares, on jo hi vaig anar i ell al veure'm saltava d'emoció i va estar assegut tota l'estona al meu costat content i orgullós de la seva mama. O quan després de tres projectes vaig ser testimoni d'un treball cuinat a foc lent. Un primer projecte on l'Arnau tot nerviós no parava quiet i la Carme l'havia de parar. Un segon projecte on els seus companys el portaven de la mà i va aguantar l'exposició al seu costat i un últim projecte on per fi, ell també va exposar. On van trobar la manera que ell també expliqués alguna cosa, amb l'ajuda dels seus companys, utilitzant les eines que ell coneixia: les imatges i la lectura global"... Va ser taaan emocionant...

Podria explicar mil vivències, mil imatges inesborrables, però no acabaria mai. 

Ahir va ser el final d'una història plena de bons sentiments, d'estima pura, de companyerisme sincer, de treball ben fet, d'aprenentatges de per vida. Em quedo amb aquella gran ovació que tota l'escola li vau fer a l'Arnau. Aquelles abraçades sinceres, aquells nens i nenes abraçant-lo o corrent cap a ell perquè volen formar part de la seva vida, perquè l'estimen. Em quedo amb les abraçades sinceres de mestres i mares cap a mi, amb les llàgrimes emotives que més d'un no va poder ni va voler reprimir. Em quedo amb tots els sentiments i emocions que m'ha donat l'escola, perquè sé que sempre tindreu un raconet al cor per l'Arnau. 

Per tot el que ens heu donat i per tot el viscut junts.

Fins sempre ESCOLA MARE DE DÉU DE LA ROCA."









"Miro la escuela vacía todavía de niños. Voy andando cada mañana del mundo con Arnau, que a días va un poco llamativo y enfadado y otros con esa sonrisa tan "pillo" que como sabéis me tiene enamorada. Y cada día del mundo, todos los maestros y profesionales de la escuela que nos cruzamos saludan a Arnau con un "buen día guapo". A veces hay que insistirle y decirle: "¿qué se dice?"... Pregunta trampa porque para él la respuesta suele ser "gracias"... Quizás es realmente lo que quiere decir. transforma su carita redonda cada vez que va camino del cole y esto me hace saber que él es feliz, muy feliz allí.

Pero ha terminado. Sin apenas darme cuenta han pasado nueve años. Empezó con tres años, sin decir una sola palabra. Inquieto y perdido en un lugar que no conocía, con personas que todavía no eran capaces de entender aquel pequeñito de pelo rizado que gritaba y por cualquier cosa se tiraba al suelo cabreado. Que no paraba quieto y no le interesaba nada de lo que las maestras proponían. Fueron unos inicios duros por todos. Por vosotros primero porque tenía ante un gran reto que había asumido sin ser conscientes de las dificultades que comportaba. Por mí porque no sabía exactamente qué esperaba y porque, como toda madre, quería lo mejor para mi hijo. y por él, que estaba acostumbrado a la guardería donde estaba entre algodones con un referente potente que le amaba y lo comprendía.

Y ahora, ha finalizado aquí en la escuela, entre algodones también. Lo sé. Lo ha hecho crecer como persona, respetando sus peculiaridades, limando lentamente aquellos handicaps que no le permitían tirar adelante, modelando su personalidad y su carácter afable pero cascarrabias muchas veces. Ha sabido lidiar con sus rigideces, respetando muchas y cortando otras, que estaban lejos de hacerle bien.

He visto sus rincones a lo largo de los años. Una "oficina" por él solo, bien montada, bien organizada, en la que ha trabajado duro, pero también he visto cómo siempre ha tenido lugar entre sus compañeros y compañeras, siempre haciéndole partícipe de todo... villancicos, carnaval, excursiones, talleres,... aceptando su forma de participar, buscando siempre la mejor manera de hacerlo participar dentro de sus posibilidades. ¡Y ha sido brutal!

Aquellos días de protagonista en E3. Con sus cositas que conocía pero era incapaz de contar. Aquel proyecto de oficios de mis padres, al que yo fui y él al verme saltaba de emoción y estuvo sentado todo el rato a mi lado contento y orgulloso de su mamá. O cuando después de tres proyectos fui testigo de un trabajo cocinado a fuego lento. Un primer proyecto donde Arnau todo nervioso no paraba quieto y Carmen tenía que pararlo. Un segundo proyecto en el que sus compañeros le llevaban de la mano y aguantó la exposición a su lado y un último proyecto donde por fin, él también expuso. Donde encontraron la forma de que él también contara algo, con la ayuda de sus compañeros, utilizando las herramientas que él conocía: las imágenes y la lectura global"... Fue taaan emocionante...

Podría contar mil vivencias, mil imágenes imborrables, pero nunca terminaría.

Ayer fue el final de una historia llena de buenos sentimientos, de cariño puro, de compañerismo sincero, de trabajo bien hecho, de aprendizajes de por vida. Me quedo con aquella gran ovación que toda la escuela le hizo a Arnau. Aquellos abrazos sinceros, aquellos niños y niñas abrazándolo o corriendo hacia él porque quieren formar parte de su vida, porque le quieren. Me quedo con los abrazos sinceros de maestros y madres hacia mí, con las lágrimas emotivas que más de uno no pudo ni quiso reprimir. Me quedo con todos los sentimientos y emociones que me ha dado la escuela, porque sé que siempre tendrá un rinconcito en el corazón por Arnau.


Por todo lo que nos habéis dado y por todo lo vivido juntos.


Hasta siempre ESCOLA MARE DÉU DE LA ROCA."



   

sábado, 1 de junio de 2024

GIRA EL MUNDO GIRA

Amanece. Y amanecer siempre implica un nuevo principio, un volver a empezar. Una nueva oportunidad que se puede o no aprovechar. Mirar el cielo y no ver nada nuevo, sólo un día más, un levantarse otra vez, un solo deseo: volver a ver la oscuridad de la noche para por fin cerrar los ojos de nuevo y dormir, sabiendo que en cuanto se vuelvan a abrir, habrá un amanecer. Y así día tras día, noche tras noche, deseando que termine la luz para acariciar una almohada que nos permite olvidar. ¿olvidar qué? Olvidar la vida, el estar vivo. Olvidar las ocho horas eternas del trabajo, olvidar las tareas domésticas, olvidar lo poco que se ha hecho y lo mucho que queda por hacer. 

Dormir es como no ser. Dormir implica un final. Dormir es no tener responsabilidades, no tener nada pendiente. Sin embargo, también es inevitablemente un nuevo despertar. 

Pero amanece. Vuelta a empezar. Mirar el cielo y descubrir que existen miles de tonalidades naranjas, amarillas y rojas. Que el color del mundo es vivo, llamativo y alegre. Que estos diferentes tonos de naranja difuminan suavemente los oscuros tonos azules de la noche, que disipan las tinieblas para dar paso a un nuevo día. Y sonreír. Y agradecer ese espectáculo cromático que invita a dar un paso firme para disfrutar de un nuevo día. Con ganas de afrontar nuevos retos y volver a casa con la victoria bajo el brazo. Por el placer de vivir y gozar de todas esas pequeñas grandes cosas, personas y acontecimientos que se cruzan en nuestro camino. A veces en forma de obstáculo, otras como apoyo indispensable para cruzar el charco. Degustar el camino y saber ver dónde está la belleza de la vida. Saber descubrirla y aprovecharla. Y acariciar de nuevo la almohada con una sonrisa en los labios agradeciendo el estar vivo y con la esperanza de que el nuevo amanecer sea un nuevo regalo para la vista. 

El mundo, inexorablemente gira. Siempre. E, inevitablemente, giramos a su son. Nos empuja a seguir y de nosotros depende cómo hacerlo. Es la actitud, son las ganas. Deambular por la vida sin rumbo o caminar pa'lante. Sólo dependemos de nosotros. 

De golpe, sin casi esperarlo, mi mundo ha girado bruscamente. Hay nuevos retos ante mi que lejos de darme miedo, me dan alas. Para volar, para volver a ser de nuevo.

He pasado mucho tiempo sin mirar la belleza del amanecer, viéndolo únicamente, pero sin degustarlo. He cogido la cama día tras día con esa única frase en la cabeza:"por fin, un día menos, un infierno menos". He sentido cómo el mundo no giraba ni un milímetro para mí. Sin avanzar, sin retroceder. Sin esperanzas y con mucha desesperanza. No había destino donde llegar. Un sinsentido de vida que no esperaba y que no entraba en mis planes de futuro. Una vida triste, solitaria a pesar de estar rodeada. Poco cariño y muy mal ambiente. Un único refugio, mi trabajo. Donde allí sí giraba el mundo, con esa alegría genuina de los niños que están empezando su vida, con sus juegos y sus risas contagiosas, con esas lecciones que día tras día me daban, donde las dificultades para ellos son enormes, pero siempre consiguen salir victoriosos. Un empezar a saltar, un conseguir subir escaleras, un rallote rosa, un cochecito empujado que se va lejos lejos... Todo son retos que una vez conseguidos valoraban con risas de felicidad. Una lección de vida que me tenía que aplicar.

Nuestras vidas han cambiado. Mi pieza TEA y yo, sin soltarnos de la mano iniciamos una nueva etapa. Mano a mano. Ella no es consciente que su mundo dará un giro radical en setiembre. Que su querido cole será pasado, que no volverá nunca más a no ser que sea de visita. Que nunca más volverá a abrazar a los que han formado parte de su vida tantos años. Que el entorno cambiará. Que yo ya no lo llevaré en coche hasta el cole. Un cambio brutal que solo quiero que sea para bien, para que su futuro sea mucho más amable de lo que se me antoja ahora mismo. 

El duro golpe que me ha dado la vida, aunque muy muy doloroso me ha permitido desbloquar el mundo para que vuelva a girar y darme una nueva oportunidad de vida. Podría haber seguido venerando la oscuridad de la noche, regocijarme en la pena, embadurnarme de tristeza y rabia por lo cruel de la vida. Sin embargo, he decidido mirar el amanecer cara a cara, cada día, son una gran sonrisa en los labios. Porque señores, a pesar de los pesares, aquél tenía razón: LA VIDA ES BELLA. 




sábado, 4 de mayo de 2024

SOIS MUY GRANDES QUINTA 2012!

La nueva aventura ha comenzado. Hacer realidad el cuento del blog "las cajitas de Arnau", verlo en papel, con unas ilustraciones cuidadas, llenas de cariño y de guiños a mi pieza TEA. Todo empezó de casualidad en octubre, con uno de esos anuncios de las redes sociales. Nadie me animó pero C. se puso a mi disposición para hacer las ilustraciones y sus palabras eran claras: "¿qué puedes perder? ¿dinero? pero ganar, puedes ganar mucho. Satisfacción personal, hacer realidad un sueño". Y nos lanzamos.

Fue un camino algo largo para nosotras, pues lo queríamos tener a la voz de ya entre las manos. Pero todo tiene un proceso. Ilustraciones, cuadrar con el texto, corregir texto, dar el visto bueno antes de imprimir, escoger letras del texto, acertar en una portada atractiva... y por fin llegó el visto bueno y un mes después, llegaron dos grandes cajas. Llenas de nuestro cuento, llenas de cajitas de Arnau. Con emoción contenida abrí el resultado de un sueño. Espectacular, precioso, delicioso, tierno, sencillo pero a la vez con mil mensajes que se pueden transmitir. Un pequeño homenaje a los que inspiraron el cuento nueve años atrás: sus compañeros del cole.

Ese cuento nació cuando mi pieza TEA empezó infantil. Sus compañeros ya empezaban a pensar por si mismos y a preguntarse cosas, y yo sentí la necesidad de hacer algo para que entendieran porqué ese niño grandote y risueño era incapaz de hablar, incapaz de compartir juegos con los demás, incapaz de pintar y disfrutar haciéndolo. Mi miedo era que lo excluyeran y así nació ese post de 2015 con el cuento de "las cajitas de Arnau". Sin embargo, nunca llegué a explicarlo. Como dice C., lo guardé en un cajón... hasta ahora, que sin casi pretenderlo, se ha convertido en un precioso cuento ilustrado.

Y se me dio la oportunidad de, por fin, después de nueve años, cuando todos los críos que acompañan día a día a mi pieza TEA, lo entienden, lo respetan y lo quieren, por fin pude explicarles el cuento. Era mi deseo, que ellos fueran los primeros en escuchar el cuento, que fueran los primeros en hojear sus dibujos, que fueran ellos los que también se sintieran protagonistas de esa historia, que sin ellos mi pieza TEA no sería como es, que sin sus gestos amables, sus abrazos, sus intentos inútiles de hacerla hablar, sin su manera inocente de ver a mi pieza TEA, todos estos años en el cole, no hubieran sido tan felices, tan risueños, con tantas risas, tantas ganas.

Fue tan emotivo. No expliqué nada bien el cuento, es cierto, pero esas caras emocionadas, mis lágrimas de agradecimiento y la compañía de mi pieza TEA, que obvió que debía estar callada y decidió jugar conmigo a sus juegos de palabras, C. con la voz quebrada por la emoción del momento, porque ha sido testigo de momentos únicos entre ellos, que ha escuchado conversaciones preciosas de esos niños hablando de Arnau. Nueve años que culminaron en ese momento, explicando lo que debí haber pedido explicar nueve años atrás. Pero daba igual. Esas caras embobadas, esas caras orgullosas viendo su nombre escrito en un cuento, pero no un cuento culaquiera, sino el cuento de Arnau. 

Es un bonito final para esta etapa tan feliz de mi pieza TEA, donde a su manera se ha hecho querer por todos, donde siempre se ha buscado lo mejor para ella, donde se le ha respetado en su manera de ser y hacer. Su escuela, su lugar preferido, su segunda casa. 

Ya empieza la cuenta atrás. Está llegando el final y pensarlo me hace saltar las lágrimas. Una pena increíble. Un miedo a lo que tiene que venir, porque aun no lo sé. 

Sin embargo, me quedo para siempre con todos esos abrazos de mamis emocionadas, por ese agradecer que mi pieza TEA haya compartido tantos años con sus hijos, que ellos hayan aprendido de Arnau más de lo que pueda parecer. Me quedo con todos esos años de aceptación, de ser uno más, de ser yo también una mamá más. Me quedo con ese sabor de boca tan dulce, tan sabroso, tan bueno.

Desde aquí, mi rincón favorito, ese homenaje a todos los niños y niñas que han compartido tantos momentos con mi pieza TEA. 

Ahora toca disfrutar de estas últimas semanas... lo que venga después... como dice superabuelaTEA: "FAREM PEL QUE ENS TROBAREM".




sábado, 30 de marzo de 2024

NUEVE... SEGUIMOS?

Ya son nueve. Nueve años escribiendo desde el corazón, reflexionando sobre lo que vivo con mi pieza TEA, destripando mis emociones ante cada suceso del camino. Hay veces que cuesta poner palabras a sentimientos encontrados. Pero al final de un modo u otro las encuentro y empiezan a salir a borbotones. Y así, pongo orden a mi cabeza, a mis pensamientos, a mis decisiones.

Sé que lo digo cada año. Que de una idea tonta nació "mi pieza TEA". Que gracias a este espacio tan íntimo y a la vez tan público, he conocido a mi hijo, he aprendido que a pesar del odio que le tengo al autismo, adoro muchas de las cosas que conlleva. He crecido como persona, he hecho introspección y también he dado que pensar a quien se anima a leerme. 

Mi mirada amable del autismo quizás no guste, por edulcorado a veces, por simple otras. Por esconder realidades duras que guarda el autismo. Pero me da igual. Y me da igual porque ha sido, es y será la mejor manera que he encontrado para convivir con ello. Disfrutando y valorando esas pequeñas cosas. Admirando las ocurrencias que mi pieza TEA tiene e intentando comprender su manera de ser y hacer.

Y me gusta tener siempre un guiño hacia todas las personas que me acompañan en este camino. Porque sin ellos el camino no sería tan llano. Se merecen pequeños homenajes, por querer a mi pieza TEA tal cual es, por apoyarme y tener siempre palabras de aliento, por ayudarme en mis bajadas a los infiernos.

Hoy, después de nueve años, sigo pensando que este espacio es lo más bonito que he creado. Soy yo. Es mi esencia. 

Y aunque mis palabras sean leídas por pocos, al menos, sé seguro que a estos pocos les importa mi pieza TEA y desean lo mejor para ella.

Así que seguiré siendo pesada. Seguiré contando aventuras y desventuras, seguiré llorando a través de las palabras y seguiré andando intentado disfrutar de este camino que me tocó. 







miércoles, 27 de marzo de 2024

DÍ END

Viajar al pasado. Un pasado ya muy lejano, de color sepia, donde las arrugas no existían, los sueños eran grandes y las fantasías se esfumaban de un plumazo. Un futuro por delante, proyectos utópicos, metas quizás alcanzables. Ese momento de descubrir emociones... Las que te elevan inevitablemente al cielo, pero también las que te invitan con sonrisa sarcástica a degustar el infierno. Y me viene a buscar esa mano escribiendo en la última página de mi dossier de apuntes. Y lo revivo porque esa mano que escribía era la mano de mi fantasía. Y vuelve a mi boca el sabor amargo del sentido de esas palabras. DI END. 

Estoy en mi presente. Y de nuevo esas palabras aparecen. En mi mente. Me lo digo a mi misma. Me lo repito una y otra vez. DI END. Punto y aparte. O mejor, punto y final. Fin del capítulo. Fin del libro.

Ante mi una nueva hoja en blanco. Un nuevo inicio, una nueva etapa. Con sus cambios. Con sus cosas que tal vez sean buenas, por esas cosas malas del haber perdido.

De golpe, ya no solo mi pieza TEA en breve cerrará capítulo e iniciará un nuevo rumbo. Yo también. Y las dos vamos a empezar a andar con la incertidumbre de no saber hacia dónde, con quién, ni qué sentiremos, ni si lo que vamos a vivir será lo mejor que nos puede pasar.

Fin de ciclo. Fin de historias. Fin de vivencias. Pasado feliz que se convierte en cenizas. Lejano y quizás olvidadizo. Mi pieza TEA pondrá fin en unos meses a su querido cole, a sus queridos compañeros, a su rutina, a su vida conocida. Yo, pongo fin a mi rutina, a mi día a día, a lo que hasta ahora era mi zona de confort. 
Toca pasar página, vencer el miedo a seguir sin saber. Toca ser valiente y echar a andar. Sin mirar atrás, sin echar de menos ese pasado ya deshecho. 

Y ahora, no soy yo quien coge la mano de mi pieza TEA. No soy yo quien la guío, quien con mano firme le susurro que estoy ahí y podremos. No. Ahora es ella la que, con gesto descuidado, me coge la mano y entrelaza fuerte nuestros dedos. Me cuenta a su manera, con esa mano apretando la mía: "mamá, estoy aquí, contigo, para siempre"... Mientras, las lágrimas, lentas, abrasan mis mejillas... Mi mente me recuerda que diga: "DI END".


miércoles, 28 de febrero de 2024

LLÉVATELO YA, VIENTO

El viento resuena como un loco. A través de la chimenea, a través de las rendijas de las ventanas. Me agobia. La ansiedad va subiendo poco a poco por mi pecho y desearía que el viento sirviese para algo más que para destrozar lo que se pone en su camino. Sillas que se ven empujadas por la terraza, toldos que se deshilachan a marchas forzadas, ropa que vuela lejos, muy lejos.

Podría llevarse de paso, todo lo malo, todo ese malestar que día tras día intento mantener lejos de mis pensamientos y que al final de la noche vuelven para compartir una fiesta inútil conmigo.

Es complicado. La vida es complicada, los acontecimientos que no esperas la complican. Y entonces me siento como si estuviera rodando inherte en medio de un tornado. A merced de los giros, sin apoyo, sin nada donde sujetarme.
 
Me da miedo no poder salir. Me da miedo seguir pensando en un futuro incierto y en un futuro totalmente certero. 

Hoy me cuesta vivir el presente, hoy me cuesta disfrutar de mi pieza TEA  como ella se merece. Hoy me cuesta pensar en un mundo de mil colores. No veo la luz. Se amontonan las dudas. De todo. De mi vida, de mi futuro, de la decisión tomada en el futuro escolar de mi pieza TEA. 

Y me digo a mi misma: "el futuro no existe". Sin embargo daría lo que fuera para que la bola de cristal me dijera la verdad de lo que queda por venir. Porque ahora quiero que el tiempo corra. Que vaya como un caballo desbocado para poder saber a qué atenerme, para saber qué merece mis lágrimas y qué no vale la pena ni tener un pensamiento.

Quiero dejarme llevar, pero no puedo. La incertidumbre hoy me mata, me asfixia como nunca nada me ha asfixiado.

Quiero refugiarme en las pequeñas cosas bonitas de mi pieza TEA, pero ahora parezco ciega, no las sé ver y me jode, me jode mucho porque una de dos o ya no las hay o yo ya no sé valorarlas.

No es justo para ella. Porque seguro que sigue caminando, sigue avanzando, sigue haciendo... Pero yo... Yo, sinceramente, ya no sé verlas.

Hace años creía firmemente en que no había techo, que no llegaría el día en que mi pieza TEA no diera para más. El optimismo imperaba en la vivencia con mi pieza TEA, pero ahora me cuesta confiar en el no techo. 

Quizás es tiempo de impás. Un tiempo de parar para coger un nuevo impulso. Momentos de suspense que hay que pasar. Que debo resistir y seguir confiando. Por ella, solo por mi pieza TEA. El amor de mi vida, el motor que  hace levantarme cada mañana. La que me saca una sonrisa boba si veo su sonrisa eterna. La que ahora parece estar también en su propio tornado vital.

Hoy quiero que ese ruido infame del viento cese y si no cesa que sea el viento que se lleve todos los fantasmas que me acompañan estos días, tan grises, tan tristones, que solo dirigen la mirada al pasado, a los recuerdos bonitos que parece que no quieran volver a hacerse realidad.

Hoy quiero que vuele lejos de mi todo este mal pensar y este agobiante vivir. 


jueves, 15 de febrero de 2024

PUNTO DE INFLEXIÓN

Y llega el día en que la evidencia es tan evidente que no puedes decir que no. Lo has aplazado, lo has negado, incluso con voz contundente sentencias que a nosotros no nos va a pasar. Capeando temporales, uno tras otro, saliendo victoriosos pero quizás algo mermadas las fuerzas. Pero adelante, siempre. No, esto que dicen no nos pasa, no, esto que hacen no lo hace... Y siempre hay un resquicio de luz que nos alumbra el camino y podemos esquivar ese destino que inexorablemente caerá sobre nuestros hombros, como una losa, hundiéndonos un poquito más en el lodo.

Y llega ese día. Y llega esa decisión de la que tantas familias hablan y de la que nunca nunca quisieras pronunciar tú. Y te duele. Tu alma grita por dentro y llora por fuera. Porque una vez empieza el camino, no hay sendero de vuelta. Ya has elegido. Por su bien, por su felicidad, para que no sufra más, para que vuelva a ser quien era.

Y sigue doliendo porque es una certeza que se convierte en realidad. Buscas amparo en quienes ya lo viven, buscando palabras de esperanza, de que todo irá bien y es por su bien.

Y llega ese día. Y no sabes ya si el haber tomado esa decisión será un alivio o, como siempre pensaste, una condena. Pero ya está. Hay que probarlo. Hay que hacerlo, por su salud, por recuperar algo de armonía en casa. Porque necesitas recuperar sus sonrisa, esa que te da alas y te impulsa a seguir pa'lante, siempre pa'lante. Así que, sin titubeos, lo haces. Repitiendo como un mantra... "Es por su bien, es por él... Irá bien"...

Ya está. Hemos iniciado un nuevo camino con mi pieza TEA. El camino al que siempre me había negado a dirigirme: medicarla.

Pero demasiados meses obsesionada con todo, demasiados meses pasando noches casi sin dormir, demasiadas rabietas por nada y ninguna risa por todo.

Mi pieza TEA ya no era ella. No era mi risueña felicidad con patas, por no disfrutar no disfrutaba ni del cole. Ya no tenía ideas para volverla al redil. Ya no tenía fuerzas en realidad, agotada de todo, de intentar e intentar y no conseguir nada. La cosa mejoró por las noches gracias a la melatonina, pero su carácter agriado y sus rigideces en aumento ahí campaban a sus anchas... 

Y rondaba por mi cabeza el medicarla irremediablemente. Porque ella sufría porque lloraba y berreaba demasiado a menudo y yo ya no podía más. Perdía mi batalla particular. Mi bandera se hacía trizas. Tan alto que la había ondeado, tan alto y con tanto orgullo que la había llevado... Medicación último recurso... Y al primer huracán de la pubertad, digo basta. 

Han pasado unos días ya desde ese día en el que iniciamos este nuevo camino y sin ser la panacea, algo hemos conseguido. Ha vuelto la sonrisa de mi pieza TEA, aunque no perpetua, sólo a veces. Se han difuminado levemente las rigideces y ha mejorado bastante la aceptación de los "no", aunque todavía tiene que decir su última palabra con un atisbo de rabieta controlada. En el cole, los mensajes son en positivo... "Vuelve a ser él porque ya vuelve a bromear con las letras"... "Está más tranquilo y contento"... 

Y a estas pequeñas cosas me agarro para no flagelarme por haber tomado esta decisión. Y me cojo con fuerza a la idea de que queda mucho por mejorar, que hace muy poquito que hemos empezado y que seré testigo de grandes avances.
Sueño con salir airosa y triunfante, con cosas que aplaudir de mi pieza TEA. Lo que sea me vale, siempre que no sea la oscuridad en la que ha estado encadenada mi pieza TEA estos últimos meses. Que como dijo el doctor, abra los ojos a su alrededor y le de la importancia que se merece y le saque el jugo que pueda. Que haya ese giro que necesitamos para impulsar de nuevo nuestros ánimos moribundos.

Mientras no sucede, seguiré observando, seguiré deseando.


viernes, 19 de enero de 2024

VACACIONES DE NAVIDAD PARTE II

 Año nuevo. Han pasado meses desde que inicié la recapitulación de lo que fueron las vacaciones de navidad con mi pieza TEA. Si hubiera publicado el post en el momento que tocaba quizás no diría año nuevo, vida nueva, pero los acontecimientos un mes después de naviades me lleva hoy a decirlo, porque es así. Han cambiado mil cosas, he empezado otras mil y divago un poco por el limbo de la vida, buscando mi lugar, reencontrándome conmigo y con lo que quiero ser.

Pero eso es otra historia que un día quizás me dé por contar, o quizás no. No lo sé. De momento toca terminar lo que dejé a medio hacer, toca cerrar este post y lo que fueron las navidades pasadas.

VACACIONES DE NAVIDAD DÍA 11 Y 12
Cambio de año. Otra hoja en el calendario que se va. Estos dos días han sido más o menos tranquilos con mi pieza TEA. El día de fin de año, nos dedicamos únicamente a pasear en coche. La chófer de mi pieza TEA. Sólo eso. Era necesario que estuviera contenta, que no forzáramos una situación de regañinas ni enfados para llegar a la noche de fin de año de buen humor. Y llegó la noche. Y fuimos a cenar a casa de sus otros abuelos. Y como era de preveer la noche terminó en cuanto el día 31 se convirtió en día 1. Aguantó un ratito más. Paciente a que termináramos el café. Su único deseo era cambiar todas las partes de su calendario... Día, mes y año. Hay que conformarse con que esté a gusto en casa ajena. Se siente a comer con todos, diga tres o cuatro palabras, sonría alguna que otra vez y ya.
Año nuevo. Vuelta a Barcelona. Comer en casa de mis tíos, la porta 1. Mi primer temor: un nuevo viaje de lloros como días atrás. Sin embargo, estuvo bien, sin aspavientos alegres, sin lágrimas de pena. Ni fú ni fá.
Allí, en la comida de año nuevo, todo estuvo bien. Aguantó todo el día. Tenía todo preparado para que se sintiera a gusto y a su aire. La habitación de mis tíos para estar a sus anchas, un ordenador en otra habitación para mirar sus trenes y sus canciones y muchos, muchos vigilantes que nos ayudaron a disfrutar un poco mejor del día.
Y una anécdota. Pequeña pero bonita, que llenó de emoción a mi tío. Y es que le llamó por su nombre. Mi pieza TEA sabe de sobra cómo se llama mi tío, lo nombra a menudo, pero nunca se lo había dicho antes a él. Ayer lo hizo. Y eso, cuando todos vivimos con tanta intensidad cualquier pequeño avance de mi pieza TEA, fue como un regalo de vida para mi tío.
Después de muchas horas, en casa ajena, con veinte personas, con sus varias voces, con risas y voces altas, volvimos a casa. Agotada, mi pieza TEA se durmió antes de que llegara la hora de volver a cambiar de día.

VACACIONES DE NAVIDAD DÍAS 13 Y 14
La resaca de los días de comidas familiares se notó al día siguiente. Mi pieza TEA durmió más que días anteriores. Su tranquilidad se hizo notar todo el día. Fue de nuevo un día de hacer km dirigida por mi pieza TEA. Nada del otro mundo. Nada creativo y nada que supusiera gastar energía. Pero verla feliz y contenta me vale más que chillona y enfadona. Por la tarde un par de recados y el día pasó sin pena y, en realidad, con mucha gloria. Sin embargo, no tanta como en el día de hoy.
El plan ideado, creo que no entraba en los planes de mi pieza TEA. Hoy nuevamente ha vuelto a dormir hasta las 8 más o menos. Le he dicho que íbamos con superabuelosTEA de excursión. En realidad íbamos a visitar a un familiar del cual mi pieza TEA no tenía ningún conocimiento. Ha aceptado no ir a hacer sus vueltas en coche e ir directos a Barcelona. Una vez allí, nos hemos subido al coche de superabueloTEA y de visita. Mis expectativas eran bajas. No aguantaría ni diez minutos. Pues bien, a parte del habitual chafarderío de casas de mi pieza TEA, ha aguantado una hora, con sus puzzles y su tablet. Un pequeño susto cuando ha aparecido el gato, porque desde hace un tiempo, por algo que no sé, le dan tanto miedo como las palomas.
Después hemos ido de restaurante. Seré coherente y aceptaré lo que superabuelosTEA, se ha portado de diez, a pesar de no tener cobertura y no haber podido estar dando vueltas con el maps.
Finalmente, hemos estado un rato en casa de superabuelosTEA y ya de vuelta a casa. Con su sonrisa puesta, con su alegría inmensa. Un día redondo.

VACACIONES DE NAVIDAD DÍAS 15 Y 16
Recta final de estas fiestas navideñas. Ayer fue un día lleno de normalidad. Estuvimos mi pieza TEA y yo mano a mano. Como si fuera el día de la marmota, volvimos a dar vueltas en coche. Después fuimos al súper, como tiempo atrás, cuando mi pieza TEA se desvivía por visitar supermercados. Compramos con total tranquilidad, sin prisas y sin pausas. Comimos juntos los dos y por la tarde un rato de parque después de volver al súper porque mi memoria ya no da para más.
Esta noche ha dormido lo indecible desde hacía meses, casi nueve horas. Pim pam! Pero ya no sé si le viene bien dormir más o no, puesto que todo el día ha estado nerviosa. Con alguna crisis por algo que todavía no he descubierto, con alguna que otra regañina porque cada vez que me subía al coche me pedía algo que se había quedado en casa. Tres veces he subido y bajado del coche. Tres veces he entrado y salido de casa... Que si mochila, que si pictos teléfonos, que si "llibre fi de setmana"... Y de nuevo a hacer km. Y de nuevo a comprar cosas que faltaban en casa.
Por la tarde la tradición es ir a la cabalgata, aunque no le haga ni fú ni fá. Sin embargo, el fuerte viento de hoy, el frío que nos quiere visitar por fin, nos ha hecho desistir. Así que como me faltaba papel de regalo lo hemos ido a comprar. Y lo que tenía que ser una cosa rutinaria, se ha convertido en algo bonito. La casualidad ha querido que nos topáramos con los pajes de los Reyes Magos, subidos todos en sus caballos que se dirigían a recibir a sus majestades. He tenido que parar el coche para dejarles pasar. Y magia. Los pajes nos han visto. Mi pieza TEA los ha visto. Yo he saludado y al vernos muchos pajes nos han obsequiado con una tremenda sonrisa y un saludo feliz. "Has vist la cabalgata!". De manera diferente sí, pero mi pieza TEA había presenciado algo.
Hemos seguido nuestro camino en coche, cuando me he percatado de los fuegos artificiales que anuncian la llegada de sus majestades a puerto. Mi pieza TEA los miraba atenta y mi cabeza ha ideado un plan. Ver esos fuegos. Desde el coche. Lo más cerca posible. Conduciendo dirección a los fuegos, he llegado a un punto donde se veían de manera espectacular. He parado el coche y allí me he dedicado a regocijarme en esa carita sorprendida, mirando aquellos destellos de luz en la noche.
Y ya está. Está durmiendo y solo deseo que tenga ganas de abrir todas las cositas que los Reyes Magos han pensado que quizás le gustarían. Ojalá... Ojalá.
Felices Reyes!


VACACIONES DE NAVIDAD DÍAS 17 Y 18
Y estas vacaciones ya llegan a su fin y lo hacen a lo grande. Con el día de Reyes, que se traduce en una maratón de comida y cena de casa de superabuelosTEA a los otros superabuelos. Más de 100 km de ida y otros tantos de vuelta.
El día de ayer empezó con mi pieza TEA abriendo regalos sin esperar a nadie (seguramente porque no conoce la norma). Pero lo que abrió no le gustó, así que se volvió a su cama a jugar.
Después ya los tres juntos abrimos los regalos. Algunos le gustaron más que otros, pero se los miró todo, jugo un par de minutos con cada uno y se largó de nuevo a sus cosas.
En casa de superabuelosTEA, también abrió regalos, pero ya con menos paciencia y sin con más prisa por desaparecer del ruido de ña familia. Todo fluyó y solo hubo sonrisas y bromas con superabueloTEA y su "poc a poc".
De vuelta todo siguió en armonía. Hasta que de camino a la cena, mi pieza TEA creyó perder un picto de su colección de puentes. Un pequeño enfado, una ansiedad que se esfumó cuando completamos los 26 puentes que componen ña colección. Cenamos y mi pieza TEA aguantó jugando de aquí para allá. Hasta que pidió ir a casa. No era agobio, quería dormir. Fin del día.
Hoy un día un poco más nerviosilla mi pieza TEA se ha enfadado un buen rato porque no he cedido a sus deseos de hacer la dichosa vuelta en coche a más de 50 km. Pidiendo también otros imposibles que no puedo hacer realidad. Finalmente ña tarde ha sido tranquila y el buen humor de mi pieza TEA ha imperado en casa.
Mañana al cole otra vez.




Estas fueron las últimas navidades de esta familia superTEA. Por esas fechas nada intuía, pero el destino quiso separar caminos. Ahora, mi pieza TEA y yo, andamos solas. Mirando cara a cara la vida, construyendo de nuevo una familia, los dos. No sé qué me depara el futuro, ni sé realmente que quiero, pero de momento, dejaré fluir.