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miércoles, 27 de marzo de 2024

DÍ END

Viajar al pasado. Un pasado ya muy lejano, de color sepia, donde las arrugas no existían, los sueños eran grandes y las fantasías se esfumaban de un plumazo. Un futuro por delante, proyectos utópicos, metas quizás alcanzables. Ese momento de descubrir emociones... Las que te elevan inevitablemente al cielo, pero también las que te invitan con sonrisa sarcástica a degustar el infierno. Y me viene a buscar esa mano escribiendo en la última página de mi dossier de apuntes. Y lo revivo porque esa mano que escribía era la mano de mi fantasía. Y vuelve a mi boca el sabor amargo del sentido de esas palabras. DI END. 

Estoy en mi presente. Y de nuevo esas palabras aparecen. En mi mente. Me lo digo a mi misma. Me lo repito una y otra vez. DI END. Punto y aparte. O mejor, punto y final. Fin del capítulo. Fin del libro.

Ante mi una nueva hoja en blanco. Un nuevo inicio, una nueva etapa. Con sus cambios. Con sus cosas que tal vez sean buenas, por esas cosas malas del haber perdido.

De golpe, ya no solo mi pieza TEA en breve cerrará capítulo e iniciará un nuevo rumbo. Yo también. Y las dos vamos a empezar a andar con la incertidumbre de no saber hacia dónde, con quién, ni qué sentiremos, ni si lo que vamos a vivir será lo mejor que nos puede pasar.

Fin de ciclo. Fin de historias. Fin de vivencias. Pasado feliz que se convierte en cenizas. Lejano y quizás olvidadizo. Mi pieza TEA pondrá fin en unos meses a su querido cole, a sus queridos compañeros, a su rutina, a su vida conocida. Yo, pongo fin a mi rutina, a mi día a día, a lo que hasta ahora era mi zona de confort. 
Toca pasar página, vencer el miedo a seguir sin saber. Toca ser valiente y echar a andar. Sin mirar atrás, sin echar de menos ese pasado ya deshecho. 

Y ahora, no soy yo quien coge la mano de mi pieza TEA. No soy yo quien la guío, quien con mano firme le susurro que estoy ahí y podremos. No. Ahora es ella la que, con gesto descuidado, me coge la mano y entrelaza fuerte nuestros dedos. Me cuenta a su manera, con esa mano apretando la mía: "mamá, estoy aquí, contigo, para siempre"... Mientras, las lágrimas, lentas, abrasan mis mejillas... Mi mente me recuerda que diga: "DI END".


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