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sábado, 13 de marzo de 2021

NOTAS

Notas. Hace años tenía la sana costumbre de escribir notas. Ideas que aparecían en mi mente, motivo de futuros escritos o para incluirlo en mininovelas inacabadas que ahí siguen, a la espera de que las retome algún día. Las tengo presentes. Me encantaría poder terminarlas. Una, porque surgió de mi abuelo. El único que pude conocer pero que solo tenía ojos para su nieto mayor, mi hermano. O quizás no. Seguramente no. El caso es que gracias a él empecé un libro que aunque ya tiene el principio y el final escrito, media trama se perdió en mi mente. El otro... Este es el importante, la "obra maestra", el que empecé hace veinte años. El que habla de los míos, sin tapujos, tal cual los veía y quizás aún los veo. Mezclando ficción y un romanticismo inútil. Surgido de un lugar de ensueño en mi infancia y de una música que nos empeñamos en escuchar en directo, gintonic en mano y cigarrillos que van y vienen. Un jazz tocado con sentimiento  por un grupo de jóvenes entusiasmados con ese sonido tan diferente, tan vivo, tan alegre y tan triste a la vez. También tiene final y mucho escrito. Muchos sentimientos y muchas maneras de ver las cosas... Tal y como las sentía hace veinte años. Y ahí está a la espera de seguir siendo escrita. El miedo me paraliza porque ya no soy la que era ni pienso ni siento como antes. Esa esencia de tener veinte años, de no haber vivido encontronazos como el que me ha tocado vivir... Quizás ya no esté.

Y hoy me encuentro una nota en el bloc de notas de mi móvil. Inicialmente para un post que ya escribí hace unos meses. Pero no recordaba todo lo que había escrito.. "Moments que es perden amb el putu autisme. No poder seguir tradicions no trobar res que pugui seguir la saga familiar. Aquí s'acaba tot". Me duele. Eso es lo que me duele. Es como una obsesión que ronda y ronda por mi cabeza. Lo he escrito otras veces. ¿Tiene recuerdos mi pieza TEA? No de datos, no de lugares, no de fechas... De momentos. De momentos con su padre, de ratos de risas con sus compañeros, de juegos conmigo, de las comidas de las abuelas, de sus primos, sus tíos... ¿Los tiene? Quizás caen en saco roto. Quizás no son relevantes para ella. Quizás soy yo que le doy demasiada importancia a mantener vivos los recuerdos. Quizás es miedo a que en el futuro, cuando ya no estemos no haya un hijo que nos recuerde y nos mantenga vivos con historias del pasado. 

Sé que es algo que no debería preocuparme, que hay preocupaciones mayores como el futuro de mi pieza TEA, pero no poder transmitir como me transmitieron y transmiten mis padres, no poder tener una noche de verano en la terraza recordando vacaciones de antaño, o historias que nos hicieron reír, no poder compartir como yo he compartido, me mata.

Lo vivo con un declive familiar. Como aquellas historias de casas de ricos que acaban en la decadencia más absoluta. Y me entristece.

Debería resetear un poco, volver a la esencia de las buenas cosas del día a día con mi pieza TEA. Ella se lo merece. Merece que quede constancia de sus logros, de sus rabietas, de sus triunfos y de sus avances. Esa era la esencia del blog. No escupir sin más pensamientos que me vienen y que no aportan nada bueno a la visión de mi hijo ni a la visión del autismo en general.

Prometo resetear. Prometo volver a las buenas costumbres. Volver a gritar de viva voz todas las cosas bonitas que nos suceden en el día a día. Porque siguen habiendo, siguen los avances, siguen las victorias y alguna que otra derrota.

Toca hacer limpieza mental. Abrir la mente de nuevo a nuestro presente y relegando el futuro al lugar que le corresponde, el no ser, el no existir todavía.



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