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viernes, 21 de diciembre de 2018

DÍAS DE COLE

Hoy termina un nuevo trimestre. Hoy sin pena ni gloria termina la primera parte del curso. Ajena a todo lo que está por venir estos días, mi pieza TEA se ha ido del colegio como si fuera un día más. 

Atrás quedan los nervios de los primeros días, cuando no sabíamos cómo reaccionaría mi pieza TEA a los nuevos maestros ni a los nuevos compañeros. Lejos quedan ya los días en que mi lágrimas salían a solas cada vez que me comunicaban que le negaban el derecho a mi hijo a acudir a la hora de acollida. Por ser diferente, por no ver que él es capaz de adaptarse solo y que en realidad sólo necesita que alguien esté echándole el ojo de vez en cuando. Impotencia porque ni mi pieza TEA ni yo éramos culpables de su autismo. Rabia escondida por descubrir que aun hay gente que no entiende el significado de empatía. Por no saber ponerse en el lugar del otro. Sólo palos, sólo trabas, sólo impedimentos. No por esto, no por lo otro... un mes y medio triste para mí. Noches en vela pensando en ello. Pero ahora no quiero pensar. De momento, han ganado una batalla por mi hijo y por mi aquellas personas que de algún modo han entendido que no era un capricho mío, sino una necesidad y una tranquilidad para mi poder dejarlo yo en el cole y recogerlo a la salida. Por entender que no se puede discriminar a nadie. Pero ahora ya no quiero pensar en eso. Porque algún día volverá la pesadilla y entonces ya pensaré y ya lloraré.

Ahora toca mirar hacia atrás. Sólo un poquito. Y ver a mi pieza TEA en setiembre. Cómo estaba, dónde se encontraba. Un niño feliz, cantarín a su manera. Diciendo algunas palabras con sentido para que lo entendieran, movido como siempre y con pocas rabietas. A días ajeno a todo lo de su alrededor a días conectado. 

Después de un primer trimestre. He visto cambios. He gozado como una enana viendo avances que para quien no sepa nada son nimiedades, pero que valen su peso en oro. Y sé que todos esos avances han surgido de un buen trabajo con mi pieza TEA. 

Cada mañana con su Bon dia, cada tarde con su Adéu. Cogidos de la mano, con su sonrisa eterna de me lo he pasado bien. Verla correr hacia la puerta de la acollida, como si el cole fuera un chiquipark. Dejar de escuchar su adéu porque tiene prisa para que me vaya. 

Escucharle decir los números cada día un poco mejor. Observar que se esfuerza por pronunciar lo mejor que puede para que lo entendamos cuando nos dice cinc o sis. Reírme con ella porque se troncha cada vez que lo entiendo. Deletrear su nombre una y otra vez. Y por fin ver cómo escribe sin ayuda su nombre, con casi soltura. Ha costado, sí, pero el esfuerzo ha valido la pena.


Llegar un día al cole y ver un niño que coge de la mano a mi pieza TEA para llevarlo hasta mí. Y descubrir que quieren implicar a sus compañeros, que quieren ayudar a mi pieza TEA a ser más autónomo y no depender tanto de los adultos. Darle un voto de confianza a mi pieza TEA y  a los demás niños. Saber que sus compañeros se mueren para que les llegue la hora de ser el ayudante de Arnau. Escuchar como voces entusiasmadas me cuentan que Arnau ha dicho esto o lo otro. Ver que lo abrazan, lo besan día sí y día también. O comprobar el respeto que le tienen... No tiene precio. Ha sido una gran decisión por parte del cole. Porque a mi pieza TEA le toca trabajar el relacionarse, el hacerse entender por los demás niños. Porque todos ellos están ahí y seguro que más de uno desea que algún día Arnau le corresponda. 

Y más cosas. Han pasado más cosas. Una impresionante. A primera vista una tontería pero esconde mucho detrás. Después de seis años mi pieza TEA un día empezó a señalar. Ese gesto, tan normal, tan cotidiano, nunca había aparecido en mi pieza TEA. Siempre me cogía la mano para que fuera mi dedo quien señalara. Y un día señaló un tobogán, porque quería ir allí. Y otro día señaló unos triángulos de un letrero y nos dijo "ianguo". Y ese simple gesto me dice que tiene intención de comunicarse, de hacerse entender más allá de cogernos de la mano o más allá de un simple gruñido o palabra. Ese gesto es más que importante. 

Día a día. Paso a paso, sin detenernos avanzamos. Acompañamos a nuestra pieza TEA por sus singulares aprendizajes y los valoramos como si fuera lo más. Es un niño y es persona. Y crece y nos demuestra que a su manera se esfuerza para aprender y conectarse con un mundo raro, difícil y complejo. Pero ahí está. Demostrando a todo aquel que no confía que sí, que como dicen dos personas que le han ayudado y ayudan a crecer, la superación está.

Volveremos al cole en enero con nuevas esperanzas, con nuevos retos y espero que con nuevas alegrías que nos den alas para soñar con lo mejor y guardar las piedras que nos quieren hundir. Y sí, seguiremos pa'lante, siempre pa'lante.  


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