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martes, 4 de febrero de 2020

FLORES

Facebook nos hizo reencontrar hace 12 años. Compañera, casi amiga de la infancia, en un cole de barrio. Estuvimos hablando por messenger sin pensar-nos ninguna de las dos que no sería solo una conversación de cordialidad. Eran los inicios del Facebook. Chafarderos como nadie, buscábamos nombres de la infancia, del instituto o de épocas olvidadas pero que formaban parte de nuestras historias. Se creaban grupos de colegios, de quintas de colegios, con esa ilusión inútil de reencontrarse 20 años después en una cena que me parecía pura hipocresía y de la nada nuevo que contar por mi parte.
Empezaron a salir fotos de segundo, de tercero o del viaje de fin de curso. Y allí estábamos, a cursos juntas, a cursos que ni hola. En el viaje de fin de curso compartimos habitación en Madrid y también fotos de incipientes adolescentes felices porque habían una gran aventura.
En mi caso esa cena nunca la materialicé. Porque no quería, tenía suficiente con mantener a mi amiga de la infancia, R. 
Nunca te podré agradecer que tuvieras el descaro de hablar conmigo en cuanto leíste el primer post de mi pieza TEA, donde explicaba al mundo que mi pequeño tenía autismo. Y siempre recordaré cómo empezaste a hablarme de reiki, reflexoterapia o de las flores de Bach. Y cómo te iba leyendo mientras con total convicción me decías que seguro que ayudarían a mi pieza TEA. Y yo escéptica. Ciega porque la gran mayoría de la comunidad azul rechazaba cualquier pseudociencia, cualquier cosa que no estuviera probado científicamente.
Eran los inicios de mis andanzas con el autismo, con el estar perdido y sin saber qué podría ir bien o no. Así que de perdidos al río. 
Hacía mil años que no habíamos coincidido. Quizás desde el año 91 cuando la EGB quedó atrás para siempre, con recuerdos buenos y menos buenos, con nombres que por lo que sea, quedan en la memoria. 
Y no dudaste en acompañarme con mi pieza TEA a probar las flores. Abierta, alegre, espontánea, con ganas de vivir. Sin encontrar problema al hecho que hiciera más de 20 años que nuestros ojos no se habían vuelto a mirar ni que ninguna nos regaláramos una sonrisa. 
Y esas flores M., esas flores han sido un salvavidas en nuestro día a día. Sugestión, fe o real efectividad, nos han dado muchos momentos de paz en nuestro día a día, han convertido berrinches de mi pieza TEA en sonrisas eternas.
M. te echaré de menos. Porque me has enseñado a no tirar la toalla, porque he aprendido de ti a tener esperanza y a creer en mí. A entender que a pesar de todo la vida es bonita. 
Estés donde estés, espero que tu sonrisa eterna se dibuje cada vez que mi pieza TEA avance, que tu seguridad al decirme que avanzará y hablará se haga realidad. Que te rías con las aventuras de mi pieza TEA. 
Formas parte del camino de mi pieza TEA y eso querida M. no lo olvidaré. 

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