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jueves, 30 de mayo de 2019

MI PIEZA TEA GPS

Recuerdo cuando era pequeña e íbamos con mis padres a cualquier lugar desconocido. Recuerdo ir detrás con mi hermano y observar a mis padres semidiscutir porque no encontraban la calle o el lugar que buscábamos. La voz de pepito grillo de superabuelaTEA surgía de repente cuando parecía que estábamos totalmente perdidos... "para y pregunta"... y la voz tranquila de mi padre diciendo que no, y la otra contestando ya malhumorada y cansada de tantas vueltas... "eres un tozudo". Y esta misma escena se repetía cada cinco minutos. Supongo que mi padre hacía oídos sordos a las refunfuñadas y consejos de mi madre, porque como por arte de magia, de golpe, sin casi esperarlo aparcaba el coche justo en nuestro destino. Esa capacidad de orientación que dicen los expertos que es cosa del género masculino... quizás sí, quizás no. Lo que sé seguro es que mi madre no la tiene, nunca la ha tenido, pero yo sí. Porque busco referencias, busco puntos que me ayuden a saber el camino que debo recorrer para ir de un sitio al otro... un letrero, un quiosco, una tienda, cualquier cosa que me llame la atención.

Sin embargo, cuando hablamos de mapas de carreteras, cuando debo entender uno de estos mapas me pierdo... ¿Lo tengo que mirar del derecho o del revés? ¿Colores de carreteras? ¿Atajos? No hay manera. Por suerte, los mapas forman parte también del pasado. En los coches ya no se llevan aquellos libros llenos de mapas que mostraban todas las carreteras del país por cuadrantes. Ni sirve como regalo comprar un mapa actualizado. No hace falta. La tecnología inventó el gps, herramienta que a veces lía, que muchas otras te hace dudar pero que siempre te acaba dejando en nuestro destino.

Mi pieza TEA descubrió el gps o mejor dicho la voz de la señora, mirando los interminables vídeos de la autopista que va de nuestro hogar a "casa la iaia".  En uno de esos vídeos un camionero llevaba el gps puesto y mi pieza TEA se reía cuando decía "gire a la izquierda y después a la derecha". De hecho, acabó siendo un juego entre nosotros en el que se reía si decíamos algo diferente a lo que tocaba. Incluso el gps, de nuestro coche se convirtió en un entretenimiento de carcajadas para mi pieza TEA. 

Un día, mi pieza TEA descubrió q la puerta de casa de superabuelosTEA tenía un número completo y empezó con su famoso "132 nem a casa iaia". Y yo, sin saber que a la larga sería una semiobsesión, le enseñé a través de Google Street  View casa de la iaia. Arnau alucinó porque podía ver la puerta de casa la iaia sin tener que estar ahí, podía mirar los diferentes semáforos del cruce de la calle de mis padres e incluso irse por otras calles. Sin saber muy bien cómo, aprendió a moverse a través de esta aplicación, era capaz de poner el nombre de la calle y números de mis padres y transportarse a casa la iaia.

Mientras tanto seguía mirando sus vídeos de autopistas y nos pedía una y otra vez ir a casa la iaia. Quería ver en vivo y en directo esa autopista que se sabe de pe a pa. Reconocer, puentes, señales, salidas, peajes... una obsesión pero también la máxima expresión de felicidad.

La facilidad de orientación de mi pieza TEA empezó a hacerse palpable porque se enfadaba si cogíamos caminos distintos para ir al super o pasear por ahí. Su orientación nos enseñaba que sabía sin temor a equivocarse dónde estaban los semáforos molones, los badenes más divertidos porque ella misma nos guiaba a su manera... "Gasolina, preparados listos, ya" eso significaba y significa que quiere ir por el baden que hay cerca de la gasolinera, y si dice "semafor" es que quiere ir por el paseo marítimo. Aunque había veces que se enfadaba porque no acertábamos a saber por dónde quería ir. Hasta que un día, yendo mi pieza TEA y yo de paseo en coche, giré por un sitio y acto seguido oí el berrinche cabreado de mi pieza TEA. Sin enfadarme le dije que si me no me decía hacia dónde quería ir, yo no podía saberlo. Al siguiente cruce y casi como en un sueño una vocecita nerviosa me decía "cap allá" mientras la gordita mano de mi pieza TEA señalaba la dirección.


Desde ese día mi pieza TEA se ha convertido en un gps andante, ella dirige, ella dice hacia dónde hay que ir si ni papáTEA ni yo le hemos dicho nada previamente. Es muy divertido escucharla, y sentir esa felicidad tremenda cuando descubre que se ha hecho entender como nadie.

Intentamos de todos modos no complacerle siempre, que no sea mi pieza TEA quien nos dirija siempre. No queremos ser esclavos de sus deseos y queremos seguir siendo libres de ir donde queramos sin berrinches ni pataletas. Sabemos que nuestra pieza TEA cada día va mejorando su resignación, va entendiendo que hay normas, que no siempre va a conseguir lo que desea. Por eso mientras le dejamos cierta libertad de dirección también vamos trabajando la aceptación de un no. Y podemos sentirnos orgullosos, porque poco a poco las lágrimas van siendo menos, la comprensión va a más y el consenso entre padres e hijo es una realidad.

Es una anécdota. No es importante en realidad, pero no deja de asombrarme esa capacidad de aprendizaje, de observación del entorno que tiene mi pieza TEA. Me da rabia pensar que todo ese esfuerzo lo podría hacer para otras cosas más importantes como hablar mucho más, y no tan solo frases aprendidas o palabras sueltas que son de su interés. Me gustaría que esa capacidad que tiene se viera reflejada en aspectos que no son de su interés pero que le servirían para el maldito día de mañana. Sueño con que esa capacidad le permita avanzar más rápido, porque últimamente pienso que no avanza como lo hacía meses atrás. Quizás son imaginaciones mías, quizás desde fuera se ve un avance espectacular que yo no sé ver o no es el que quiero.  Como siempre, el no lo sé ante todo. El no saber, el no querer saber y el saber seguro. 

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