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viernes, 29 de septiembre de 2017

EL JUEGO PERFECTO

A. tiene un amigo. Quizás sea su mejor amigo, el más fiel, el más bueno, el más sincero. A. cuida día y noche de él, son inseparables. Le mima, le cuenta sus cosas, le da besos. Sabe que su amigo no le fallará. Que estará ahí en todo momento. Que no importa si un día A. está enfadado, su amigo, con ese sonreír perenne le relajará, lo comprenderá sin rechistar. Tampoco le importa consolar a A. cuando se siente triste, porque sabe cómo hacerlo. Sabe mirarlo tiernamente con esos círculos negros que jamás se impresionan. Y también tienen sus días de felicidad absoluta, jugando los dos, compartiendo risas y sonrisas. Porque son inseparables, porque es su mejor amigo.


A. ha tenido otros amigos, también fieles, pero de los q se ha cansado porque no le miraban con ojos redondos, ni le sonreían con cariño. Hubo seis puntitos. Iba bien, jugaban juntos y A. le llamaba a todas horas con necesidad imperiosa de estar con su colega. Pero sólo le miraba, seis puntitos carecía de sonrisa en la que consolarse. Demasiado observador, demasiado como los niños que hay ahí afuera. ¿Y si también le juzgaba? Quizás seis puntitos haría como aquellos niños que se lo miraban un poco en la distancia, un poco con recelo. A A. no le gustan esos niños. Quisiera poder ser amigo de ellos, pero su inseguridad le frena. Lo ha intentado, pero le defraudan. O bien porque él no entiende la manera que tienen de vivir una amistad sincera o bien porque los otros no entienden sus deseos y esperanzas en esa amistad. A. no lo ve claro y hace mucho tiempo que decidió dejar de sufrir por los desencuentros con los demás niños. De ellos, al final solo sacaba enfados y lágrimas desbordadas.

Y apostó por buscar nuevos amigos en otro sitio. Pasó por muchos, a los que después de un tiempo olvidó. Hasta q se topó con Arnau. Sí, así se llama su mejor amigo, un conejo con cara de bueno. Pero no es un conejo como los demás. Es un conejo especial. Tiene poco cuerpo, y mucha cara. Unos orejones grises preciosos que a A. le encantaría acariciar. Pero no puede, sin embargo, se conforma con pasar su delgado dedo índice por encima de su naricilla y sus bigotes. Y es que Arnau el conejito es una imagen, sólo eso. Una cara salida de un juego especial, hecho con cariño para un niño con autismo, para mi pieza TEA.

A. descubrió en ese juego un ser ideal, un personaje que desprende bondad, serenidad y empatía. A. Puede manejarlo a su antojo, hacer con él todo lo que se le pase por la cabeza. Sabe que Arnau el conejo no le va a fallar. A. ha buscado en esa imagen lo que fuera, en la selva urbana, se siente incapaz de encontrar, por miedo, por no saber por dónde empezar, por inseguridad y por lo poco previsibles que pueden llegar a ser los niños de fuera. Ahora, A. con Arnau el conejo, es un niño feliz, se siente seguro, puede anticipar qué pasará si le da un beso o si se enfada con él. Una amistad verdadera, una amistad sin tapujos, sin malas intenciones, solo bondad y cariño. Quizás con el tiempo, con la ayuda de su fiel amigo, consiga conquistar la amistad de los de ahí fuera. Sí, algún día.
(Gracias M. por esta historia. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia... pero es una historia maravillosa).

Gracias al juego que el bueno de mi hermano hizo para mi pieza TEA, otros niños han podido encontrar disfrute dentro del juego.

El juego es muy simple, pensado y elaborado para mi pieza TEA. Mi hermano, observador por naturaleza, iba analizando los gustos e intereses de Arnau. Y con todas esas ideas creó el juego de Arnau. Hay un cronómetro, que puede ir más rápido o más lento. Se puede incrementar o disminuir el tiempo según necesidades. Aparecen mil colores al tocar la pantalla y cuando el reloj llega a cero, pulsando la pantalla aparecen muchas caras de animalitos mientras se oye una voz que cuenta hasta diez en inglés, castellano y catalán. Un juego muy simple pero que triunfó de inmediato en manos de mi pieza TEA.

Es para los más peques pero, os invito a que lo probéis, lo descubráis con vuestras piezas TEA. Gustará o no, pero para nosotros fue un regalo bonito, lleno de grandes y buenas intenciones y sabiendo seguro que su tío no le fallaría.

Aquí tenéis el juego de Arnau.


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