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miércoles, 23 de noviembre de 2016

ANTES Y DESPUÉS

De vez en cuando a todos nos da por ordenar aquel cajón que abres a menudo pero que cuesta de cerrar porque está lleno de cosas. En realidad es el cajón de los medicamentos, o quizás es el cajón del escritorio donde teóricamente guardas ordenadamente tus lápices, tus bolígrafos, unos cuantos clips, el tippex, los post-its, tijeras... y un millar de cosas más que no sabes ni que existen.

El día que nos da por sentarnos frente a ese cajón, abrirlo y sacar todo lo que allí se esconde para volver a guardarlo curioso, ese día descubrimos más de una vez tesoros olvidados. Una entrada que nos recuerda aquella tarde de teatro, ese paseo previo por el Gótico de Barcelona, con un frío espectacular pero que daba igual porque era un momento bonito, compartido, con ilusión. O encontramos aquel lápiz que tanto nos gustaba porque era de minas y era el que siempre habíamos utilizado. No sé. Muchas veces, al ordenar cajones abrimos de paso las puertas de la memoria. Aparecen recuerdos olvidados, o a veces ni recuerdos olvidados, sino sencillamente borrosos que sabemos que están ahí que algún día los recuperaremos para volver a hacerlos nítidos, con colores vivos y alegres. 

Pero es cierto, que cuando nos adentramos a ordenar cajones, también nos alegra desprendernos de objetos que no sirven para nada, o que su recuerdo no tiene ese valor extra que tienen otros. A veces llegamos a llenar una bolsa entera y pensamos cómo es posible que en un cajón tan pequeño hubiera tanto trasto. 

Y es que ordenar un cajón o un armario, o el baúl de los juguetes de los niños es un ejercicio increíble para las emociones. Ordenar nos pide ser fuertes para desprendernos del pasado, no ayuda a recordar bonitos momentos o nos abofetea con un mal recuerdo enterrado y casi olvidado. Ordenar nos da impulso para cambiar... Aunque reconozco que a mi me cuesta ponerme.

Sin embargo ayer decidí ordenar. Pero no eran cajones, ni armarios, ni estanterías. Eran carpetas. Pero no carpetas físicas como las que llevan los nenes al cole, eran las carpetas de mi ordenador... Mis imágenes, Mis descargas, Mi música, Mis documentos... La idea era dejar ordenado todos los apuntes y actividades de las distintas asignaturas de la carrera. Y encontré un documento llamado "Dia a dia" ... De golpe recordé qué era. Recordé muchas de las cosas que escribí ahí. Y lo abrí y lo leí. Son 13 páginas de un diario escrito para que algún día mi pieza TEA lo leyera. Era explicar las cosas del día a día que nos ocurrían en casa. La idea era dejar por escrito aquellas pequeñas cosas que mi pieza TEA iba consiguiendo desde que nació. Se quedó a medias, pero ayer entendí que tiene un principio y un final. Que en ese documento entran las esperanzas de una madre feliz con su bebé, que aparecen las primeras preocupaciones, que se describen muchos signos que entonces no tenían importancia, pero que ahora, releídos de nuevo, daban muchas pistas del autismo de mi pieza TEA. Fue duro ir leyendo y ver cómo explicaba con inocencia y como normal cosas tremendamente características de muchas piezas TEA... Juguetes luminosos y con música, movimiento excesivo, obsesión por mirar luces de un radiador, disfrutar y conectar con él a través de la música, no hablar, llorar como un bendito en su segundo cumpleaños mientras cantábamos el cumpleaños feliz... Pero lo bueno, lo tremendamente bueno fue, que mientras leía no lloré, no me derrumbé por lo que pudo haber sido y no sabemos si será... Porque señores, lo que pudo haber sido y no fue no entra en mis planes con mi pieza TEA. No. Será o no será, quizás sí o quizás no. No pienso, no imagino, sólo sigo, sólo ando, como los burros, pa'lante, siempre pa'lante, de la mano de mi pieza TEA, apoyándome en superpapá TEA observando cómo aguantan la red los otros 16, por si caigo, por si arrastro conmigo a mi pieza TEA y a superpapáTEA. 

Así que hoy, quería compartir el principio y el final de ese documento, pero no. Sólo quiero compartir el principio. La parte bonita la que tiene esperanza, la que disfruta de su hijo y sus cositas... El final, el momento del diagnóstico, ese da igual. Porque cada uno lo vive y llora como puede, cada uno se lo echa a la espalda a su manera... y porque no, porque las penas ya sabemos cómo se viven y porque vale la pena recordar que siempre hay partes buenas, partes bonitas y son las que merecen la pena. 

Como siempre, lo pongo en catalán para que quien me conozca ponga mi voz, después, como siempre, os lo pongo en castellano. 

"Estàs a punt de fer dos anys Arnau. Han passat molt ràpid, tant que encara no m’ha donat temps a conèixe’t del tot. Dos anys en els que t’he vist dia a dia iniciar el teu particular camí cap al món. Des de que vas néixer has mostrat un caràcter únic, una manera particular de moure’t en aquest món una pèl estrany, difícil potser, però sempre amb un somriure i una alegria immensa en la teva cara. El primer cop que vas somriure va ser el dia que feies un mes. Tan grassonet, amb aquesta mirada tan neta i noble que tens. Les llàgrimes em van venir als ulls perquè em somreies a mi, a la teva mare. Va ser preciós. Però un dels millors regals que m’has donat va ser la primera rialla, carcajada en toda regla. Era el dia de la mare i amb el papa vam anar a passejar per Cambrils. Quan ja érem dins del cotxe, tu dins del cuco lligat i mirant cap amunt vas veure que la teva rateta, el drapet que t’ha acompanyat fins ara en els teus somnis, et mirava, amb les seves orelletes de mides tan diferents… i llavors, vinga a riure. Era un so tan bonic tan ple de vida i de fet t’és fàcil fer-te farts de riure, amb pessigolles, amb jocs de córrer, amb formes diferents de posar objectes…. Mai, Arnau, no perdis mai aquesta rialla que ens omple de vida a casa, que ens fa riure a nosaltres també i ens permet compartir sentiments als tres."


"Estás a punto de hacer dos años Arnau. Han pasado muy rápido, tanto que todavía no me ha dado tiempo a conocerte del todo. Dos años en los que te he visto día a día iniciar tu paricular camino hacia el mundo. Desde que naciste has mostrado un carácter único, una forma particular de moverte en este mundo un poco extraño, difícil quizás, pero siempre con una sonrisa y una alegría inmensa en tu cara. La primera vez que vas sonrisa fue el día que hacías un mes. Tan gordito, con esa mirada tan limpia y noble que tienes. Las lágrimas me vinieron a los ojos porque me sonreías a mí, a tu madre. Fue precioso. Pero uno de los mejores regalos que me has dado fue la primera risa, Carcajada en toda regla. Era el día de la madre y con el papa fuimos a pasear por Cambrils. Cuando ya estábamos dentro del coche, tú dentro del cuco atado y mirando hacia arriba viste que tu ratita, el trapito que te ha acompañado hasta ahora en tus sueños, te miraba, con sus orejitas de tamaños tan diferentes ... y entonces, venga a reír. Era un sonido tan bonito tan lleno de vida y de hecho te es fácil hacerte hartos de risa, con cosquillas, con juegos de correr, con formas diferentes de poner objetos .... Nunca, Arnau, no pierdas nunca esa risa que nos llena de vida en casa, que nos hace reír a nosotros también y nos permite compartir sentimientos a los tres."


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