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martes, 8 de agosto de 2023

CAMBIOS, RABIETAS Y, AL FINAL, ALEGRÍAS.

Ecuador de verano. No está siendo tan plácido como era hace un tiempo. Mi pieza TEA crece y con su crecimiento se van acentuando ciertas rigideces, va saliendo su carácter, normalmente dócil, pero con picos de mala leche. Sabe lo que quiere, sabe que conseguirlo suele ser fácil con sus chillidos chirriantes, sabe que el agotamiento florece rápido en nosotros y cedemos. Pero hasta aquí. Sus "por mis narices" deben empezar a ceder. Su "yo primero y después yo y siempre yo" no tiene que ser siempre así. Sus deseos ya no deben ser siempre son órdenes. 

Hasta ahora, elegía qué batallas debíamos ganar nosotros y qué otras no era necesario... bueno no, no valía la pena gastar energía. Craso error visto en la distancia. Cuando ya es más mayor, cuando sabe lo que quiere y lo que no, cuando sus hormonas empiezan a rumbear por su cuerpo. Visto lo visto, debimos ser más severos cuando cedíamos ante la negociación de dos minutos más, debimos saber decir NO cuando nos pedía ir a tal o cual supermercado, debimos ir a la izquierda, cuando ella siempre quería ir hacia la derecha. Debimos ser disciplinados y enseñarle a que tiene que tener un tiempo de juego-trabajo en casa y no tan solo lo que a ella le plazca... debimos, debimos, pero no hicimos. No fue comodidad, sé que no. No fue no estar encima de ella. Fue centrarse en enseñarle cosas básicas olvidando otras cosas que a la larga no supimos ver que acarrearían batallas futuras.

Por suerte, la docilidad de mi pieza TEA, hace que las nuevas batallas no sean extenuantes. Son cortas. Muchas veces cede, otras, tragándonos la rabia e impotencia, cedemos porque es un sinsentido y solo lleva a frustración. Tirar la toalla no es opción. Quejarse y no hacer nada, tampoco. Pero las fuerzas cada vez están más mermadas, las ganas de luchar quieren abandonarnos.
No sé, es un verano raro. Quizás el calor influya, quizás es que sí, que mi pieza TEA empieza a darse cuenta de lo que quiere y lo que no, sin pensar en los demás, sin saber que nosotros, sus padres, también queremos vivir un poco, aunque solo sea estar una hora tomando algo sin necesidad de estar alerta por si ella quiere irse o no, por si se siente a gusto o no. 

Sin embargo, como siempre, hay que mirar el lado amable, buscarlo mal que sea. Y es que acostumbrarnos a decir que no, ha llevado a mi pieza TEA a día a día, ser un poco menos desafiante. Y es que si hace un mes le hubiera dicho que no le compraba cerezas, se hubiera tirado en el suelo, como hizo ayer, hubiera hecho varios chillidos gallina, como hizo ayer (bueno ayer fueron bastantes menos), hubiera sido muy costoso levantarla o quizás hubiera sido más rápido ceder. Pero no. Ayer se tiró al suelo, sí. Chilló, sí. Imploró cerezas, sí. Pero mi firmeza, mi no, es que no, sirvió. A regañadientes, y convencido de la promesa "mañana compramos", se levantó y con cierto enfado en su rostro, nos fuimos de la mano.

La conducta es todo un mundo. El saber dominarla desde fuera y moldearla no es fácil, pero si una cosa tengo clara es que la constancia, el hablar y explicar las cosas, con temple y sencillamente está dirigiéndonos hacia la "victoria". Mi pieza TEA quizás no entienda este cambio en nosotros, quizás sienta un poco de resentimiento hacia nosotros, pero para el futuro, quizás sea uno de los mejores regalos que le estemos haciendo.

Así que sí, como siempre, seguiremos pa'lante, siempre pa'lante.



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