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martes, 7 de septiembre de 2021

NO HAY SALIDA

Y ese sorbo de vino fue el más amargo que he probado en mi vida. No porque el vino fuera peleón, ni porque el vino se hubiera agriado. No. Ese vino, hacía apenas una semana, coincidimos los dos que era buenísimo, que el aroma que desprendía solo acercando la copa era sublime, que su sabor afrutado y aterciopelado lo hacía delicioso al paladar. Pero en ese momento, dolió. Dolió al dar un sorbo, dolió cuando llené mi boca con todos sus toques, dolió cuando me lo tragué y dolió mientras se deslizaba del esófago hacia el estómago.
Toda mi vida en ruinas, derrumbándose a cada palabra dicha y a cada palabra callada. Ojos que se miran sin querer ver el dolor en el otro. Ojos que se evitan para no sincerarse, ojos que miran de reojo para ver si hay alguna reacción por parte del otro, una pequeña esperanza, una tregua que permita volver atrás y reconducir y reconstruir todo lo que se ha quebrado. 
Labios sellados que han dicho demasiado y ya no saben qué decir para no encontrar una respuesta dura, fría como el hielo, sin miedo a que duelan las palabras soltadas, O quizás porque da igual la herida que produzcan, es lo que sienten, es lo que piensan.
Lágrimas que saturan mejillas y mojan sin control la nariz. Lágrimas que se sueltan libres por fin. A ojos que tienen que verlas. Para que sepan, para que entiendan que el dolor és mutuo que los dos están dolidos, que los dos caminan hacia un pozo sin fondo. Que no tan solo uno lo pasa mal y vive en un sinvivir. Ambos sienten y lloran lo mismo. Ambos ven que nada queda. La diferencia es que uno ya no quiere intentar salir del abismo y el otro quiere pero no sabe cómo. És como estar en un laberinto. Caminas y caminas por largos pasillos, girando a izquierda y derecha para finalmente toparte con un muro verde que no te deja seguir. Desandas lo andado, vuelves al punto de partida, cogiendo una nueva alternativa, así una y otra vez. Hasta que crees que ya has encontrado la salida, la esperanza quiere hacerse realidad, tu mente se ilumina, tu cuerpo hace un último esfuerzo y... Cierras los ojos, caes al suelo y te echas a llorar. No puedes más, no hay salida. Sentada en el suelo te haces un ovillo y dejas de pensar.

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