Tu manera de entrar me da una pista de cómo te sientes hoy. Tu manera de cerrar la puerta casi me confirma tus emociones. Un portazo sueve me susurra que todo va bien, un portazo que duele me asusta porque algo no anda bien.
Espero. Tu manera de sentarte y dejar mochila también avisan. Y ya cuando decides qué música toca escuchar, todas mis sospechas se ven confirmadas... "Wasted time"... "After the thrill is gone"... The Eagles, sólo ellos. Subes el volumen. Y el cambio de marchas empieza a cambiar, frenético, rudo. Y te escucho cantar, aún sin quebrar voz... Y espero, porque llegará ese momento, esa frase que no te dejará continuar cantando con entereza... "What can you do when your dreams come true And it's not quite like you planned?". Y llega. Y ahora sí me matas con tu golpetazo. La rabia surge sin más. Eres consciente que necesitas sacarlo todo y que yo soy tu silencioso compañero. Y lo sacas, con lágrimas que por momentos te nublan la vista. Y yo, solo puedo acompañarte, darte lo que necesitas. Alejarte de todo, olvidarte de todos. Solos tú y yo. Paso a paso, sin concesiones, obedezco tus instrucciones sabiendo que lentamente ese desasosiego se calmará y se desvanecerá.
Soy tu hombro en el que llorar. Lo sé. Cuando estás conmigo te despojas de cualquier máscara, para ser tú, con todo lo bueno y lo menos bueno que llevas a cuestas. Sabes que no te juzgo. Sabes que no le contaré a nadie lo que ocurre en tus malos momentos, te guardaré todos esos secretos, todos esos feos pensamientos, todos esos sentimientos que te resistes a guardar bajo llave, salvo cuando vienes a mí.
Soy testigo de todo lo que pasa por tu cabeza y que no te permites verbalizar jamás, para que nadie sufra más de lo que ya sufren, porque sé que con que tú lo llores ya hay suficiente. Por eso te hago caso en todo. Por eso no te llevo la contraria e intento no fallarte.
Soy tu amigo el silencioso, el que escucha y no habla, aunque ruge si es necesario y galopa hacia el horizonte por el asfalto para que esa rabia, esa tristeza que te consume, se desvanezcan con el viento.
Y tú y tu querida pieza TEA me regaláis momentos. He sido el único testigo de momentos auténticos como aquella vez que los dos cantasteis juntos por primera vez, como si no hubiera mañana... Ese "sweet child of mine" ese final apoteósico que sube y sube... Sé cómo te sentiste, viva, con tu pequeño, los dos, solo vosotros dos. O cuando por fin tu pieza TEA encontró el gusto a las canciones que te dan vida. Esa ojos como platos al escuchar tararear los casi cinco minutos de guitarras de "Sultans of swing", clavando los tiempos, clavando los momentos, lentos, rápidos, toque aquí y toque allá... Y tú le seguías porque tú también la clavas.
Muchas primeras palabras hemos escuchado de tu pieza TEA, muchas risas le he provocado, con el tictictic de los intermitentes, o amortiguando los badenes, acelerando cuando el "samaful" se pone verde.
Me gusta cuando tienes ganas de vivir y sentirte feliz. Pones canciones que se dejan cantar hasta la afonía. Y no puedes evitar que el volumen suba y suba, porque en esos momentos eres tú, pero ese tú que me gusta y que te gustaría ser siempre.
Recuerda que siempre estaré ahí, para que eches todo lo malo, para que sonrías de nuevo a la vida.
Tu coche.
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