Y llegó. Llegó el día. Un día que desde hace unos meses temo. Hoy terminan dos largos años en el cole de los peques. Dos años totalmente diferentes el uno del otro. Dos años donde primero odié, lloré, me enfadé, negué, sufrí... Y un segundo donde disfruté, viví, sonreí y acepté. El otro día fue Montse (la senyu) quien se medio despedía de un reto que a mi modo de ver pasó de ser un reto profesional a ser un reto personal. Hoy soy yo, Mon (mamá de mi pieza TEA) quien, con lágrimas en los ojos (ya sabes, Montse y muchos, que poco me cuesta), se despide de este pequeño refugio que durante dos intensos años ha sido esta escuela.
He deseado durante días y noches que este bonito período jamás acabara, que la vida quedara suspendida un año más ahí. Mi pieza TEA con sus tres grandotes años aprendiendo de la mano de Montse nuevas cosas. Quizás no haya aprendido los colores, ni a escuchar cuentos y ni tan siquiera a hablar. Pero da igual. Arnau ha aprendido a confiar en los demás, que mami no es la única persona en el mundo, ha superado miedos como ruidos horribles o adentrarse en lugares desconocidos, a aceptar a sus compis aunque en la distancia, ha aprendido canciones muy chulas que mami no sabía, ha aprendido a dar su original beso de mano o de cabeza cuando llega y cuando se va, se ha permitido el lujo de mirar alguna vez a los ojos de su "mami" del cole, a lavarse las manos, aunque no le guste la manera de hacerlo... Es mucho mejor dejar escapar tranquilamente el agua entre sus manos que frotar una masa espesita y blanca... Incluso ha aprendido ha estar relajado en el regazo de su maestra primero y en el de las demás educadoras después. En fin.. Un montón de cosas para seguir avanzando en su camino por la vida, pequeñas grandes cosas que parece que no requieren ningún esfuerzo, pero que para mi pequeña pieza TEA ha sido una gran cuesta que subir.
Sin embargo, la vida sigue. Los años pasan, a veces lentamente a veces demasiado rápido. Arnau acaba una etapa hoy, para iniciar en dos meses una nueva etapa que ni él ni yo ni nadie sabe lo que nos depara. Sólo deseo lo que todos los que quieren a este pequeñajo desean: otro ángel de la guarda. Otra persona con la humanidad, el sacrificio y la paciencia que tú Montse has tenido con Arnau. A tu manera, sé que te has preocupado por ver disfrutar a mi pieza TEA, por hacerle sonreir, para que estuviera tranquilo. Sé que para ti cada sonrisa sincera de Arnau ha sido un premio, una meta alcanzada. Y yo tan sólo deseo que Arnau siga topándose con personas como tú. Nunca sabremos si Arnau te echa de menos o no (yo creo que a su manera sí) pero lo que sí sé es que yo echaré de menos la confianza que me has dado, el apoyo que sin dudar me has brindado y sobretodo los kleenex que me has tenido que dejar jajajaja (si no ponía un toque de humor.... Un drama hubiera sido).
En fin, como suele decirse, no es un adiós, es un hasta luego, un hasta siempre. A partir de septiembre recuerda mirar a este petit príncep en la distancia y observar que sí, que sigue adelante.
Muchas gracias una vez más por todo. Ah! Y a todo el equipo del cole por aceptar y apreciar a Arnau sin reparos y como un niño más. No sabéis todo lo que habéis llegado a hacer por él. De verdad.