domingo, 27 de mayo de 2018

ME ESCONDO

Me escondo. Como cada mañana le sonrío hipócritamente a la vida. Miro la luz del sol y e intento reinventarme un poquito más. Me miro al espejo y me sonrío a mi misma sarcásticamente y pienso que debo hacer algo con ese careto que me mira desafiante. Hay días y días. Pero al final cada día me siento como un pianista delante un piano con mil teclas que controlar. Saber tenerlas a raya, que dancen armónicamente cuanto más tiempo mejor. Ser un virtuoso del piano, que suene como melodía, sino celestial, al menos un allegro. Teclas blancas, teclas negras, unas al lado de las otras suenan mucho mejor que al lado de otras. Pero siempre hay que seguir tocando. Con la necesidad imperiosa de encontrar un final digno para tanta música discordante. Sin embargo, hay días que cuesta. 

Por eso me escondo. Porque hay días que las musas, como diría aquél, han pasado de mi. Porque equivoco la tecla que pulsar, porque mi melodía es grave a días, aguda a  otros. No quieren mezclarse, no quieren jugar a musiquear, a crear una sinfonía dulce, no. Sólo quieren su ruido, su bajeza o su altura. O blanco o negro. No puedo controlar estas teclas malditas, hay días que no se puede.

Hay colegios, hay trabajos, hay familias, hay hogar, hay amistades, hay obligaciones.... teclas que mimar, teclas que observar, teclas que quieren sonar bien, en el momento justo, ahí y no tan al principio. Imagino la melodía, la tengo en mi pensamiento cada día, pero hay días que soy incapaz de plasmarlas en la partitura de la vida. 

Y hay días que me escondo. Sin embargo, mi estrella, la que me guía, la que me dicta mi melodía, la que me empuja a escribirla sin pausas y sin mucha prisa, ella que me dice, corchea, corchea, corchea.... shhhisssst.. un silencio corto... blanca, negra, negra, blanca.... redonda... un poco menos graves, pon unos cuantos agudos seguidos, mézclalos ahora agudo, ahora grave, sigue con el grave pero termina con un suave agudo. Esa estrella, mi pieza TEA, la que me arranca las sonrisas más francas que jamás he dado en mi vida. A veces se empecina en tocar solo terroríficos graves, pero muchas otras siente que los agudos son más sinceros, más agradables, más entrañables.

Mi pieza TEA, la que nunca deja de sorprenderme. La que busca maneras de hacerme entender sus reclamos. Mi pieza TEA que me pide canciones diciendo la letra inicial. Ella que cada día aprende a ser menos llorón y a ser más juguetón y risueño. Ella que me regala cada día palabras con sentido, que me ayuda a construir mi melodía con sus primeras frases de dos o tres palabras. Con ella no me escondo. Porque ella no lo hace conmigo. Así que yo tampoco lo haré.

El invierno me ha obligado a esconderme más de un día y de dos, pero la luz del verano que se aproxima me empujará a salir de mi escondite, porque serán tiempos de calma, de disfrutar, de vivir y seguir, como siempre, pa'lante. 




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