El tiempo va a la velocidad del viento. Sin remedio avanzamos un día tras otro, una semana tras otra, un mes, otro mes, un año, dos años... Y echas la vista atrás un momento y lo ves. Observas todo el trecho recorrido y te parece un mundo. Miras hacia delante y ves otro mundo, otro camino más largo, más contundente.
Echo la vista atrás y recuerdo el día que emprendí el camino de mi pieza TEA. Pienso en la idea original y me río. Porque no ha sido nada de lo que tenía pensado. Imaginaba un espacio donde compartir ideas, herramientas, enlaces interesantes y poco más. Ni por asomo pensaba que se convertiría en lo que se ha convertido. Nunca pensé que este espacio me daría alas para volver a sentarme delante de un teclado y una pantalla en blanco para dar rienda suelta a un pensamiento sin censura, sin parar a pensar lo que escribo. Ese pequeño gran placer olvidado de dejar que la mente viaje de un hilo a otro sin importar demasiado si tiene que ver con lo que tenía pensado contar. Esa extraña actividad de dejar que los dedos escriban lo que dicta un pensamiento fugaz, como si me dictara alguien lo que debo dejar plasmado.
Echo la vista atrás y pienso en todo lo explicado, en todo el camino que hemos andado, en todos los cambios que se han ido sucediendo, en todas las anécdotas importantes o no, en cómo hemos pasado de estar mi pieza TEA y yo a todas horas juntas a tener que compartir su cuidado. Momentos buenos y momentos malos, tonterías para unos hechos vitales para mí. Porque cuando empecé nadie me dijo que nos pasarían tantísimas cosas. No había manera de crear la vida que viviríamos con mi pieza TEA.
Echo la vista atrás y pienso en las veces que dudé si seguir escribiendo. Porque pensaba que no había nada que contar, que nada de lo que iba escribiendo, letra a letra, palabras tras palabra, era solo eso, palabrería. Sin embargo cuando voces amigas, cuando los incondicionales de la familia, me decían: "no dejes de escribir", sólo entonces volvía a entender el por qué de este lugar. Es mi refugio, donde escupo sentimientos que guardo para no hacer sufrir. Es la mejor manera de expresar y descargar algunos pesos o donde compartir alegrías inesperadas.
Escribo para mí, para no olvidar que hemos pasado por muchas aventuras y desventuras, para recordar que estamos viviendo nuestras vidas a nuestra manera. Pero también escribo para que quien trata con mi pieza TEA la entienda mejor. Escribo para que mi entorno pueda ver que no es fácil, que hay muchas lágrimas durante el camino, pero que se van olvidando con las buenas noticias. Escribo para aprender sobre mi, sobre mi pieza TEA y todo lo que le rodea. Escribo para que quien quiera leer y ver la vida a través de una familia azul entienda que es difícil pero se puede intentar facilitar el día a día.
Hoy 30 de marzo se cumplen ya 3 años por estas andaduras. Y aunque el tópico sería parece que fue ayer, a mi se me antoja una vida. Me quedan muy lejos todas las historias de la guardería, se me han olvidado momentos memorables, gestos habituales de mi pieza TEA que han ido desapareciendo. Y sólo miro pa'lante. Sólo pienso en cual será la próxima entrada, de qué tratará, porque solo viviendo día a día con mi pieza, surgen los temas. Sólo mirándola, sólo viviéndola, sólo sintiéndola es cuando surge esa necesidad de contar a quien quiera leer aquello que, a pesar de ser un granito insignificante de arena, es para nuestro mundo un castillo encantado.
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