Y a menos de 24 horas de volver a la rutina pienso que no quiero. Un año más y volvemos al cole. Un retorno que no es a nuestras rutinas durante estos últimos 4 años. La vida ha querido que las cosas cambien. La vida ha pensado que ese desapego de este verano pasado debe seguir. No ha ido mal para mi pieza TEA que yo, su mamá, desapareciera unas horas de su día a día. Así que, se pregunta la vida, ¿Por qué no seguir?
Así que a pocas horas de volver al cole, se me saltan las lágrimas de recordar que por primera vez no estaré. Estará superpapáTEA, enfrentándose a esos primeros momentos de la vuelta al cole, compartiendo nervios com mi pieza TEA. Allí, los dos, de la mano, esperando a que suene la música, que venga alguien a cogerle la mano a mi pieza TEA, decirle adiós y un beso, y verlo mochila a la espalda entrar al cole. Con el corazón encogido, superpapáTEA pensará en su hijo, en que le vaya bien, que disfrute y que supere dignamente la nueva situación que le espera: quedarse a comer en el cole. Pasar un montón de horas allí, que coma, que no se aburra, que no se enfade... y se irá intentando desencoger ese corazón.
Mis miedos, ya no son los miedos que todas las familias TEA, profes competentes y comprometidos, apoyos suficientes, que le sepan ayudar a avanzar, que no tenga problemas con los otros niños... en definitiva desear que se hagan reales los derechos que muchas veces les son negados. Ahora, estos miedos son secundarios. Ahora, sólo pienso en que se adapte a entrar pronto y salir tarde del cole. Deseo que la hora del comedor sea llevadera tanto para él como para quien lo acompañe, que colabore para probar la comida, que quiera comer aunque no sea todo... Pienso en las reticiencias de mi pieza TEA a ir al baño del cole, que acepte ir al menos una vez. Sueño con que esa hora de más por la tarde sean divertidas, que se lo pase bien y no le importe quedarse cada día. Visualizo a mi hijo con una sonrisa de oreja a oreja y saltando feliz al ver a su padre cuando lo vaya a recoger... Yo mientras, estaré contando los minutos para salir de mi trabajo (deseado, soñado y hecho realidad) y correr hacia casa para abrazar, besar y hacer cosquillas a ese amor petit que siento que he medio abandonado.
Ojalá pudiera saltar muy alto e ir a parar al futuro, no muy lejano, una semana o dos, para comprobar que, efectivamente, ha ido todo bien. Que las viejas rutinas se han olvidado y que las nuevas sólo ofrecen ventajas. Pero no, porque la vida se vive paso a paso. Porque al querer saltar puedes tropezar, porque hay que pasar por todos esos pasos, para bien o para mal, para aprender y desaprender, para reír y disfrutar o para llorar y sufrir.
Así que pa'lante. Que como todos los obstáculos que nos han puesto delante, los hemos superado. Este no va a ser menos.
Vuelta al cole, avanzar avanzar y avanzar. Sin miedo porque saldrá bien. Tiene que salir bien.
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