Empieza el día. Es lunes y empieza una semana más. Otro lunes que me despierta con un sol radiante. Un nuevo lunes en nuestras vidas. Un lunes diferente a los demás. Demasiado quizás. Un lunes donde todo lo planeado se fue un poco al traste. No para mal, claro que no, pero no es como yo lo había planificado. A estas horas, hoy debería estar tomando mi café con leche, superpapáTEA estaría a punto de entrar en la habitación de Arnau para darle un beso e irse a trabajar. Yo me ducharía e iría a despertar a mi pieza TEA. Sin prisas pero sin pausas. Con esa alegría que dan las canciones que sé que le sacan una sonrisa. Nos vestiríamos y los dos, muy guapos, muy unidos como siempre, cogidos de la mano nos iríamos al primer día de casal. Con nervios por si no quiere entrar, con esa sonrisa nerviosa en mis labios, sufriendo por dentro, rezando para que todo salga bien. Después iría con superabuelos TEA y cerca de mediodía iría ansiosa a buscar a mi pequeña mitad. Y desearía que me dijeran que ha estado bien con su monitor nuevos, con nenes que no conoce y que seguro que al día siguiente volvería feliz.
Así tenía que ser hoy. Yo con mi pieza TEA, acompañándolo en un nuevo reto, como siempre. Controlando que todo fuera correcto, con los mínimos tropiezos posibles.
Sin embargo, hoy, sí es lunes. Y hoy a estas horas estoy sola en casa. Mi pieza TEA se ha ido con su padre temprano, muy temprano. Pero no ha llorado.. Quizás no haya entendido nada, ¿por qué mami se queda si llevo mi mochila del cole?
¿A dónde vamos? Este no es el camino del cole... No lo sé. Escondida detrás de la ventana he observado la calle. Mi oído no ha oido ningún berrinche ni chillido no problemas. Y entonces el coche ha arrancado y he visto pasar padre e hijo mirando por las respectivas ventanillas del coche. Y he llorado.
Dicen que el vínculo que se crea con el apego es muy fuerte y que poco a poco el niño debe aprender a tomar distancia. Puede ser. Pero soy yo la que estoy enganchada a mi pieza TEA. La que sabe las fortalezas y debilidades de mi pieza TEA. La que controla, la que sabe qué hay que hacer, la que vive de y para mi pieza TEA. Y soy yo quien debe aprender a despegarse de él. La que debe aprender a delegar para poder avanzar en mi propio camino. Por primera vez no estaré con él. No le sujetaré de la mano, no lo podré consolar, no le podré dar un beso y decirle como cada día :"pásatelo super". Hoy no. Hoy y los próximos días será superabuelaTEA quien se enfrente a las entradas y salidas del casal. Y será superpapáTEA el que lo recoja de casa de los abuelos... y yo, yo sólo les dirigiré, donde hay que ir, a qué hora, cuándo, qué hacer si... pero no estaré. En mi mente todo el día todos los superhéroes de esta aventura de verano, superpapáTEA, superabuelosTEA, los primos de mi pieza TEA. Deseando que todo vaya bien, que mi pieza TEA sea feliz y no acuse mi ausencia así, tan de repente. Deseando volver a ver esa sonrisa infinita y achucharlo y besarlo e irnos juntos, cogidos de la mano como siempre a jugar.
Y es que hoy, lunes. Hoy vuelvo al ruedo. Hoy empieza una nueva y corta etapa para mi. Después de cuatro años viviendo de y para mi pieza TEA.. suelto un poco amarras y viajo al mundo real de la mayoría, donde hay que hacer malabares para conciliar familia y trabajo. Inicio una realidad desconocida por mi hasta hoy. Hoy, aunque de momento por poco tiempo, vuelvo a trabajar. Volveré a estar con niños, pero no será el mío. Volveré a hacer lo que hace unos años hacía con tanto gusto.
Así que hoy no es un lunes cualquiera, es un lunes distinto. Con muchos retos, con muchos cambios, nuevas historias, nuevas experiencias. Y sé que mi pieza TEA me va a dar una lección por tener esa ansiedad anticipatoria absurda.
Así que pa'lante, siempre pa'lante.
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