Como cada
mañana, Arnau va al cole cogido de la mano de su mamá. Como cada día, juega a
hacer equilibrios hasta la puerta del cole. A veces, no sabe por qué, pero su
mamá se desespera y le apremia a seguir andando con muchas prisas. Otros días,
en cambio, su mamá le anima a seguir jugando con su equilibrio y cuando se sube
al banco que hay a medio camino le planta un beso en la mejilla.
Como cada día, Arnau entra a su aula como un terremoto, en busca
de sus cositas. Y como cada mañana oye como sus compañeros, al oír su nombre,
dicen algo parecido a "bon dia". También dicen su nombre pero él sólo
mira hacia otro lado. Nota que su cajita multicolor no quiere abrirse. Él lo
intenta, aunque muchas veces cree que tampoco vale la pena... Las verdes, esas
sí que mola abrirlas, tienen un montón de cosas chulas. Saltar, correr,
volteretas, girar... movimiento en estado puro. Esas, esas siempre las tiene
abiertas. Como la amarilla, la de las risas. Mamá también la suele tener
abierta y es un escándalo.
Como cada día, observa como adultos y niños abren sin problemas la
caja multicolor y la dejan abierta y salen sonidos, sonidos que se repiten a
menudo, como "molt bé", "seu", "a dinar", "a
sopar"... Se ha dado cuenta que cada sonido tiene su efecto. Si la maestra
dice "molt bé" a algún compañero, este sonríe y abre la caja naranja
de par en par. O si mamá dice "a sopar" acto seguido aparece un plato
de rica comida preparado por papá.
Mamá insiste en que aunque no le encuentre sentido, debe llevar su
caja multicolor allá donde vaya... Pero es que no la puede abrir. ¿O quizás sí?
Lo ha estado pensando. Y hace pruebas con mamá. Si le dice por
ejemplo, "a pi" ella le canta la canción de "El gegant del
Pi", si le dice "uià" ella sabe que quiere escuchar la canción
de "Yupi yá". Pero también ha observado otra cosa, y es que cuando se
le ocurre decir eso, mamá sonríe mucho más. Papá sonríe mucho más. Los abuelos
también sonríen mucho más. Y no tan sólo eso, sino que aplauden y chillan como
locos. Es divertido, así que él también sonríe.
Ha decidido que probará en el cole también. No con canciones,
porque allí no siempre se canta, se hacen más cosas. Llevará su caja
multicolor, la plantará allí delante y esperará la ayuda de sus compis.
Así que hoy es el día. Se siente preparado, tiene miedo, pero lo
hará. Necesita saber qué pasa si... Y escucha... "Adrià"... "bon
dia"... "Aitor"... "bon dia"... "Anna"...
"bon dia"... Y de repente... "Arnau"... Es el momento, o
ahora o nunca... y mira a sus compañeros y ellos lo miran, y él lo nota. Nota
que entre todos le ayudan a abrir esa caja multicolor. Y sí, de repente de su
boquita sale un precioso "Bon dia"... y mira y ve a todos sus
compañeros y a su maestra sonreír y aplaudir como nunca lo había visto. Y lo
repite. Y sus compañeros sonríen aún más y aplauden mucho más. Y se esfuerzan
en mantener esa tapa de la caja multicolor subida. Y él, él se siente orgulloso
y feliz.
Exhausto,
cierra la caja multicolor, pero ya sabe que puede abrirla y descubrir las
palabras. Hoy ha dado un paso más.
imagen de los niños de Freepik.es |
El 22 de abril de 2016, ocurrió. Aquel día, cuando llegué al cole a buscar a mi pieza TEA, la maestra me esperaba con una gran sonrisa y me lo contó emocionada. Desde entonces costó muchos días más que se repitiera ese "Bon dia" tan esperado. Quizás lo repitió una o dos veces más en lo que quedaba de curso.
Este año, muchos días dice su "Bon dia", aunque haya días que se niegue en redondo. Desde que surgieron las primeras sílabas, mi pieza TEA ha ido jugando mucho más con la famosa cajita multicolor. Aún queda recorrer muchísimo camino. Todavía prefiere tenerla cerrada. Pero cada día más, la abre para repetir muchas de las frases y palabras que decimos.
Es una emoción de difícil descripción. Sabes que es algo muy rudimentario para su edad, pero es algo tan tan grande haber llegado a este punto. Sólo quien sueña con escuchar su voz, con oírle decir cualquier cosa, sabe que no hay mejor música para los oídos que esas palabras dichas así, sin esperarlas.
Sé que será difícil llegar a conversar, a discutir o a hacernos bromas. Pero da igual, saber que es capaz de decirnos qué quiere, qué le ocurre,... sólo eso me da vida para seguir diciendo pa'lante, siempre pa'lante.
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