domingo, 29 de enero de 2017

BLANCO O NEGRO

Blanco o negro, bonito o feo, alegre o triste, caro o barato, sí o no. Dos extremos de una mism
imagen extraída de instagram
a cosa. Sin matices, sin gris claro, sin gris oscuro, sin gris perla. Ni fú ni fá. Prohibido el pse. Radical. O estás aquí o estás allá. O estás arriba o estás abajo, pero nunca subiendo o impensable ir cayendo.O todo o nada. Dualidades que me niego a elegir. Ver matices, descubrir entre líneas, aceptar un poco más de claridad o desestimar un poco de oscuridad. Ser capaz de ir más allá de esto o aquello. De lo que vale de lo que no vale. La vida es eso. No ir siempre por el sendero que uno cree como único y correcto camino por el que andar si no que aceptar invitaciones por otros caminos, quizás atajos, quizás el camino más largo pero quizás el más divertido. 


En el autismo dicen que hay dos miradas. Las que solo miran la cara bonita y las que solo quieren ver la cara oscura. Dicen que las que vemos la cara bonita del autismo negamos la oscura y que quienes muestran la oscura se olvidan de que existe la parte amable. Sin embargo creo que ambas son importantes. Hablar de las grandes cosas, buenas y positivas del autismo ayuda a recordar que aunque la montaña rusa vaya de bajada, volverá a subir y con fuerza. Ayuda a no sentirse solo y saber que no eres el único que piensa que decir hola o abrazar sin pedirlo es algo maravilloso que debe quedar grabado en la retina para siempre. Hace recordar que cada pequeña cosa alcanzada ha requerido un esfuerzo por parte de todos. Y, sobretodo en los niños más pequeños, nos recuerda que ante todo son niños. En cambio hablar de la parte mala, de las rigideces, de las crisis, del estancamiento, del sufrimiento, del ya no puedo más, tampoco es malo, porque sientes que tampoco estás solo, que tu hijo no es el único que padece estos desaguisados, que ese sufrimiento interno que a veces nos quiere poner la zancadilla y hacernos caer está en todos nosotros. Y dentro de esta dualidad estamos mi pieza TEA y yo. 

Siempre defenderé estar en el lado amable, en el que se disfruta de cada pequeño paso, de cada sonrisa sincera, de cada mirada que se mantiene ante la mía durante unos segundos. La que se deleita con cada pequeño detalle, obviando el entorno hostil con el que a veces nos topamos. Ese para mí es el camino para poder sobrevivir a la vida que nos ha tocado vivir. Acepto que existen rigideces que me agotan durante temporadas, como no querer andar por donde hay palomas, o no querer marchar de un parque, o ir por el mismo camino, o tirarse al suelo si no se sale con la suya. También acepto que por el momento, mi hijo sólo ha tenido una crisis gorda de darse cabezazos o pegarse y que quizás he tenido suerte y por eso no pienso en el lado oscuro. 

Pero sé que está. Sé que el lado oscuro de mi pieza TEA está aún en juego. Sé que el lado oscuro de mi pieza TEA está en su futuro, en qué será de él. Sé que el lado oscuro de mi pieza TEA se quede en ser una persona con autismo no verbal. Lo sé soy muy consciente. Pero me niego a pensar en la meta cuando aun me quedan quilómetros que recorrer. Ir más allá del aquí y ahora no me sirve, no me vale. Hacerlo sería como morir en vida. Vivo con mi radical cara amable del autismo a la vista de todo el mundo, pensando de vez en cuando en el lado oscuro, pero intentando no sacarlo a la luz, aunque me preocupe y aunque sufra de vez en cuando por ello. Por mi bien y por el de mi hijo. 

Y hay que saber también que mirar desde el lado amable del autismo no quiere decir que el autismo sea una bendición, o que el autismo es positivo. Odio el autismo, lo odio con todas mis fuerzas. No hay nada que pueda odiar tanto como la condición que le ha tocado vivir a mi pieza TEA. Odio el autismo porque mi pieza TEA tendrá que luchar mil veces más que los demás para intentar sobrevivir en esta selva, odio el autismo porque ha condicionado para siempre nuestras vidas y ha roto de un puñetazo los sueños que habíamos construido. 

Pero a pesar del odio, a pesar de tener que barrer los escombros de sueños perdidos, no dejaremos de soñar bonito. Y no lo haremos porque esa mirada, esa sonrisa, ese criatura tan maravillosa no se lo merece. Así que, a soñar bonito y pa'lante.  

  

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