miércoles, 8 de marzo de 2017

ESA SONRISA


Hoy es 8 de marzo. Como cada año, se "celebra" el día internacional de la mujer (trabajadora). Las nuevas tecnologías permiten mostrar un apoyo singular. Imágenes y más imágenes de lo mismo. Algunas recalcando la importancia del día, otras, remarcando que todas las mujeres son trabajadoras y todas merecen lo mejor. Otras muchas recuerdan que con un día no basta, que durante todo el año se debe tener en cuenta a la mujer, a su importancia en todos los ámbitos, familiar, laboral, social... Reivindicaciones año tras año que al parecer no se traducen en muchas mejoras... Pero es que el ser humano a veces es tan tonto que busca su propia destrucción. 

Hoy es 8 de marzo y mi mente esta mañana se sentía inquieta. El 8 de marzo sabía que había algo que celebrar. Que en el algún momento se convirtió en un día importante en mi vida. Mentalmente he repasado los cumpleaños de todas las personas que conozco y son importantes para mí. Pero no, nadie que yo conozca bien cumple años hoy. ¿Visitas médicas? no, no son fechas importantes como tales, son fechas que no se deben olvidar hasta que llega el día. Al año siguiente ni nos acordaremos del día que fuimos al médico. Quizás andaba equivocada, quizás no pasó nada ningún 8 de marzo de un año inconcreto. Quizás la edad ya empieza a no perdonar y aquella memoria llena de datos y fechas que conmemorar, que recordar para lo bueno y para lo malo empezaba a difuminar números, caras, acontecimientos y momentos pasados. sin embargo otra parte de mi mente insistía en buscar en mis archivos mentales qué ocurrió aquel indeterminado 8 de marzo.  

Hoy es 8 de marzo, y como casi cada día, Facebook nos recuerda lo que colgamos tal día como hoy hace uno, dos o seis años. Y debo dar las gracias a esta herramienta memorística que se inventó el sr. Facebook porque me ha dado la oportunidad de revivir de golpe qué ocurrió el 8 de marzo de un año que, ahora sí, ya podía concretar. Esto es lo que Facebook me ha recordado esta mañana:


Tal día como hoy, 8 de marzo, el año 2012 mi pieza TEA cumplía su primer mes de vida. ¿Importante? visto así sé que no, porque después vienen muchos más cumplemeses pero cuando esta frase tan simple se convierte en el hilo conductor que me guía por los recovecos de mi memoria y de golpe rememora esa primera sonrisa, con esa mirada fija en mi, entonces, ese 8 de marzo, ese día se convierte en un día de los de guardar en la memoria, de los de tener en la retina a mano para vivirlo y revivirlo... Aquel renacuajo de un mes, estiradito en su moisés y descubriendo que le encanta mirar a mami y que mami se derrite si mueve la boa y la tuerce hacia arriba... Ese momento único, especial que nos enorgullece como madres, porque creemos que ya nos reconoce, por la voz, por el olor, por nuestro rostro... porque creemos que sabe que somos sus mamás y que nunca lo dejaremos tirado, que lo protegeremos  a capa y espada. Ese momento que guardo, como un tesoro porque fue la primera de muchas sonrisas. Tan pequeño y ya sonreía. Tan pequeño y ya sólo lloraba de hambre. Tan pequeño y ya le costaba dormise rápidamente. Tan pequeño y ya tan vivo, tan despierto.. tan él. 


Y hoy, 8 de marzo, mi pieza TEA sigue regalándome grandes sonrisas. Hemos vivido muchas cosas en estos escasos cinco años. Hemos aprendido a convivir el uno con el otro, con ese invitado impertinente llamado autismo. Hemos aprendido a dejarlo quietecito en su sitio para que moleste lo menos posible. Para que yo pueda seguir sintiéndome orgullosa de ser la mamá de este pequeño gran ser. Le hemos tapado la boca para que mi pieza TEA sea una personita como cualquier otra, que aprende a vivir y a convivir con los demás. Hemos vencido muchas de las batallas a las que nos reta el autismo para dar paso a risas y sonrisas, a momentos buenos. 

Por eso es importante hoy. Esa primera sonrisa que no ha perdido, que me regala, una y otra vez, que rápidamente sustituye a lágrimas de enfado o frustración. Esa sonrisa que me recuerda que mi hijo es feliz, muy feliz. Que vive la vida y la disfruta. Que se siente en el paraíso con todos los que le rodean. Esa sonrisa que me hace sonreír y mirar hacia el presente y el futuro sin miedo, con optimismo. Esa sonrisa que es el motor de nuestras vidas, que sin ella, mi pieza TEA no es ella. Esa sonrisa que le hace ser querido por todo aquel que quiere conocerlo. Esa sonrisa que, por años que pasen, me seguirá enamorando. 



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